197. JUSTA

197. JUSTA

Justa fue la mayor de dos hermanas hispalenses nacidas a finales del siglo III, ella en 268 y Rufina en 270, que profesaron la fe cristiana por cuya causa sufrieron el martirio bajo el reinado de Diocleciano. Los pocos datos sobre su vida proceden del llamado Martirologio jeronimiano (s. VI) y del Pasionario hispánico (s. VII). Estas obras contienen relatos de martirios y pasiones de santos venerados por la Iglesia que se escribieron con la finalidad de proporcionar modelos cristianos ejemplificadores para un público ávido de lecturas edificantes cristianas. La pasión de Justa y de su hermana Rufina, contenida en el Pasionario hispánico, fue escrita a partir de una versión concisa, datable entre finales del siglo III o principios del IV, próxima a los acontecimientos que acabaron con las vidas de ambas, enmarcados en un contexto político imperial de persecuciones del cristianismo.

Hispalis

Según la pasión de Justa y Rufina, estas eran jóvenes que se dedicaban a la alfarería y a practicar su fe cristiana que no ocultaron en una ocasión cuando se negaron a realizar cultos en honor a la diosa siria Salambó que procesionaba por las calles hispalenses durante sus festividades del 17, 18 y 19 de julio. Accedieron a la entrega de donativos para los necesitados, pero no a rendir culto a una divinidad pagana como pretendían sus devotos. Ante esta negativa, estos arremetieron contra las vasijas de las alfareras y ellas reaccionaron destruyendo la imagen de la diosa ante el pavor de los asistentes. Por ese motivo fueron encarceladas y torturadas hasta la muerte, sin que ellas manifestaran ningún síntoma de arrepentimiento, sino una profunda reafirmación y confianza en su fe cristiana. Justa fue la primera en morir, al no resistir las inclemencias de la cárcel. Luego le siguió Rufina, ejecutada en prisión por medio de la fractura de cuello. Sus cadáveres fueron quemados y arrojados a un pozo. Sus restos fueron recogidos por el obispo Sabino quien les dio santa sepultura. 

Aunque lleno de elementos verosímiles, pero también de otros más propios de los aderezos narrativos de este tipo de relatos, lo cierto es que la pasión de Justa y de su hermana Rufina muestra la existencia de una arraigada comunidad cristiana en la ciudad de Hispalis, dentro de un ambiente politeísta, que resistió la política de persecuciones de los emperadores romanos. La devoción popular hispalense posterior a los acontecimientos y durante los siglos siguientes acrecentó la veneración a las mártires, siguiendo el culto a los santos patronos de las comunidades urbanas que proliferaron por el suelo hispano y por el resto de las ciudades del Imperio romano hasta la actualidad.

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Bartolomé Esteban Murillo (1666). Santas Justa y Rufina. Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla.

Fuentes principales

Martirologio jeronimiano.

Pasionario hispánico, 10.

Selección bibliográfica

Castillo Maldonado, P., Los mártires hispanorromanos y su culto en la Hispania de la Antigüedad tardía (Granada 1999).

Gil, J., “Los comienzos del cristianismo en Sevilla”, en Sánchez Herrero, J. (coord.), Historia de las diócesis españolas. Sevilla, Huelva, Jérez, Cádiz y Ceuta (Madrid – Córdoba 2002) 5-58.

Pavón, P., “Murillo y la Antigüedad hispalense: las Santas Patronas Justa y Rufina”, en Palomero Páramo, J.M. (coord.), Murillo y Sevilla (1618-2018). Conferencias en la Facultad de Geografía e Historia (Sevilla 2018) 277-290.

Sotomayor, M., La Iglesia en la España romana y visigoda (siglos I-VIII). García Villoslada, R. (coord.) Historia de la Iglesia en España I (Madrid 1979).

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