ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende por envejecimiento activo como “el proceso de potenciar al máximo las oportunidades para mejorar la salud, la participación y la seguridad. El objetivo es extender la calidad y esperanza de vida a edades avanzadas”.

Según datos de la OMS, entre los años 2015 y 2050 se prevé un aumento del 12% al 22% del número de personas con más de 60 años. La población mundial mayor de 100 años crecerá desde las 13.551 personas en 2014 hasta 372.000 en 2064. Esto constituye un importante reto para los servicios de promoción y prevención de la salud a nivel mundial. Por ello las Naciones Unidas incluyó en su Agenda 2030 el objetivo de garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todas las edades. La profesora y arquitecta Blanca Lleó indica en su investigación Vivir 100 años que, en el año 2022 habrá en España una población de 9,7 millones de personas por encima de los 64 años, con una esperanza de vida de 87 años en las mujeres y 82 en los hombres.

A la vista de estos datos, los sistemas sanitarios occidentales, sus valores culturales e incluso la concepción del tiempo, deberán ser revisados. Este importante cambio demográfico tendrá repercusiones sobre la economía, así como en el modelo del Estado del Bienestar y su financiación.

Es necesario, por tanto, una revisión y un replanteamiento en los modelos de vida, de la forma de habitar y de la planificación de las ciudades con el objetivo de cubrir las necesidades precisas de la cuarta edad y aportarle unas posibilidades que respondan al aumento en su esperanza de vida.

Durante la última década del pasado siglo se ha pasado de considerar los procesos unidos al envejecimiento poblacional como hechos patológico a considerarlos con una visión positiva. Desde este punto de vista, la cuarta edad o última etapa de la vida se asocia con una oportunidad más para aprovechar el progreso técnico y tecnológico, gozando de un mayor bienestar y alcanzar una existencia lo más plena, productiva y satisfactoria posible. Algunos países desarrollados, como el Reino Unido en el informe HAPPI, han comenzado a implementar políticas y estrategias a largo plazo para resolver con inteligencia y eficacia este reto.

Los factores genéticos determinan el proceso de envejecimiento pero los aspectos conductuales y ambientales superan la importancia de lo biológico en una proporción de un 75% frente al 25%. En este sentido, la Arquitectura tiene un papel fundamental para dar respuesta como disciplina a las nuevas necesidades que la sociedad demanda cada vez con más intensidad. Será necesario repensar la ciudad del futuro generando edificios, viviendas y espacios que sean capaces de ajustarse a los requerimientos de una sociedad cada vez más envejecida.

La Arquitectura como disciplina crea las mejores condiciones de vida para el ser humano con los recursos que tiene a su alcance, y tiene la capacidad de abordar con garantías este urgente e inaplazable reto. La práctica arquitectónica, uniendo arte y técnica, puede conseguir que el entorno del habitante se adapte a sus cambiantes necesidades, facilitando espacios físicos más seguros, más accesibles y mejor personalizados, de forma que sus actividades de la vida diaria mejoren y exista una adecuada interactuación con el medio en el que habita.