96. POMPEYA PAULINA

96. POMPEYA PAULINA

Pompeya Paulina vivió en el siglo I. Su nombre está asociado al de su marido, el filósofo de origen hispano, Lucio Aneo Séneca, pero sobre su vida no conocemos demasiados detalles. Sí se sabe que era oriunda de Arlés e hija de Pompeyo Paulino, perteneciente al orden ecuestre. Sin embargo, su nombre no aparece en las fuentes hasta el final de la vida de su esposo, que había sido preceptor de Nerón y que se vio abocado a un desenlace prematuro y trágico. Tras el asesinato de Agripina a manos de Nerón, Séneca decidió alejarse de la corte y dedicar su vida a viajar y a escribir. 

 

Roma

Arelate

No obstante, las obsesiones de Nerón persiguieron a su maestro y le acusó de haber participado en el intento de Pisón de acabar con su vida. Séneca no estuvo implicado en ninguna conspiración, pero, la consecuencia fue la condena a muerte. Cumplió con lo ordenado y el relato taciteo recoge el intento de Pompeya por seguir los pasos de su esposo. En cambio, a ella no se le permitió consumar la acción porque, según narra el historiador romano, Nerón dio órdenes de evitar su muerte para no cargar con la culpa del suicidio de una inocente contra la que él no tenía ningún recelo. Tácito alude a otra posible causa: la de no ampliar los odios hacia él por la muerte de una mujer que no estaba implicada en ninguna actividad delictiva. 

Aunque se mantuvo a Paulina con vida, la narración asegura que murió poco después de su marido, pues tras el suicidio de éste, nunca volvió a recuperarse. De esta forma, las fuentes retratan a una esposa abnegada, capaz de intentar quitarse la vida ante la falta de su esposo. Ella, de la que no se conocen matrimonios previos, encarna algunas de las virtudes romanas más valoradas en una matrona, como la castidad o ser esposa de un solo hombre. En esta última se mantuvo firme igual que otras mujeres cuyos nombres propios destacan en la historia de Roma, como el de Cornelia. Ambas quedaron viudas y podrían haber contraído matrimonio de nuevo, como era costumbre, sin embargo, las dos permanecieron fieles a la memoria de sus esposos. Pompeya Paulina no tuvo descendencia con Séneca. 

Por tanto, en Pompeya Paulina encontramos un paradigma de mujer virtuosa, decidida a seguir a su esposo en la suerte que a éste se le había impuesto. Pero, cuando a ella se le impidió seguir los pasos de Séneca, se mantuvo fiel a su recuerdo hasta que llegó su final. Séneca mencionó en su obra las bondades de su esposa. Tras la muerte del marido, Paulina demostró con más denuedo el vínculo que la unía al hispano. 

Marta Moreno

Universidad de Sevilla

Nöel Hallé (1700 aprox.). La muerte de Séneca, colección privada.

Fuentes principales

Séneca, Sobre la ira, 35.

Tácito, Anales, 11.16.

Selección bibliográfica

Cantarella, E., Pasado próximo. Mujeres romanas de Tácita a Sulpicia (Madrid 1997).

Cenerini, F., La donna romana. Modelli e realtà (Bologna 20132).  

Pomeroy, S.B., Diosas, rameras, esposas y esclavas (Madrid 1999).

95. MARCIA

95. MARCIA

Marcia fue una matrona romana que vivió en el siglo I. Conocida principalmente por ser la amiga del filósofo Séneca, los datos disponibles sobre Marcia hay que agradecérselos a la consolación que Séneca le dedicó, un discurso personal, dirigido a ella, con el objetivo de apaciguar su dolor por la pérdida de un hijo. Era hija de Aulo Cremucio Cordo, historiador romano de cuya obra apenas se conservan algunos fragmentos. Su padre se vio obligado al suicidio durante el régimen de Sejano, el prefecto del pretorio del emperador Tiberio y, según Séneca, Marcia, que era una mujer inteligente y erudita, fue capaz de valorar la obra de su padre, consiguiendo salvar sus escritos de la quema. Posteriormente, ya durante el principado de Calígula, levantada la prohibición de la obra, Marcia se encargaría de ponerla de nuevo en circulación.

