Un punto de inflexión durante la dictadura fue la aprobación de la Ley de Prensa de 1966 que, si bien no era una medida democrática, significó cierta apertura para los profesionales de la comunicación. Y la provincia onubense fue un exponente de esa revitalización mediática, por ejemplo, con la reaparición de la prensa obrera en los setenta, aunque fuera de forma clandestina hasta la legalización de los sindicatos en 1977. La aportación de Huelva a los boletines proletarios fue relevante, con títulos como El Camarón (1970–1979), Asamblea Minera (1972–1976), Opinión Obrera (1974) o Unidad (1974–1975). Una prueba más de que la provincia de Huelva cuenta desde finales del siglo XIX con un activo movimiento obrero gestado, primero, desde la Cuenca Minera, y desde el Polo de Desarrollo de Huelva, el Polo Químico, después.
De forma paralela, Odiel vive su época dorada en los años sesenta y setenta. Es entonces cuando los onubenses lo sienten más de Huelva, a pesar de que en ningún momento olvidó el tono oficialista en sus artículos. Eso no evitó que se convirtiera en una auténtica escuela para periodistas de la talla de Jesús Hermida, Diego Díaz Hierro o Víctor Márquez Reviriego. La inevitable desaparición de este diario se produjo en 1984, a pesar de la campaña ciudadana de apoyo que se gestó en contra de su cierre.
Hacia la Transición
La situación del periodismo en Huelva cambia radicalmente en la Transición Democrática, un periodo que en materia de prensa se caracterizó por la aparición de multitud de nuevas publicaciones. Entonces, todas las asociaciones, colectivos sociales y demás entidades de la ciudad quisieron editar su propia revista en la que exponer sus inquietudes y realizar sus demandas tras décadas de silencio. Por este motivo, Huelva, como el resto del país, vive en esta etapa una auténtica explosión de títulos de diferente calado y periodicidad. Sin ir más lejos, en este momento predemocrático reaparecieron los boletines políticos y sindicales, sin olvidar un florecimiento inusitado de los magazines de carácter cultural, superando en algunos casos a la Restauración.
Fue un periodo de extraordinario desarrollo periodístico, amparado por el artículo 20 de la Constitución española de 1978, que decretaba la libertad de expresión. Especialmente significativa fue la década situada entre 1980 y 1990, cuando llegaron a editarse en Huelva cerca de 60 cabeceras que venían a sumarse a las 42 publicaciones periódicas surgidas entre 1970 y 1980. Este ambiente tan propicio para los medios se mantuvo más o menos estable hasta 2008, fecha a partir de la cual se inicia una tremenda crisis que continúa afectando al sector de forma generalizada.
Un desarrollo vivido a finales del siglo XX tan sólo comparable a la Restauración, especialmente a partir de la llegada del liberal Sagasta al gobierno, puesto que entre 1890 y 1900 aparecieron casi 50 nuevas publicaciones periódicas en la capital onubense. Fue una cantidad muy similar a la consignada entre 1910 y 1920, otro ciclo de crecimiento para la prensa de Huelva. En esa ocasión, la tendencia se rompió hacia 1930, siendo drástica la ruptura ocasionada entre 1940 y 1970, durante el franquismo, cuando se registran poco más de 40 títulos.