20. CORNELIA

20. CORNELIA

Cornelia era hija de Escipión Africano, vencedor de Zama que en el año 202 a. C. había derrotado al enemigo púnico, y de Emilia Tercia, una dama de la élite. Recibió una notable educación, marcada por el filo-helenismo. Su padre acordó su matrimonio con Tiberio Sempronio Graco, un antiguo rival, que, de esta manera, se convertía en aliado. Cornelia era treinta años más joven que su marido y aportó una dote de 50 talentos de plata mostrando la enorme riqueza de su familia. Esta unión debió producirse entre los años 165 y 162 a. C., cuando Escipión había fallecido, pero pudo haberla pactado con anterioridad. 

Una vez casada, Cornelia fue fiel a su marido y destacó por su extraordinaria fertilidad, tuvo doce hijos, el último póstumo. Aunque solo tres llegaron a la edad adulta. Tras enviudar, Cornelia decidió no volverse a casar, a pesar de que Ptolomeo VIII, rey de Egipto, le pidió matrimonio.

Roma

Permaneció fiel a la memoria de su marido, y dedicada a la educación de sus hijos. Buscó a los mejores preceptores de la filosofía estoica como Blosio de Cumas, que marcaron la formación sobre todo de los varones. Casó a su hija Sempronia con otro Escipión, un personaje de la élite, para afianzar la posición de la familia en los círculos de poder. Pero sobre todo se preocupó por la carrera política de Tiberio y Cayo, y buscó alianzas entre los fieles amigos de su padre y de su esposo. 

Tiberio y Cayo Graco fueron tribunos de la plebe y parecía que seguirían el cursus honorum propio de los individuos de su posición social. Pero, ante los problemas de la República, sus decisiones, que pretendían atender reivindicaciones de la plebe, provocaron la ruptura de los grupos dirigentes y murieron de forma violenta a manos de sus enemigos; primero Tiberio en el 132 y Cayo pocos años después. Se dice que Cornelia no aprobó la política de su hijo menor y Cornelio Nepote transmite unas cartas que, supuestamente, ella le escribió para pedirle que rectificase su actuación. Al margen de la certeza de estos textos, fue muy apreciada por los partidarios de sus hijos, quienes le dedicaron una estatua como “madre de los Graco”; tiempo después Augusto añadió que había sido “la hija de Escipión”. Se desconoce la fecha de su muerte, pero debió suceder en las últimas décadas del siglo II a. C.

Rosa María Cid López

Universidad de Oviedo

CIL VI, 10043. Inscripción de Cornelia africana, madre de los gracos. (Siglo II a. C.). Tabularium, Roma.

Fuentes principales

Cornelio Nepote, Vidas, Fragmentos, 29.

Plutarco, Vidas paralelas, Tiberio Sempronio Graco, 1. 4-7;  4; 8.7; 13; 19.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 4.2.3; 4.4; 4.6.1; 6.7.1.

Selección bibliográfica

Bravo Bosch, M.ªJ., Mujeres y símbolos en la Roma republicana: análisis jurídico-histórico de Lucrecia y Cornelia (Madrid 2017). 

Casamayor Mancisidor, S., “Mujer y memoria en la Roma republicana. Cornelia, matrona ejemplar”, en Cabrera, M., López Cordero, J.A. (eds.), VIII Congreso Virtual sobre Historia de las mujeres (2016) 141-163.

Cid López, R. M.ª, “La matrona y las mujeres de la Roma antigua. Un estereotipo femenino a través de las imágenes religiosas y las normas legales”, en Martínez Quinteiro, E. (coord.)  Mujeres en la historia, el arte y el cine  (Salamanca 2011) 55-70. 

Dixon, S., Cornelia. Mother of the Gracci  (London 2007).

19. CLAUDIA, hija de Apio Claudio Pulcro

19. CLAUDIA, hija de Apio Claudio Pulcro

Vestal e hija del patricio y cónsul en el año 143 a. C. Apio Claudio Pulcro, aprovechó la inviolabilidad de la que gozaban las sacerdotisas y subió en el carro de su padre para que ningún tribuno de la plebe pudiera impedir el triunfo celebrado ilícitamente por este sobre la tribu alpina de los salasos.

Valerio Máximo destaca la piedad filial de Claudia, su valor y fortaleza por este hecho, ya que también, según él, deshizo las enemistades personales que existían entre los altos magistrados.

Roma

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Constantine Hölscher (1902). En el templo de Vesta. Grisebach, Berlín.

Fuentes principales

Cicerón, En defensa de Marco Celio, 14.34.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 5.4.6.   

Selección bibliográfica

Scheid, J., “Claudia, la vestale. Roma al femminile” en Faschetti, A. (ed.), Roma al femminile (Roma-Bari 1994) 3-19.

