¿Es posible que este profesor se percatara del valor de los pliegos sueltos como un recurso que abre diversas líneas de investigación? Es una pregunta que no podemos responder, pero sí podemos afirmar que en los últimos años el análisis de los pliegos sueltos traspasa lo puramente bibliográfico y literario. Nos referimos a estudios históricos, culturales e incluso periodísticos. La literatura de cordel contribuye -a nuestro juicio- a reconstruir la Historia de la Comunicación española. Autores como Redondo (1995) o Infantes (1995) sentaron las bases del estudio de las relaciones de sucesos como una forma primitiva de Periodismo. Estos trabajos apenas contemplan otra clase de menudencias de imprenta como las historias, romances, canciones o pasillos, asociadas más con géneros literarios como la novela, la poesía o el teatro. Sin embargo, nos consta la existencia de menudencias de imprenta con esas denominaciones que abordan hechos de actualidad, lo cual plantea su valor informativo.
© Retrato de Hazañas en la Biblioteca de Humanidades de la Universidad de Sevilla (Broullón-Lozano y Casas-Delgado, 2017).
Así se refleja en el Fondo Hazañas con textos sobre el terremoto de Lisboa, la Guerra de la Independencia, Napoleón, Espartero, la Guerra de África… El problema radica en que son textos sin periodicidad, subjetivos y escritos en verso, lo cual nos conduce al siguiente interrogante. ¿Podemos considerarlos productos periodísticos? No lo son en el concepto actual del término, pero sí que podemos apreciar su función noticiera al hacerse eco en muchas ocasiones de las novedades del momento, en especial, de los festejos, catástrofes, crímenes o conflictos armados. De hecho, la versificación y la musicalidad no tienen por qué estar reñidas con el afán noticiero, tal y como afirma don Estrafalario en Los cuernos de don Friolera de Valle-Inclán (1989) al calificar a las coplas de toreros y delincuentes como “periodismo ramplón”, manifestando su potencialidad informativa, a pesar de sus carencias periodísticas.
A ese interés por atesorar libros, periódicos, revistas y pliegos sueltos debemos añadir su condición de periodista, una de las facetas profesionales de Hazañas menos conocidas. En concreto, ejerció de articulista en más de 200 ocasiones en publicaciones locales (El Porvenir, El Noticiero Sevillano, El Universal…), nacionales (La Atalaya de Santander, La Revista Contemporánea, La Estrella del Mar…) y especializadas (Revista Universitaria, Apuntes, La Revista Católica…). El abanico de temas tratados fue amplio (arte, arqueología, historia…), pero principalmente escribió críticas literarias, ensayos y necrológicas. En ocasiones firmaba con su nombre completo, mientras que otras veces recurría a sus iniciales o pseudónimos: J. Aquino, Aben-Hamín, Lisardo, el Estudiante, Academo y Un Antiguo Estudiante.
Alternó las contribuciones puntuales con la participación intensa y activa en cabeceras como El Diario de Sevilla, del que formaba parte de la nómina de redactores, junto con José de Valdenebros y Luis Montoto, entre otros. “En el caso de El Correo de Andalucía (desde 1901 hasta 1934) y La Revista Católica (desde 1880 hasta 1911), su producción total en ambos es notable, calculamos que en torno al medio centenar, respectivamente. La temática religiosa y local predominan en los textos que publicó en estas cabeceras, estando así muy acorde con la ideología reinante en ambas” (Casas-Delgado, 2019: 61-62). Cabe señalar que Hazañas fue el fundador más joven de la revista Archivo Hispalense en 1886, junto al duque de T’Serclaes, el marqués de Jerez de los Caballeros y José Gestoso, entre otros eruditos de la época.