SEVILLA / 11 de noviembre de 2022.

 

Durante las siete entregas anteriores dedicadas a la Arquitectura Saludable hemos visto cómo un diseño orientado hacia la salud de las personas produce beneficios sociales, económicos y ambientales. La arquitectura, como la tercera piel que envuelve y da cobijo a las actividades diarias de las personas, produce estímulos físicos y cognitivos, tanto en la memoria como en la forma de experimentar y vivir el espacio. Diseñar entornos saludables consiste en indagar, conocer y trabajar con esos estímulos con el objetivo de poder proyectarlos adecuadamente para que los espacios y edificios produzcan bienestar, confort y la máxima calidad de vida en los usuarios de la arquitectura.

El ser humano siempre se ha rodeado de lo que ha considerado más beneficioso para su salud. El habitante de una sociedad hiperconectada conoce a la perfección qué es positivo para él, qué alimentos debe o no consumir, qué actividades son mejores para su forma física o qué importancia tienen tanto su estado físico como el psicológico. Ocurre lo mismo con los materiales, edificios, espacios, entornos y ciudades para vivir. Con un nuevo activismo, cada día más intenso, los ciudadanos demandan que se eliminen los elementos nocivos de su entorno vital, construcciones o edificaciones, así como los perjuicios derivados de su uso, envejecimiento o demolición. La sociedad actual exige que los entornos donde se desarrollan las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria de las personas: la casa, la comunidad, las oficinas o la propia ciudad, sean lo más saludables posibles.

Cuidar el entorno y cuidarse a sí mismo supone un ahorro importante a largo plazo para usuarios, empresas, administraciones e incluso para el propio Estado, ya que previene y evita que determinados problemas pasen al ámbito hospitalario. Es más rentable invertir en un buen proyecto arquitectónico que contemple los factores saludables, físicos y mentales, que existen en la edificación, que resolver los perjuicios que, a posteriori, causa su ausencia. Por ello, hay que planificar y proyectar los lugares cotidianos donde se desarrolla la vida diaria con activos que disminuyan los factores de riesgo, incorporando elementos que favorezcan la salud de las personas y su bienestar físico y emocional.

La principal característica diferencial de la Arquitectura Saludable es que considera y tiene presente, en el diseño y construcción de edificios, los parámetros que influyen física y cognitivamente en las personas y, por tanto, incorpora durante el proceso de proyecto soluciones que dan respuesta a sus requerimientos y necesidades, prescribiendo la manera de construir contextos y ambientes que respondan adecuadamente a esas nuevas demandas sociales.

La Arquitectura Saludable consiste en una nueva forma de pensar la disciplina arquitectónica. Una innovadora forma de configurar, organizar y construir un entorno con el objetivo de generar experiencias perceptivas equilibradas, tanto sensoriales como cognitivas, de forma que estas determinen el valor y el significado del espacio diseñado. Es un planteamiento arquitectónico que propone un nuevo modelo holístico –basado en  la persona como centro– que permite avanzar  en el conocimiento necesario para diseñar unas arquitecturas y unas ciudades inequívocamente más saludables. Es un nuevo paradigma que se basa en cinco puntos esenciales:

 

      • Generar y disponer entornos limpios, eficientes e inteligentes

 

      • Construir con materiales inocuos, con cero emisiones y sin huella ecológica

 

      • Integrar de forma segura y ética las tecnologías de comunicación e información

 

      • Diseñar entornos adaptables y compatibles a la evolución de los modos de vida

 

      • Producir emoción con una arquitectura cargada de significado

 

La arquitectura es el arte de crear las mejores condiciones de vida para los seres humanos construyendo, por medio de la técnica, espacios que emocionan. Saludable es un atributo que expresa una cualidad cuyo fin es conservar la salud corporal e incrementar el bienestar físico, cognitivo y emocional de las personas. Desde la arquitectura, para alcanzar ese objetivo, es necesario diseñar y construir entornos con activos que favorezcan la homeostasis, disminuyan los factores de riesgo de enfermedades y faciliten, refuercen o promuevan la salud humana.

Tras una arquitectura eficiente, ecológica y sostenible, ha surgido un nuevo paradigma que la sociedad contemporánea exige aplicar de forma imperativa: la Arquitectura Saludable.

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Santiago Quesada-García es Dr. Arquitecto, Profesor Titular Universidad, Investigador Responsable del grupo Healthy Architecture & City (TEP-965) e Investigador Principal de los proyectos ALZARQ del Ministerio de Ciencia e Innovación y DETER de la Junta de Andalucía.

Post publicado en el Boletín del IUACC nº 155 del 11 noviembre de 2022