250. TEODORA
Teodora fue, gracias a su matrimonio con el emperador Justiniano, emperatriz del Imperio romano de Oriente entre los años 527 y 548. Su pasado como animadora de la facción de los Verdes del Hipódromo de Constantinopla ha condicionado la imagen que se tiene de ella, especialmente a partir de la información proporcionada por Procopio de Cesarea. Durante el periodo en el que estuvo vinculada a esa facción, conoció a Justiniano, sobrino del emperador Justino I. Antes de ese momento, las fuentes discrepan: algunas consideran que fue prostituta; otras mencionan que tuvo varias parejas, alguno de ellos ocupando cargos de la administración. Parece cierto, que de alguna de esas relaciones tuvo descendencia, al menos una hija y un hijo.
Constantinopolis
El comienzo de la relación entre Teodora y Justiniano fue complicado, especialmente por la distinta procedencia social de ambos y por la oposición de Lupicina, esposa del emperador. El fallecimiento de esta permitió el enlace. En el 527, Justiniano accedió al trono de Constantinopla; en ese momento, el emperador también coronó a Teodora como emperatriz. Teodora tuvo un gran ascendente sobre su marido en materia política y religiosa. Es más, en algunas leyes, Justiniano I la menciona expresamente, elogiándola como su mejor consejera. En este sentido, es fundamental recordar el papel determinante de Teodora en la llamada Revolución Niká; provocada por un enfrentamiento entre las facciones del Hipódromo de la ciudad, que causó grandes destrozos e incendios en la misma, y que estuvo a punto de acabar con el gobierno de Justiniano. Según Procopio, fue Teodora quien, con su firme actitud, convenció al emperador de que debía aguantar e intentar recuperar el control de la ciudad. Es célebre la frase que Procopio pone en boca de Teodora, en la que afirmaba que prefería una mortaja imperial que vivir sin la púrpura.
Teodora intervino activamente en la política religiosa de su esposo; apoyando abiertamente a los monofisitas, que, puntualmente, eran perseguidos por Justiniano. Es muy posible que la emperatriz siguiera esa corriente cristiana, puesto que los autores abiertamente monofisitas la presentan como una emperatriz piadosa, mientras que los calcedonenses dibujan un oscuro retrato de su personalidad. Fundó el convento “de las arrepentidas”, destinado a acoger a mujeres que había tenido una vida vinculada a la prostitución o a actividades moralmente indignas. Aparece representada en uno de los mosaicos de San Vital de Rávena y en un icono del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Su monograma, junto con el de Justiniano, se representa en los capiteles de las columnas de Santa Sofía de Constantinopla. Por todo lo anterior, el gobierno de Justiniano no se puede entender sin su presencia.
Margarita Vallejo Girvés
Universidad de Alcalá de Henares
Representación de Teodora (Detalle del mosaico del emperador Justiniano I del ábside de la iglesia de San Vital) (ca. siglo VI) Rávena.
Fuentes principales
Evagrio, Historia eclesiástica, 4.5.
Juan de Éfeso, Historia eclesiástica, 3.
Procopio de Cesarea, Historia de las guerras, 1; Historia secreta.
Selección bibliográfica
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