Roma

No obstante, la mayoría de lo que se conoce de Marcia está relacionado con la muerte de su hijo, Metilio. Según se desprende de la obra de Séneca, el amor de Marcia por su hijo la llevó a hacer un luto que se extendía ya por más de tres años, algo totalmente exagerado en el mundo romano y que fomentó en la mujer la entrada en un estado de continua desdicha y depresión. Séneca puso los ejemplos de Octavia, hermana de Augusto y Livia para establecer el modelo a seguir por Marcia. La comparó con Octavia por el largo duelo que esta llevó también con la muerte de su hijo y cómo este comportamiento no era correcto. Por el contrario, Livia, siguió adelante a pesar de haber pasado por la misma experiencia, siendo esa forma de ser la que esperaba de Marcia. Repite la misma fórmula comparándola con otras mujeres, como Cornelia, la madre de los Graco, famosa por su templanza después de la muerte de muchos de sus hijos. Debió ser Marcia una madre ejemplar, dedicada al completo a la tarea de criar a su hijo. Pero también parece que fue una mujer muy necesitada, pues Metilio renunció a un sacerdocio para poder cuidar de Marcia. De hecho, Séneca esperaba que sus dos nietas la ayudasen a llenar ese vacío.

Otra de las características que Séneca retrata de Marcia es lo parecida que era en temperamento a los hombres. Así, alaba en Marcia cualidades como el vigor, la resistencia al dolor y la fatiga y la capacidad para acometer grandes empresas, además de su capacidad para aprender y enseñar. En conjunto, y aunque no se puede obviar el hecho de que Séneca haya podido exagerar su relato en favor de Marcia, la imagen que ha quedado de ella es la de una mujer de alcurnia, bien instruida, buena dirigente del hogar y, sobre todo, madre entregada, a la altura de las más insignes mujeres romanas del momento. Si por algo debe ser recordada es precisamente por la consolación que su amigo le dedicó, pero también por la protección que efectuó sobre el legado de su padre, enfrentándose a un veredicto que habría supuesto el fin de sus escritos.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Sir Lawrence Alma-Tadema (1900). Cortejo vano. Colección privada.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 72, 2.

Séneca, Consolación a Marcia.

Suetonio, Vida de los doce césares, Tito, IV.

Tácito, Anales.

Selección bibliográfica

De Vico, G., “Premesse per una lettura delle Consolationes di Séneca”, GIF 8 (1955) 333-348.

Marcos Celestino, M., “Las Consolationes de Séneca”, Estudios humanísticos. Filología 20 (1998) 69-84.

Meier, M., “Das Ende des Cremutius Cordus und die Bedingungen für Historiographie in augusteischer und tiberischer Zeit”, TYCHE 18 (2003) 91-127.

Monterroso, A., Séneca: la sabiduría del imperio (Córdoba 2018).

94. POPEA SABINA

94. POPEA SABINA

Popea, nacida como Elia, fue una matrona que vivió a mediados del siglo I, conocida por ser la segunda esposa del emperador Nerón. Era hija de Tito Elio, un senador romano caído en desgracia. Su madre, Popea, era una mujer rica, de insigne linaje cuyo padre, Popeo Sabino, fue un ilustre cónsul romano galardonado con un triunfo. La descripción que las fuentes dejan sobre Popea alude a su belleza e inteligencia, sus riquezas y su alcurnia. No obstante, todas coinciden en afirmar su carácter lascivo y su capacidad de manipulación, una imagen que, como en otros casos, está adulterada con el objetivo de ensuciar el recuerdo de mujeres muy influyentes y criticar la figura de un emperador muy desacreditado entre las élites romanas.

Roma

Pero antes de conocer a Nerón, Popea Sabina estuvo casada en dos ocasiones. Contrajo matrimonio a los catorce años con Rufrio Crispino, un ciudadano de rango ecuestre, con quien tuvo un hijo y que fue ejecutado por orden de Nerón, al haber estado vinculado a Mesalina, esposa de Claudio. Se casó entonces con Marco Salvio Otón, futuro emperador de Roma, aunque los autores clásicos ya insinuaban una relación adúltera desde mucho antes con él. También adjudicaban a la pareja un plan para intimar con el emperador Nerón, y cómo Popea entabló una relación con el beneplácito de Otón, que incluso tomaba parte en dichos encuentros. En cualquier caso, a Popea se la relaciona con Nerón desde ese momento, siendo ella la acusada de influir en el emperador para ordenar la muerte de Agripina y de Claudia Octavia, madre y esposa de éste respectivamente.