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

18. HISPALA FECENIA

18. HISPALA FECENIA

La liberta Hispala Fecenia, famosa meretriz que vivió a principios del siglo II a. C., había sido iniciada en los ritos báquicos cuando era apenas una niña de condición servil. Se la conoce a través de la información proporcionada por Livio sobre el proceso llevado a cabo por la Roma republicana contra las Bacanales en el año 186 a. C. 

Hispala se enamoró del joven Publio Ebucio cuyo amor correspondía. Cuando este le comunicó la intención de iniciarse en los ritos báquicos por indicación de su madre y su padrastro, ella le advirtió de las graves consecuencias que le traería a su vida y moral. Publio Ebucio fue echado de su casa por su madre al negarse a seguir con la iniciación y se refugió junto a su tía paterna, Ebucia, quien le recomendó que denunciara la situación y las prácticas inmorales de los ritos báquicos al cónsul Espurio Postumio Albino. 

Roma

Este abrió una investigación sobre los hechos y mandó llamar a Hispala Fecenia, quien, asustada, declaró que no había tenido contactos con los rituales báquicos después de su manumisión, pero que conocía, por su experiencia personal, hechos escabrosos que se llevaban a cabo en tales reuniones. El aumento de adeptos, la nocturnidad y la mezcla de hombres y mujeres en rituales que se desarrollaban al margen de la religión oficial hizo que el Senado emitiera un senadoconsulto en el 186 a. C. mediante el cual se prohibía la celebración de estos rituales, aunque se permitía en circunstancias muy especiales y bajo su supervisión.

Hispala y Ebucio fueron recompensados por su comportamiento cívico. La actuación de aquella la transformó en una mujer respetable y honorable, a pesar de sus orígenes serviles, de su condición de prostituta y de haber practicado los ritos báquicos. Había pasado a ser una mujer libre, honrada y respetuosa con la moral tradicional que recibió del propio Estado, entre otras prebendas, protección de por vida, cien mil ases y la posibilidad de casarse con un hombre libre sin que su antigua profesión afectase el honor de su marido.  

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Auguste Levêque (1920). Bacchanalia. KMSKA, Amberes.

Fuentes principales

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 39.14. 

Selección bibliográfica

Cid, R.M.ª, “Desviaciones religiosas y violencia contra las mujeres en la Roma antigua. El episodio de Bacchanalia” en Molars, D. (ed.), Violencia deliberada. Las raíces de la violencia patriarcal (Barcelona 2007) 135-150.

Pailler, J.-M., Bacchanalia: la répression de 186 av.: JC à Rome et en Italie, vestiges, images, tradition (Rome 1988).

Pavón, P., “Y ellas fueron el origen de este mal… (Liv. 39.15.9). Mulieres contra mores en las Bacanales de Livio”, Habis 39 (2008) 79-95.

17. CLAUDIA QUINTA

17. CLAUDIA QUINTA

Durante la Segunda Guerra Púnica, los romanos trajeron desde Frigia el betilo que representaba a Magna Mater con el fin de introducirla entre los dioses de Roma. A su llegada al puerto de Ostia estaba previsto que fuera recibida por las matronas de Roma, y sucedió que el barco que la transportaba embarrancó. Entonces, Claudia Quinta, de la que se sospechaba su impureza, tomó la cuerda y la nave se movió.

Dependiendo de las fuentes, Claudia aparece bien como una matrona, que también debía ser casta y univira, bien como una vestal. Ovidio describe la escena con los gestos y ruegos de la matrona pidiendo ayuda a los dioses para demostrar su castidad.

 

Roma

Seguramente, como J. Scheid ha demostrado, en el siglo I a. C. se produjo una asimilación de esta Claudia Quinta, que debía ser una matrona, con su descendiente la vestal Claudia, hija del cónsul de 143 a. C. Existen representaciones iconográficas en las que se puede observar a Claudia con la cuerda a la cintura arrastrando la nave de Cibeles, la Navis Salvia, que aparece incluso nombrada en algunas inscripciones.

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Lambert Lombard (aprox. 1566). Claudia Quinta, vestida de vestal, tirando del barco de Cibeles. Eglise St-Armand, Burdeos.

Fuentes principales

Cicerón, Sobre la respuesta de los arúspices, 13.27.

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 29.11.1; 14.5.

Ovidio, Fastos, 4.295-356.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 1.8.11.

Selección bibliográfica

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Scheid, J., “Claudia, la vestale. Roma al femminile” en A. Faschetti (ed.), Roma al femminile (Roma-Bari 1994) 3-19.

