El libro, publicado por vez primera en la editorial chilena Ercilla, se componía de nueve relatos a los que se añadieron dos más en las otras ediciones posteriores. Ya desde la nota inicial del libro de Ercilla se explicitaba de forma escueta la ideología del autor:
Chaves Nogales jamás ha militado en un partido político. Su credo es la democracia. Cree en la libertad política y detesta toda clase de dictaduras, tanto la fascista como la comunista, igual la racista como la proletaria. […] Siempre ha tratado de suscitar en España el interés de las masas por los más graves problemas sociales y políticos del momento.
Tales referencias se ampliarán en la revista cubana Bohemia cuando aparece por vez primera el prólogo, como hoy lo celebramos, en julio de 1937. Son ahora conceptos y contenidos ideológicos que más por extenso se explican en ese prólogo en el que el autor, ya exiliado, realiza un ejemplar ejercicio de búsqueda de una aclaración de su nueva situación, de sus causas y razones. Es una especie de introspección que permita a este pequeño burgués liberal, como gusta de definirse, ejercer la profesión de informar desde su carácter de ciudadano de una república democrática y parlamentaria:
(…) ganaba mi pan (…) confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo. (…) Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado (…), hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado... De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros.
Por ejercer su oficio desde la libertad se sintió acosado, ya comenzada la guerra, por esos extremos ideológicos, que no es lo mismo que cuestionar o estar por encima de los principios que configuraron el quehacer de la Segunda República, que siempre defendió.
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