Se efectuó entonces el divorcio con Otón de mutuo acuerdo entre las tres partes, convirtiéndose Popea en la nueva esposa de Nerón. Manipuladora y letal, así es como aparece reflejada Popea durante su matrimonio, además de simpatizante de los judíos, lo que ha promovido la posterior imagen de Nerón como perseguidor de los cristianos. De la pareja se cuenta además que tuvieron una niña, Claudia, que sólo sobreviviría unos meses, recibiendo tanto ella como la madre el título de Augusta. Tras varios años juntos, Popea encuentra la muerte de una forma extraña y que difiere según las fuentes. Nerón, en un ataque de ira, propinó una patada en el vientre de su esposa, de nuevo embarazada, matándola a ella y a la criatura. Otras versiones cuentan que saltó encima o que se cayó sobre Popea de forma accidental. Sin embargo, lo más probable es que Popea muriese por alguna complicación durante su embarazo.

Los continuos ataques a Nerón por parte de los autores antiguos han dejado una visión de Popea muy negativa, con la pretendida intención de mostrarla como una persona vil y a la altura de su esposo. La realidad que hay que leer detrás de todo ello, es que Popea Sabina fue una mujer muy poderosa, rechazada entre la élite romana precisamente porque supo aprovechar sus oportunidades y mantener un perfil muy cercano al emperador. De hecho, es evidente el aprecio que Nerón tuvo por ella, claramente demostrado a través de los gestos que tuvo, como otorgarle la dignidad de Augusta o divinizarla tras un suntuoso funeral. Tal fue la huella que dejó en Nerón que este mantuvo a su lado a Esporo, un eunuco que tenía un asombroso parecido con su difunta esposa.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Busto de Popea Sabina. Siglo I. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 61.15.

Flavio Josefo, La guerra de los judíos, 1.

Plutarco, Vidas paralelas, Galba, 19.

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón, 35; Otón, 3.

Selección bibliográfica

Avvisati, C., Poppea: cronaca di un omicidio presunto tra potere, intrighi e passioni (Roma 2006).

Barrett, A. A., Agrippina: Sex, Power and Politics in the Early Roman Empire (New Haven 1996).

Champlin, E., Nerón (Madrid 2006).

Lefavre, L., Le Mythe Néron: La fabrique d’un monstre dans la littérature antique (Ie-Ve s.) (Lille 2017).

93. CLAUDIA OCTAVIA

93. CLAUDIA OCTAVIA

Octavia fue una dama romana que vivió a mediados del siglo I. Hija del emperador Claudio, Octavia fue prometida desde su nacimiento con Lucio Silano, su pariente, aunque este fue acusado de infidelidad y terminó suicidándose. Toda esta circunstancia se desarrolló a instancias de Agripina la Mayor, la sobrina y esposa de Claudio, para que Octavia contrajera matrimonio en segundas nupcias con su hijo Nerón en un intento de acercar a este al trono y pasar por encima del teórico heredero legítimo de Claudio, Británico.

 Octavia, ya como esposa imperial, aparece representada en las fuentes como una mujer popular y querida entre el pueblo, fiel a las tradiciones romanas, esposa virtuosa y leal.

Roma

No obstante, esta descripción que de ella transmiten autores como Tácito y Suetonio, no deja de tener cierto componente idealista y poco fiel a la realidad. Octavia es un instrumento para estas fuentes, que la presentan como modelo de virtud, en contraste con la visión negativa y crítica que dejan de Nerón, Agripina y Popea Sabina, la amante y segunda esposa del emperador. 

Durante el matrimonio con Nerón, las fuentes reflejan la infelicidad de la mujer. De nuevo se ve el contraste entre una esposa irreprochable y fiel, que reprimía sus emociones ante un Nerón que la odiaba y maltrataba, manteniendo relaciones también con otras mujeres. Quizá por instigación de Popea Sabina, que estaba embarazada, Nerón terminó divorciándose de Octavia bajo la excusa de su infertilidad, decisión muy criticada por el propio pueblo dado el linaje de su esposa y su talante irreprochable. Nerón se casó días después con Popea y terminaría exiliando a Octavia en la isla de Pandataria (hoy Ventotene) con la acusación de infidelidad. Esta decisión, según ha quedado recogido, no fue aceptada por el pueblo que reclamó la liberación de Octavia. No obstante, el emperador ordenó su ejecución.

