Entre su archivo hemerográfico podríamos incluir su extensa colección de literatura de cordel[3] (relaciones de sucesos, romances, canciones, pasillos…), que supera el millar de ejemplares. La recopilación que hizo Hazañas de esta clase de impresos es meritoria si tenemos en cuenta que eran despreciados por los eruditos de su generación, pero este bibliófilo sevillano, siendo un adelantado a su tiempo, “supo estimar los papeles raros, de naturaleza efímera, que constituyen los trazos más vivos y elocuentes de la Historia de la cultura” (Palenque, 2019: 44). Los pliegos sueltos del Fondo Hazañas están diseminados en 150 cajas de varios (siendo la 29, 30, 64, 104, 108, 109 y 110 las más voluminosas) y destacan por su heterogeneidad cronológica (entre los siglos XVII y XX) y temática (religiosos, novelescos, burlescos…).
"Los más prolíficos impresores (Rafael García Rodríguez, José María Marés, Agustín Laborda…) y autores (Lucas del Olmo Alfonso, Juan García Valero, Agustín Nieto o Pedro Navarro…) de las centurias dieciochesca y decimonónica tienen una importante representación en esta colección".
En cuanto a los títulos, recoge historias que fueron todo un éxito dentro de este género editorial como las de Carlomagno, la doncella Teodor, el bandolero Francisco Esteban, la renegada de Valladolid, el príncipe de Argel o Francisca la cautiva. A ello debemos añadir relaciones de comedias que resumían obras de teatro célebres del Siglo de Oro (la mayoría agrupados en las cajas 13, 19, 38, 94 y 102). Aunque cobran protagonismo los textos publicados en Andalucía, sobre todo en Sevilla, Córdoba y Málaga, también hay obras procedentes de todo el país (Madrid, Valencia, Valladolid…). Los más prolíficos impresores (Rafael García Rodríguez, José María Marés, Agustín Laborda…) y autores (Lucas del Olmo Alfonso, Juan García Valero, Agustín Nieto o Pedro Navarro…) de las centurias dieciochesca y decimonónica tienen una importante representación en esta colección.
No obstante, resultan más interesantes las excepciones guardadas por Hazañas como son las obras escritas o publicadas por mujeres en Andalucía como la hermana del poeta Lucas del Olmo, María del Carmen Padrino, María de Ramos y Coria, o Francisca Esteban; hallazgos estos que podrían ser algo más que una mera curiosidad para este catedrático. Recordemos que fue Hazañas el primero en descubrir la labor de Inés Ruiz, la primera mujer de la que se tiene constancia que ejerció como tipógrafa en Andalucía en el año 1527. Ruiz era impresora de imágenes y aportó moldes de imaginería a la compañía que formó con Bartolomé Pérez durante un mes en la capital hispalense (Hazañas, 1949: 273).
"... fue Hazañas el primero en descubrir la labor de Inés Ruiz, la primera mujer de la que se tiene constancia que ejerció como tipógrafa en Andalucía en el año 1527. Ruiz era impresora de imágenes y aportó moldes de imaginería a la compañía que formó con Bartolomé Pérez...".
También podemos conocer la producción de otras andaluzas al frente de talleres de imprenta gracias a los colofones de los pliegos sueltos del Fondo Hazañas como Viuda de Caro, Viuda de Comes o Viuda de Vázquez y Compañía. De esta última encontramos un ejemplar del romance El casamiento entre dos damas, que tuvo más de una decena de ediciones por toda España entre los siglos XVIII y XIX. Aunque el final feliz llega cuando esa unión se transforma en heterosexual mediante la intervención divina, no deja de ser sorprendente el éxito de esta historia, que se distribuyó sin trabas de la censura. De este modo, se observa que gracias a estas menudencias de imprenta podemos rescatar relatos de mujeres osadas o la producción de tipógrafas, colaborando así con la Historia de la edición con perspectiva de género. Este es un vacío científico que queda por cubrir, pues “la historia del periodismo español continúa ciega al género” (Varela Menéndez, 2019: 7).
[3] “Estimamos perteneciente a la literatura de cordel a toda obra de bajo precio, creada en España entre los siglos XV y XX, generalmente de escasa extensión y publicada en pliego suelto a través de una impresión rudimentaria con materiales de poca calidad. La simplicidad material se une a la textual con un lenguaje sencillo en prosa o verso para narraciones o canciones de una amplia diversidad temática (medievales, históricos, burlescos, satíricos, religiosos, noticieros…). La oralidad y musicalidad estaban presentes en la redacción de estos textos y en su venta callejera, debido al alto porcentaje de analfabetismo entre el público […] La distribución corría a cargo de buhoneros o ciegos copleros, y estos últimos a menudo ejercían como autores. No obstante, la anonimia era muy habitual tanto en los escritores como en los pies de imprenta” (Casas-Delgado, 2017: 522-523).