Chaves Nogales murió en Londres en mayo de 1944, con 46 años, un mes escaso antes de que ocurriera el desembarco de Normandía, lo que le impidió dar la gran noticia que deseaba ofrecer al mundo desde su agencia de prensa, la Atlantic Pacific Press, que había creado en un segundo exilio en la capital británica. Esperaba dar la buena nueva del triunfo de los aliados frente al fascismo en la Segunda Gran Guerra. Pero murió unos días antes tras someterse a una operación de urgencia en un hospital del Londres ocupado. No pudo ver el triunfo de la libertad y la democracia quien por ellas había luchado toda su vida.
Después vinieron cincuenta y cinco años de olvido, desconocimiento y abandono del periodista. La ceniza del tiempo cayó sobre él y lo sepultó. A pesar de la extrema necesidad de la reconciliación y de buenas letras que paliaran la sequía creativa de casi medio siglo, España no supo ni del escritor ni de su palabra. Fue en 1993 cuando la Diputación de Sevilla puso en marcha el proceso de recuperación de Chaves con la compilación, puesta a punto y organización de una obra dispersa y desconocida, con la edición de la Obra Narrativa Completa, y algo después, en 2001, la Obra Periodística, que recogía todo el trabajo del periodista editado hasta hoy por distintas editoriales y que con tanto reconocimiento de público se recibe en la actualidad.
Como encargada de la recopilación y primeras ediciones (1993, 2001, 2009 y 2013) de la producción narrativa y periodística de Manuel Chaves Nogales, quisiera hacer unas puntualizaciones que pudieran contribuir a completar la explicación de la edición presente. Siempre consideré que la obra de este periodista, toda ella aparecida en primera instancia en periódicos, debía ser reeditada tal como él la concibió, es decir, con fotografías e ilustraciones. La práctica totalidad de sus trabajos las llevan, ambas: por ser algo habitual en su momento, por dar mayor realismo y verosimilitud a lo que se relata, por un deseo consustancial al periodismo de remarcar la realidad de los hechos y situaciones, por dar dignidad y sitio a fotógrafos e ilustradores en un momento en que está conformándose el periodismo moderno.
La edición de La Nación de Buenos Aires contó con dos ilustradores alternativos, Alejandro Sirio en algunos relatos y Juan Carlos Huergo en otros. En la edición de Evening Standard las ilustraciones son de Mendoza. Seis meses más tarde, en la neozelandesa de Weekly News aparecen fotografías (sin referencia de autor) y las ilustraciones son las mismas, de Mendoza. En ambas publicaciones aparece ya un relato añadido titulado “The refuge”. En la edición de la revista cubana Bohemia, el dibujante es Álvarez Moreno. Y en Sucesos para todos, el ilustrador, que no siempre firma, es Fernando Ríos. En estas ediciones se añadieron los dos últimos relatos, “El refugio”, sobre las consecuencias del bombardeo de Guernica, y “Hospital de sangre”, que recoge situaciones de la Guerra Civil en el País Vasco y que completan la serie hasta un total de once narraciones.