En definitiva, la imagen que se nos ha legado de Claudia Octavia no deja de estar tan adulterada como la de Nerón, Agripina o Popea, es la luz en la oscuridad que nos presentan los autores antiguos. Fue recordada por su dignidad y templanza, pero las conclusiones que se pueden sacar sobre ella es que tuvo la mala fortuna de vivir de primera mano las conjuras palaciegas de su familia y, al contrario que otras mujeres, no dispuso de la astucia o los recursos necesarios para poder sobrevivir en un mundo de constantes intrigas. Octavia pasará a la historia como modelo de virtud, de esposa perfecta y amada por su pueblo, que es, a fin de cuentas, lo que los autores han querido legar de ella.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Busto de Claudia Octavia. Siglo I. Cleveland Museum of Art, Ohio.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 60.31.7.

Plutarco, Vidas paralelas, Galba-Otón, 1-29.

Séneca, Apocolocintosis, 8.1.

Suetonio, Vida de los doce césares, Claudio, 27; Nerón, 7.8.35.46. 

Tácito, Anales, 12.3.38; 13.16.18; 14.58.60.61.63.64.

Selección bibliográfica

Barrett, A.A., Agrippina: Sex, Power and Politics in the Early Roman Empire (New Haven 1996).

Champlin, E., Nerón (Madrid 2006).

Lefavre, L., Le Mythe Néron: La fabrique d’un monstre dans la littérature antique (Ie-Ve s.) (Lille 2017).

Schulz, V., Deconstructing imperial representation: Tacitus, Cassius Dio, and Suetonius on Nero and Domitian (Leiden 2019).

92. ESTATILIA TIRANIS

92. ESTATILIA TIRANIS

Estatilia Tiranis, liberta de Tito, fue una pedagoga de origen griego que vivió en Roma en la primera mitad del siglo I. La placa funeraria que la recuerda proviene del gran columbario que acoge a los libertos y esclavos de la familia Statilia, que se ubicaba en el Esquilino de Roma. Sin duda, tras su manumisión, la antigua esclava había continuado al servicio de su dueña en la función de pedagoga, hasta que a su muerte fue enterrada en una gran tumba común para los sirvientes de la familia de la élite.

La gens Statilia a la que Tiranis pertenecía era la importantísima familia aristocrática de rango senatorial de Tito Estatilio Tauro, un alto militar del círculo de Augusto. Una de sus hijas, conocida como Estatilia la Mayor, fue esposa de Lucio Calpurnio Pisón, augur y cónsul en el año 1 a. C. 

Roma

Al servicio de esta relevante familia estaban muchos de los esclavos y libertos que se enterraron en el sepulcro colectivo. En muchas de estas grandes casas el número de dependientes adscritos al servicio doméstico en diferentes funciones podía alcanzar cifras muy altas, hasta centenares de personas. En el caso concreto de los Statilii, tenemos documentada una amplia variedad entre lacayos, cajeros y gestores de asuntos financieros, costureras, parteras, nodrizas o ayudas de cámara. Entre ellos se incluyen varios pedagogos que lo fueron de diversos miembros de la familia. Así, junto a Tiranis, sabemos por otra inscripción que uno de sus compañeros, Tito Estatilio Zabda, igualmente liberto, estaba también asignado a la educación de Estatilia la Mayor.

El oficio de pedagogo, de marcado carácter servil, implicaba en principio la función de tutor y acompañante de los niños -es este el sentido etimológico del término- en el camino a la escuela, supervisando su comportamiento, atendiendo a su vigilancia y a su protección frente a posibles peligros fuera del ámbito doméstico. También se ocupaba de supervisar sus estudios en casa apoyándole en sus deberes escolares. Pero sus tareas implicaban igualmente una responsabilidad de mayor alcance al confiársele la educación moral del adolescente y la formación de su carácter a tono con las buenas costumbres y los modos de comportamiento socialmente apreciados.

Conocemos muchos pedagogos varones, muchos de ellos adscritos al cuidado de niñas, pero no faltan ejemplos de mujeres desempeñando esta función. La mayoría son de condición libre y operan en el interior de la casa, con pupilas de rango aristocrático pertenecientes a las élites adineradas y cultas que gustan de contar con tutoras a las que confiar la educación de sus hijas. También se las encuentra ocupándose de los niños, de manera que probablemente los educadores de ambos sexos trabajaban de forma conjunta. 