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

16. EMILIA

16. EMILIA

Emilia era una virgen vestal que fue castigada por haber dejado extinguirse el fuego. Esta podría ser la vestal que, según Livio, fue azotada con varas por el pontífice máximo Publio Licinio en 206 a. C. por este motivo. Otros autores cuentan otra versión. Parece que Emilia había entregado el cuidado del fuego a una vestal joven que estaba aprendiendo y éste se apagó por un descuido. 

El presagio funesto llevó a una investigación de los pontífices y Emilia invocó a la diosa con los brazos sobre el altar para que la castigara si era culpable o la salvara si era inocente, como lo había sido durante los treinta años que llevaba ejerciendo los ritos sagrados. Entonces, la sacerdotisa rasgó su vestido y dejó caer un trozo de este sobre las cenizas frías y el fuego ardió con gran fuerza, siendo salvada por la intervención milagrosa de Vesta. Esta leyenda parece haber mitificado un hecho real.

 

Roma

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Francisco de Goya (1771). Sacrificio a Vesta. Colección privada

Fuentes principales

Dionisio de Halicarnaso, Historia Antigua de Roma, 2. 68.3-5.

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 83.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 1.7.

Selección bibliográfica

Kowalewski, B., Frauengestalten im Geschichtswerk des T. Livius (München 2002).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

15. CLUVIA FÁCULA

15. CLUVIA FÁCULA

Era una prostituta que alimentó en secreto a los prisioneros romanos recluidos en Capua durante el asedio que la ciudad sufrió en la Segunda Guerra Púnica.

Recibió la libertad del Senado romano cuando Quinto Fulvio tomó la ciudad y al igual que Vestia Opia es utilizada para poner de manifiesto la gratitud de Roma con quienes estaban de su lado.

Capua

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Fresco de un lupanar en Pompeya, ca. siglo III a. C. Nápoles.

Fuentes principales

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 7.34-35.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 1.6.4.

Selección bibliográfica

Kowalewski, B., Frauengestalten im Geschichtswerk des T. Livius (München 2002).

14. VESTIA OPIA

14. VESTIA OPIA

Vestia Opia era una matrona que durante el asedio de Capua en la Segunda Guerra Púnica realizaba diariamente un sacrificio rogando por el triunfo de las tropas romanas. Solo ella y otra mujer, Cluvia Facula, estuvieron del lado romano, ya que la ciudad era partidaria de Aníbal.

Una vez tomada de nuevo, el Senado romano le otorgó la libertad y le permitió pedir todo lo que quisiera. Valerio Máximo utilizó su historia para demostrar la gratitud de los romanos.

Capua

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Sir Lawrence Alma-Tadema (1860). The vintage Festival. Colección privada.

Fuentes principales

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 26.33-34.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 5.2.1.

Selección bibliográfica

Kowalewski, B., Frauengestalten im Geschichtswerk des T. Livius (München 2002).

13. OPIMIA

13. OPIMIA

Vestal enterrada viva en 216 a. C. tras ser acusada de incesto junto con Floronia, que se suicidó. La condena de estas dos vestales se produce en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, un momento de pánico general y presagios funestos debido a las derrotas infligidas por Aníbal y que vio apagarse dos veces el fuego sagrado de Vesta.  

El culpable del estupro cometido contra Floronia, fue el escriba de los pontífices, Lucio Cantilio, quien fue azotado con varas hasta la muerte por el pontífice máximo en el Comicio. 

Roma

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Pietro Saja (1803). Virgen vestal condenada a muerte. Palazzo Reale, Caserta.

Fuentes principales

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 22.57.2.

Plutarco, Fábulas, 18.3.

Selección bibliográfica

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

Kowalewski, B., Frauengestalten im Geschichtswerk des T. Livius (München 2002).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

12. EMILIA TERCIA

12. EMILIA TERCIA

Emilia Tercia nació en Roma hacia el 230 en el seno de una de las más nobles familias romanas de época republicana, perteneciente a la gens Aemilia. En esa época la Urbe, tras vencer a Cartago en la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.), iniciaba su apogeo expansivo por el Mediterráneo. Su padre, el dos veces cónsul, Lucio Emilio Paulo, murió heroicamente en la batalla de Cannas (216 a. C.) frente a Aníbal. Nada se sabe de su madre. Su hermano, Lucio Emilio Paulo Macedónico, ostentó también varias veces el consulado como su padre y venció al rey Perseo de Macedonia en la batalla de Pidna (168 a. C.).

            Su marido fue el famoso vencedor del cartaginés Aníbal, Publio Cornelio Escipión, apodado Africano. De este matrimonio nacieron dos varones Publio y Lucio Cornelio Escipión y dos mujeres: Cornelia la Mayor y Cornelia la Menor.

