60. ANTONIA LA MENOR
Antonia era hija de Octavia, la hermana de Augusto, y de Marco Antonio. Nació en Atenas y se crio sin la presencia de su padre que vivía una relación adulterina con la reina de Egipto, Cleopatra VII, con la que se casaría tras divorciarse de su madre. Su infancia transcurrió en Roma junto a estas y a sus tíos Octavio y Livia. Cuando Octavio se convirtió en Princeps pasó a formar parte de la domus Augusta y fue casada con Druso el Mayor, hijo de su tía política Livia. Con él tuvo tres vástagos: Germánico Julio César, Livila y Claudio Druso, quien fue el cuarto emperador de Roma. De esa unión surgieron los cimientos familiares de los que se nutrió la dinastía Julio-Claudia. Antonia fue madre del emperador Claudio, abuela de Calígula y bisabuela de Nerón.
Roma
Desde muy niña tuvo que acostumbrarse a la proyección pública de su familia y a soportar la desgracia. Quedó viuda joven y mantuvo un papel discreto en el seno de la casa imperial, sin gozar de la amistad de su suegra, ni tampoco de la de su nuera, Agripina la Menor. Soportó con entereza la muerte sospechosa de su hijo Germánico, haciéndose cargo del cuidado de sus nietos, junto con aquella, preocupada, tras este acontecimiento funesto en recuperar la dignidad imperial de sus hijos varones.
Descubrió ante su cuñado Tiberio la conjura en la que participaban su hija Livila y el prefecto del pretorio, Sejano. Según la versión de los hechos dada por Dion Casio, Antonia recibió a su hija culpable, quien la encerró en una de las habitaciones de palacio donde la dejó morir de inanición. Esta forma de pena capital era la más antigua aplicada en el seno de las familias romanas a las mujeres que faltaban a la castidad y al pudor.
Cuando su nieto Calígula accedió al trono imperial le concedió el título de Augusta que ella rechazó sin reparos. La compleja y delirante personalidad de aquel se manifestó pronto en su forma de gobierno y en su comportamiento diario. Mandó asesinar a su primo Gemelo, hijo de su tía Livila y de Druso el Menor, hijo de Tiberio, bajo la infundada sospecha de conspiración contra su persona. Antonia, abuela de ambos, no pudo soportar más tanta desgracia y se suicidó. Otras versiones contemplan la posibilidad de que hubiera sido envenenada por su nieto Calígula. Al llegar al poder, Claudio concedió honores fúnebres a su madre y le otorgó el título póstumo de Augusta, a pesar de que ella nunca había sentido especial predilección por su hijo pequeño. Antonia fue un vehículo eficaz de la política hereditaria de su tío Augusto, cuyos efectos sufrió durante toda su vida.
Pilar Pavón
Universidad de Sevilla
Fuentes principales
Dion Casio, Historia romana, 57.12.4.
Suetonio, Vida de los doce césares, Cayo Calígula, 1.3.27.
Tácito, Anales, 3.3.
Selección bibliográfica
Kokkinos, N., Antonia Augusta: Portrait of a Great Roman Lady (London 1992).
Núñez Paz, M.ª.I., “Antonia Minor. Más allá del exemplum matronae”, Rodríguez López, R., Bravo Bosch, M.ªJ. (eds.), Mujeres en tiempos de Augusto. Realidad social e imposición legal (Valencia 2016) 471-494.
Pavón, P., “Mujeres de Germánico: visibles y marginadas según la historiografía altoimperial”, González Fernández, J., Bermejo Meléndez, J. (eds.), Germanicus Caesar, entre la historia y la leyenda, Onoba monografías 7 (Huelva 2020) 79-98.
Segenni, S., “Antonia Minore e la domus Augusta”, SCO, 44 (1994) 297-331.