Salvador Ordóñez Agulla

Universidad de Sevilla

Fragmento del epígrafe funerario de Estatilia Tiranis. Siglo I. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 6331 = ILS 7447b = EDR 112743.

Selección bibliográfica

Caldelli, M.L., Ricci, C., Monumentum familiae Statiliorum. Un riesame (Roma 1999).

Hemelrijk, E.A., Women and Society in the Roman World. A Sourcebook of Inscriptions from the Roman West (Cambridge 2020).

Malaspina, E., “La terminologia latina delle professioni femminili nel mondo antico”, Mediterraneo Antico 6.1 (2003) 347-391.    

Marrou, H.I., Historia de la educación en la Antigüedad (Madrid 1985).

Zaccaria, C., “Paedagoga: un «optional extra»?”, en Buonopane, A., Cenerini F., (eds.), Donna e lavoro nella documentazione epigrafica (Faenza 2003) 23-41.  

91. JULIA DRUSILA

91. JULIA DRUSILA

Hija de Germánico y Agripina la Mayor, perteneciente, por tanto, a la dinastía Julio-Claudia, Julia Drusila vivió entre los años 18 y 38. Su corta existencia estuvo marcada por los intereses de la corte imperial, jugando un papel importante en la vida pública de ese momento como lo hicieran también su madre y hermanas. A la muerte de Germánico y tras la conspiración contra Tiberio que urdieron su madre y su hermano Nerón, tuvo que acompañar a aquella al exilio a la isla Pandataria. 

Posteriormente, se casó con el cónsul Lucio Casio Longino en el año 34, si bien este matrimonio no duró mucho pues Calígula tenía otros planes para ella. Así, contrajo matrimonio con Marco Emilio Lépido, hijo del cónsul homónimo

Roma

Este enlace suscitó diversas opiniones y rumores que han perdurado en las fuentes, siendo vilipendiada por mantener una relación incestuosa con su hermano. Sea como fuere, lo cierto es que era la favorita del emperador, que siempre mostró un amor desmedido hacia Julia Drusila. De hecho, en una ocasión, preso del delirio propio de la enfermedad, la declaró heredera al trono imperial. 

Murió en el año 38 sin descendientes y dejando a Calígula un terrible dolor. Suetonio cuenta que suspendió todos los asuntos del gobierno y, durante un tiempo, fue delito reír, bañarse o comer en familia. Proclamó su divinidad y la única hija que tuvo con Cesonia llevó el nombre de su querida hermana. La figura y vida de Drusila han sido muy popularizadas no sólo por el relato de los autores clásicos sino también por obras como la del escritor Robert Graves, Yo, Claudio en su primera edición inglesa en 1934; el largometraje Calígula de Tinto Brass en 1979, o la serie de la BBC basada en la novela del autor británico.

Patricia Téllez Francisco

Universidad de Sevilla

Posible busto de Julia Drusila. Siglo I. Gliptoteca, Múnich.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 59.11.

Suetonio, Vida de los césares, Calígula, 21.

Selección bibliográfica

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Emperatrices romanas: sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012).

Rodrigues, N.S., “Agripina e as outras. Redes femeninas de poder nas cortes de Calígula, Cláudio e Nero” Gerión 26, 1 (2008) 281- 295.

90. AGRIPINA LA MENOR

90. AGRIPINA LA MENOR

Agripina se encuentra muy ligada a su hijo Nerón y a la ambición desmedida de una madre extravagante. Actuó como una mujer de la domus Augusta, acostumbrada a moverse en los círculos dirigentes. Era hija de Agripina la Mayor y de Germánico, nietos respectivamente de Augusto y Livia. Con solo cuatro años perdió a su padre, pero su madre no dejó de involucrarse en la política de la corte imperial, siendo víctima de la persecución de Tiberio. En ese ambiente, se casó a los 13 años con Cneo Domicio Enobarbo, hombre poderoso y de costumbres desordenadas, padre de su hijo Nerón.

 Durante los primeros años del gobierno de su hermano Calígula, Agripina y sus hermanas gozaron del favor imperial, aunque pronto se evidenciaron los desvaríos de aquel. Se la acusó de conspirar contra Calígula y fue exiliada en el año 38.

Roma

Dejó a su hijo Nerón al cuidado de su cuñada Domicia Lépida. A la muerte del emperador, regresó a Roma. Al enviudar, contrajo matrimonio con Lucio Cornelio Sila Félix en el año 41 y, cuando éste murió, con Cayo Salustio Crispo Pasieno. Ante todo, Agripina se preocupó por el futuro político de Nerón, descendiente directo de Augusto y Livia.