Roma

Esta última pasó a la historia de Roma no solo por ser la hija del Africano y la madre de los Gracos, sino también por representar al ideal de matrona tradicional. Emilia fue, por tanto, hija, esposa, hermana, madre y abuela de importantes figuras de la República que entregaron sus vidas por la defensa de Roma.

Disfrutó de un gran patrimonio y de una libertad inusitada para las mujeres de su época debido al carácter abierto de su marido a quien profesó una gran fidelidad y lealtad, que demostró al no poner en evidencia la infidelidad que aquel, héroe de Roma, cometía contra ella y con una esclava. Al quedarse viuda dio la libertad a la esclava y la casó con un liberto suyo. Dejó su inmensa fortuna a su nieto adoptivo Lucio Cornelio Escipión Emiliano, nacido de su hermano Paulo Emilio, pero adoptado por su hijo Publio Cornelio Escipión. Aquel se casó posteriormente con Sempronia, nieta de Emilia e hija de Cornelia. Murió hacia el 163 a. C. 

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Juan Jiménez Martín (1895 aprox.). Tocador de una dama romana. Museo del Prado, Madrid.

Fuentes principales

Polibio, Historias, 3.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 6.7.1.

Selección bibliográfica

Dixon, S., “Polybius on Roman Women and Property”, AJPh 106 (1985) 147-170.

Dixon, S., The Roman Mother (London 1990).

Scullard, H.H., Scipio Africanus: Soldier and Politician (London 1970).

11. VIRGINIA

11. VIRGINIA

Virginia fue una joven plebeya protagonista de una leyenda ubicada durante las luchas patricio-plebeyas en torno al año 451 a. C. Este conflicto se originó a comienzos de la República y surgió por las reivindicaciones de los grupos plebeyos que buscaban incorporarse en las instituciones políticas y religiosas republicanas.

Era la hija del plebeyo Lucio Virginio, centurión en el Álgido y hombre modélico tanto en su vida privada como en el ejército. Virginio había prometido a su hija a Lucio Icilio, antiguo tribuno de la plebe y firme defensor de los derechos de los plebeyos. El patricio Apio Claudio, miembro de la comisión decenviral encargada de la redacción de las Doce Tablas, se obsesionó perdidamente con la joven Virginia y trató de seducirla con regalos y promesas.

Roma

Pero, cuando esta lo rechazó en varias ocasiones, preservando así su pudor, el magistrado ideó un cruel plan para poseerla por la fuerza. Encargó a su cliente Marco Claudio que reclamase a Virginia como esclava cuando esta paseaba por el foro. Una muchedumbre popular trató de impedir que Marco Claudio se llevase a Virginia a casa de Apio Claudio. Marco Claudio decidió citarla inmediatamente ante un tribunal judicial presidido por el autor intelectual del plan, Apio Claudio. Marco expuso una falsa declaración argumentando que Virginia había nacido como esclava en su casa. Puesto que en ese momento Lucio Virginio no se encontraba en Roma, los defensores de la joven, entre los que estaban su prometido y sus familiares, consiguieron que Apio aplazara el juicio hasta la llegada de su padre al día siguiente. 

Cuando Virginio llegó a Roma, enterado de la grave situación, llevó al foro a su hija para que diera comienzo el proceso donde había una alborotada multitud de plebeyos. El padre de la joven y su prometido suplicaron ayuda a la gente que asistía al juicio, lamentándose de la injusticia que se pretendía cometer. De nada sirvió ya que Apio Claudio falló a favor de Marco Claudio, y decretó que Virginia fuese tenida por su esclava. Virginio rogó al decenviro poder despedirse de su hija, a lo que Apio aceptó. En ese momento, Lucio Virginio ejerció su derecho de vida y muerte sobre sus familiares, como paterfamilias, clavando un cuchillo en el pecho de Virginia para “liberarla” de la sentencia de la única manera posible que tenía. Este trágico suceso provocó el final de la comisión decenviral. La leyenda de Virginia ponía de manifiesto el abuso del poder de los patricios, al tiempo que resaltaba que para una joven era preferible antes perder la vida que el honor. 

Daniel León Ardoy

Universidad de Sevilla

Francesco de Mura (1760 aprox.), La muerte de Virginia. Manchester Art Gallery, Manchester.

Fuentes principales

Cicerón, Sobre la República, 2.63.

Dionisio de Halicarnaso, Historia Antigua de Roma, 11.28-46.

Livio, Historia de Roma desde su fundación, 3.44-55.

Selección bibliográfica

Cantarella, E., Pasado próximo: mujeres romanas de Tácita a Sulpicia (Madrid 1997).

Cenerini, F., La donna romana (Bologna 2009). 

Ciccotti, E., Donne e politica negli ultimi anni della Repubblica romana (Napoli 1985).