Pero ¿qué sabemos, por ejemplo, de la muy vinculada a Sevilla Carmen de Berróstegui, amiga de otra emblemática autora de la prensa de la época, la sevillana Antonia Díaz[7]? Hoy es prácticamente una desconocida, incluso desde el ámbito académico, y ello a pesar de ser considerada por sus coetáneos una de las más relevantes y escasas autoras dignas de ser destacadas en las obras que nos hablan de la Sevilla decimonónica. Así lo pone de manifiesto José Velázquez y Sánchez, cronista de la ciudad, en sus Anales de Sevilla (1800-1850), publicados en 1872, al referirse a Carmen de Berróstegui, a la sevillana Amparo López del Baño o a otra relevante gaditana, Ángela Mazzini (madre de la también autora Victorina Bridoux y Mazzini que, a su vez, entablaría amistad en la ciudad de la Giralda con una sevillana de fama internacional en su tiempo, Amalia Domingo Soler). Velázquez y Sánchez alude a las tres primeras entre las “inspiradas” autoras de la Sevilla del momento (p. 667), cuyas firmas, junto con las de otras muchas autoras, encontramos de forma recurrente en la prensa sevillana del XIX y cuyos nombres, en torno al centenar, pretendemos rescatar del olvido a través de una investigación que catalogue y analice su obra en estas cabeceras.
En este sentido, a raíz de este estudio podemos clasificar la producción de las periodistas-escritoras en la prensa de la Sevilla decimonónica en función de tres grandes corrientes: las más conservadoras (entre la que podríamos situar a Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero, como cabeza visible), las liberales moderadas (a las que podría representar Gertrudis Gómez de Avellaneda, que también firma como La Peregrina, Felipe Escalada, La Golondrina o Dolores Gil de Taboada) y las liberales avanzadas (entre las que encontramos a Amalia Domingo Soler o Lelia). El grupo de las más conservadoras sería el de aquellas que muestran un posicionamiento más tradicionalista, aunque en ellas ya observamos también la incipiente presencia del liberalismo a través, sobre todo, de una muy tímida defensa de los derechos de la mujer, especialmente como autora, y del movimiento antiesclavista, como vemos en la obra de las ya mencionadas Antonia Díaz o Carmen de Berróstegui, entre otras.
“…a raíz de este estudio podemos clasificar la producción de las periodistas-escritoras en la prensa de la Sevilla decimonónica en función de tres grandes corrientes: las más conservadoras (entre la que podríamos situar a Cecilia Böhl de Faber […]), las liberales moderadas (a las que podría representar Gertrudis Gómez de Avellaneda […]) y las liberales avanzadas (entre las que encontramos a Amalia Domingo Soler […])”
Estos atisbos de liberalismo se tornan ya bastante más visibles en el caso de las liberales moderadas, en lo que respecta, por ejemplo, a cuestiones como una más afianzada defensa del papel de la mujer en la sociedad y del abolicionismo, así como, sobre todo, a una más flexible interpretación de la fe católica. Esta se expresa pues en frecuente consonancia con una religiosidad de la naturaleza de influencia inglesa, aunque sin que se produzca aún un rupturismo con los cánones de la Iglesia. Tampoco con la monarquía como pilar político y social, pero ya más aceptada en su alianza con los principios del régimen liberal. Gertrudis Gómez de Avellaneda, de hecho, será buena prueba de ello.
Como Fernán Caballero, compartirá amistad con Isabel II, como vemos en su composición “A los reales sitios”[8], publicada en El Album de las Bellas (1849), pero mostrando una actitud bastante más atrevida en cuanto al tratamiento de los temas que vemos en sus publicaciones en la prensa sevillana de la época. Y todo ello irá bastante más allá con las autoras que hemos denominado liberales avanzadas, tanto en el terreno de la política, con pensamientos más progresistas o demócratas, como, de manera esencial, en el ámbito de lo religioso y lo social, con la manifestación de posicionamientos más rupturistas. Así sucede con la aceptación de las creencias espiritistas y de actitudes feministas mucho más contundentes, aunque sin caer en el radicalismo más extremo presente en otras autoras coetáneas de la prensa andaluza, especialmente de las fourieristas gaditanas.
[7] Así podemos constatarlo con “El silencio será nuestra poesía. Para el álbum de la señorita Dª Carmen de Berrostegui”, poema de Antonia Díaz que quedó inédito, pero recuperado de los testimonios manuscritos de sus primeros años como autora, custodiados en los fondos de la Fundación José Manuel Lara, por Marta Palenque e Isabel Román Gutiérrez (2007, pp. 132-136). [8] En las pp. 220-222, tomo 4º, Nº 40.