Tras la muerte de Mesalina, Agripina se convirtió en la última esposa de su tío, el emperador Claudio. Esta unión incestuosa necesitó la autorización del Senado. Agripina pareció controlar la voluntad de Claudio, consiguiendo casar a Nerón con Octavia, la hija de aquel, e imponerlo como sucesor en detrimento de Británico, su propio hijo. Cuando Claudio falleció en el 54, Nerón fue nombrado emperador con 16 años.

Por su corta edad, su madre Agripina y su preceptor, Séneca, se encargaron de controlar el Imperio, pero sus diferencias no dejaron de acrecentarse desde el principio. Quizá por el afán de no presentarse como el varón manipulado por una mujer, o por la habilidad del filósofo para imponer su criterio ante Nerón, al final Agripina fue apartada del poder. Nerón manifestó su rechazo filial ordenando el asesinato de su madre en el año 59. Corrió el rumor de que intentó seducir a su hijo para recuperar su apoyo; también se le atribuye a Nerón la iniciativa, como síntoma de su depravación moral.

En los avatares de luchas familiares por el poder, transcurrió la vida de Agripina. Sus coetáneos exaltan la imagen de madre controladora y su afán por involucrase en la gestión del gobierno. Quizá consciente de las biografías que otros crearían, escribió unas memorias, pero están perdidas.

Rosa María Cid López

Universidad de Oviedo

Busto de Agripina la Menor. Fondo Emeritense, siglo I. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 58.20.1; 58.22.5-9; 59.3; 4-5; 59.9.1; 59.26.5-6; 60.4.1; 61; 62.6.2; 62.14.1-4; 62.16; 1-5; 62. 17. 1-2.

Roman Imperial Coinage, I2, 33. Sestercio acuñado en el año 37, con la presencia de Agripina, Livia y Drusila  [Online Coins of the Roman Empire: RIC I (second edition) Gaius/Caligula 33 (numismatics.org)]

Suetonio, Vidas de los doce césares,  Calígula, 7.15.3; 24.1-3; 29.1; 36.1; 39.2; 43;  44.1-2; Claudio, 26.3; 29.2; 39.2; 43; 44. Nerón, 5.2; 6. 3-4; 7.1; 8.9; 28.2; 34.5; 35.4; 39.2-3; 40.4; 46.1; 52; Tiberio, 53-65.

Tácito, Anales, 4.53.2; 75.1;  11.12.1; 12.2-69; 13.1-21; 14.1-57; 15.50.3; 16.14.1; 21.1.

Selección bibliográfica

Barret, A.A., Agripina. Sex, Power and Politics in the Early Empire (New Haven 1996). 

Cenerini, F. (2009). Dive e donne. Mogli, madri, figlie e sorelle degli imperatori romani da Augusto a Commodo (Imola 2009). 

Cid López, R.M.ª, “Imágenes del poder femenino en la Roma antigua. Entre Livia y Agripina”, Asparkía 25 (2014) 179-201.

Cid López, R.M.ª, “Madre poderosas e hijas invisibles en la Domus Caesarum. Ortodoxias y heterodoxias del poder femenino”, en Pérez Sánchez, D., Rodríguez Gervás, M., El poder en la Antigüedad. Ortodoxias y heterodoxias. Homenaje a María José Hidalgo de la Vega (Salamanca 2017) 119-146. 

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas. Sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012). 

Southon, E., Agripina, la primera emperatriz de Roma (Madrid 2019; 1ª ed. en inglés, 2018).

89. MESALINA

89. MESALINA

Mesalina, que vivió entre los años 25 y 48, fue la hija de Domicia Lépida y Marco Valerio Mesala Barbado. Emparentada con la familia imperial, pero procedente de una rama empobrecida, tuvo que aceptar la proposición de matrimonio que le realizó Claudio, quien era casi treinta y cinco años mayor que ella. Con él tuvo dos hijos, Octavia, la primera esposa de Nerón, y Británico, que nació apenas veinte días después de que Claudio fuera proclamado emperador.

Durante los primeros años del reinado de su esposo, Mesalina llevó a cabo una intensa actividad entre bambalinas gracias a la cual consiguió eliminar a buena parte de sus rivales, como Julia Livila, una de las hermanas del fallecido Calígula. Ya más asegurada en el poder, el Senado quiso nombrarla Augusta al poco de nacer su hijo Británico

Roma

Sin embargo, Claudio, que no quería dar la impresión de estar creando una dinastía, rechazó estos honores, lo que probablemente no le sentara bien a Mesalina y comenzó a abrir una brecha entre ambos. Para enrarecer aún más su relación, la vuelta a Roma de Agripina la Menor, otra de las hermanas de Calígula, y madre del futuro Nerón, hizo ver a Mesalina que su posición, y la de sus hijos, podía estar amenazada si esta mujer conseguía seducir a su marido. Para defenderse se rodeó de personajes ilustres, desde senadores a algunas de las principales personalidades del palacio imperial. Según afirma Suetonio, Mesalina trató de asesinar a Nerón.

Finalmente, en un intento desesperado de mantener tanto su posición social como la de sus hijos, Mesalina terminó aceptando la proposición de su amante, Gayo Silio, de casarse con ella adoptando como hijo a Británico. Tácito afirma que este enlace se materializó en el momento mismo en que el emperador se encontraba en Ostia realizando unos sacrificios. Una vez informado de lo que había sucedido en su ausencia, Claudio solo fue capaz de preguntar si todavía seguía siendo el emperador. Ante su indecisión, fueron los libertos imperiales quienes tomaron las riendas de la situación, obligándole a decretar las muertes tanto de Mesalina como de Silio. Aquella, aterrorizada ante las consecuencias de su fracaso, acudió al palacio para rogar por su vida. Su esfuerzo fue vano, pues el liberto Narciso evitó que fuera recibida por Claudio y mandó que fuera ejecutada.

            La imagen de Mesalina, sin embargo, no suele ser recordada por este complot dirigido contra su esposo Claudio, sino por su promiscuidad. Así, Juvenal, en sus Sátiras la califica de meretrix Augusta, y afirma que, cuando dormía el emperador, abandonaba el palacio para ejercer la prostitución en un burdel. Plinio el Mayor recoge, en su Historia natural, una noticia similar. Así, afirma que Mesalina llegó a competir contra una famosa prostituta romana, Escila, para ver cuál de las dos era capaz de acostarse con más hombres en veinticuatro horas. Mesalina venció, llegando a unirse con veinticinco hombres diferentes. Lo más probable es que, lejos de esta imagen, Mesalina fuera una ambiciosa mujer de la familia imperial que hizo lo que consideró más oportuno para el mantenimiento no solo de su estatus personal, sino también las posibilidades sucesorias de su descendencia.

Borja Méndez Santiago

Universidad de Oviedo

A. Pigma (1911). Cuando Claudio está fuera, es Mesalina quien gobierna. Colección privada, Nueva York.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 60.12.5.

Juvenal, Sátiras, 6.114-132.

Plinio, Historia natural, 10.85.

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón 6.4.

Tácito, Anales, 11.26-38.

Selección bibliográfica

Castorio, J.-N., Messaline. La putain impériale (Paris 2015).

Domínguez Leiva, A., Messaline, impératrice et putain. Généalogie d’un mythe sexuel (Dijon 2014).

Ehrhardt, C., “Messalina and the Succession to Claudius”, Antichton 12 (1978) 51-78.

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., “La imagen de la ‘mala emperatriz’ en el Alto Imperio: Mesalina, meretrix Augusta”, Gerión 25, 1 (Extra 1) (2007) 395-409.

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas: sueños de púrpura y oro (Salamanca 2012).

88. LUCANIA BENIGNA

88. LUCANIA BENIGNA

Lucania Benigna fue una mujer que vivió en el siglo I en la ciudad romana de Suasa (provincia de Ancona, Italia). No sabemos con exactitud cuál era su condición social, pero pudo haber tenido orígenes serviles alcanzando la libertad tras su manumisión. Su compañero sentimental fue el también liberto Sexto Ticio Primo. Desconocemos los motivos que impidieron la formación de un matrimonio legítimo reconocido por el derecho romano entre ellos. Sin embargo, ambos tuvieron la posibilidad de formar un concubinato que se mantuvo hasta el final de sus vidas. El liberto Primo protagonizó un destacado ascenso social, ocupando el cargo de sacerdote del culto imperial (sevir) y obteniendo bastante prestigio a nivel local. A pesar de no ser considerada una esposa legítima, Lucania Benigna pudo disfrutar de la posición de aquel.

Suasa

Contamos con una imagen de su rostro, ya que ella fue retratada en el monumento funerario que Primo encargó para toda su familia. Tanto Primo (centro) como Benigna (derecha) aparecen representados con una edad ya avanzada. Asimismo, ellos se representaron acompañados por una liberta de la pareja, Ticia Creste (izquierda), que lleva en sus brazos a una niña pequeña llamada Cloe (izquierda). Esta última fue calificada en el texto como delicium, término afectivo con el que, a veces, se designaba a los esclavos que nacían en una casa y eran criados por sus dueños. La ausencia de menciones sobre la descendencia de la pareja en el epitafio hace presuponer que no tuvieron hijos y que Cloe fue tratada como si lo fuera, de ahí que aparezca representada en el relieve como un miembro importante de la familia. A pesar de no tener hijos, Lucania Benigna no fue repudiada y se mantuvo unida en un concubinato a Ticio Primo. La fecha de su fallecimiento se produjo durante los años del reinado del emperador Claudio. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Epígrafe de Lucania Benigna. Siglo I. Museo Archeologico Nazionale delle Marche, Ancona.

Fuentes principales

CIL XI, 6176 = AE 1985, 371. 

Selección bibliográfica

Bacchielli, L., “La stele del seviro Sesto Tizio Primo da Svasa”, Picus. Studi e ricerche sulle Marche nell’antichità 2 (1982) 2-7. 

Cidoncha Redondo, F., El concubinato y el contubernio en la sociedad romana (siglos I a. C. – III d. C.) (Sevilla 2021). 

Mander, J., Portraits of Children on Roman Funerary Monuments (Cambridge 2013). 

 

87. LICINIA PRISCA

87. LICINIA PRISCA

Licinia Prisca era una liberta, de Thugga (en la actual Túnez) que vivió a mediados del siglo I, y al menos cinco inscripciones halladas en la ciudad se relacionan con ella y su entorno familiar. Su patrono fue Marco Licinio Rufo, militar de rango ecuestre, sacerdote a perpetuidad del culto imperial en la vecina Cartago, y patrono protector de la comunidad de Thugga

Prisca se casó con Marco Licinio Tirano, liberto también de Marco Licinio Rufo y, por tanto, antiguo compañero de servidumbre. No era extraño que los esclavos de un mismo dueño entablaran relaciones informales de tipo conyugal entre ellos, que, una vez manumitidos se convertían en matrimonios legítimos.

Thugga

El rico y prestigioso patrono de la pareja tenía propiedades territoriales e intereses económicos en la zona de Thugga, que gestionaba a través de sus libertos de confianza, Tirano y Prisca. Igualmente, se apoyó en ellos para desarrollar acciones evergéticas en la ciudad de Thugga. La información epigráfica muestra que la pareja de libertos, a su vez, aprovechó esta confianza de su patrono para desarrollar su propio proyecto de promoción social en la ciudad. 

Licinia Prisca compartió con su marido la financiación de un pequeño templo a Ceres Augusta, en cumplimiento de un voto a la divinidad por la salud de su patrono. Finalmente, y en relación con la consecución de su sacerdocio, Licinia Prisca decide pagar con su dinero un templo a Venus Concordia en el foro de Thugga. La generosidad de Prisca y Tirano hacia su comunidad y el apoyo de Marco Licinio Rufo tuvieron su recompensa, recibiendo la primera el cargo de sacerdotisa perpetua del culto imperial de la ciudad y el segundo el título honorífico de patrono de Thugga. A pesar de su origen servil, ella fue la sacerdotisa del culto imperial más antigua conocida en Thugga.

Henar Gallego

Universidad de Valladolid

Fragmento de arquitrabe del templo de Ceres Augusta en Thugga. Siglo I. Actual Dougga.

Fuentes principales

CIL VIII, 26464, 26518, 26603.

AE 1969/70, 650, 652.

Selección bibliográfica

Bertolazzi, R., “Priestesses’ Euergetism in Roman Africa: the Case of Thugga”, Epigraphica 78 (2016) 88-90.

Martínez López, C., Gallego Franco, H., Mirón Pérez, M.ªD., Oria Segura, M., Constructoras de ciudad. Mujeres y arquitectura en el occidente romano (Colección Mujeres, Historia y Feminismos 4) (Granada 2019).