La pronunciación andaluza
Los numerosos trabajos que describen las hablas andaluzas nos permiten afirmar que el andaluz es una forma de HABLAR el español, y su peculiaridad reside fundamentalmente en la pronunciación.
Los usuarios de las diversas variedades del español utilizan una escritura unificada en la que se reconocen todos ellos. La ortografía del español, un idioma de más de 350 millones de hablantes, no refleja la pronunciación individual, ni tampoco la de cada una de sus variedades. Sería un galimatías difícil de utilizar. Al contrario, no hay ninguna diferencia entre la escritura de un aragonés, un andaluz, un mexicano o un portorriqueño, y eso permite que un mismo texto escrito puede ser leído con el acento propio del lector. Las diferencias de pronunciación pueden ser notadas por los oyentes que reciben los mensajes sin que les impidan la recepción del significado de esos mensajes.
A lo largo de la descripción de las características de la pronunciación andaluza advertiremos que no se puede encontrar NINGÚN RASGO FONÉTICO común a TODOS los hablantes andaluces ni que sea EXCLUSIVO de Andalucía. ¿En qué reside entonces la personalidad de la pronunciación de los andaluces, percibida inmediatamente por cualquiera de los hablantes del español? En el conjunto de rasgos concretos, más numerosos y difundidos que en otras hablas meridionales, y aceptados en Andalucía en mayor medida que en otras partes.
Los investigadores han venido señalando desde hace tiempo tres características generales de las hablas andaluzas [ver gráfico]:
1. Rasgos más difundidos en toda Andalucía
Los rasgos de pronunciación más difundidos en Andalucía son precisamente aquellos en los que coincide con algunas de las otras hablas meridionales: la pérdida o aspiración de la ese final, las vocales abiertas derivadas de esa pérdida y la jota aspirada. O con el llamado español atlántico (Canarias y América): la ese dental, con sus distintos tipos, el seseo, el ceceo y la distinción [ver gráfico anterior].
1.1 Las S andaluzas
La S castellana se pronuncia apoyando la punta o ápice de la lengua, colocada en posición cóncava (curvada hacia arriba), contra los alvéolos superiores; por ello los especialistas la llaman ápicoalveolar cóncava. Esta S es absolutamente minoritaria en la comunidad. Por razones históricas que después veremos, casi ningún hablante andaluz la pronuncia así, sino con la lengua en posición más plana, o incluso convexa (curvada hacia abajo), de modo que el punto de apoyo no son los alvéolos sino los dientes, y lo que se apoya en ellos no es el ápice (que queda más bien en posición de reposo, hacia abajo), sino el dorso de la lengua, el predorso -su parte más delantera- o los bordes. Todas estas formas de pronunciar la S nos permiten decir que la S andaluza es una S no apical, o también, que esuna S dental.
Este rasgo, en apariencia tan poco relevante, y del que muy pocos hablantes se dan cuenta, es el que diferencia de forma más clara a casi todos los andaluces del resto de hablantes peninsulares. Por ello, su límite geográfico con la S castellana (la apical) se ha utilizado para delimitar la frontera del andaluz. La S dental es también la propia de Canarias y América.
Esta S dental, o no apical, tiene una gran variedad de realizaciones, que se suelen articular con la lengua más plana, no siempre en la misma posición. Por ejemplo, la S llamada sevillana es claramente predorsal, la S cordobesa es coronal plana (es decir, algo
más retrasada), etc. Basta comparar la S de Córdoba o la de Lucena, con la de Sevilla o la de Cádiz, o estas dos con la de Almería o la de Jaén, para comprobar que cuando hablamos de S no apical en ningún caso se trata de una sola S, sino que tal denominación abarca todas sus
articulaciones no apicales, todas las S andaluzas diferentes a la castellana. [ver Mapa 1 (Tipos de /s/)]
1.2 Distinción / confusión S/Z (seseo / ceceo)
La pronunciación de la S andaluza no se puede desligar de los casos de seseo y de ceceo, es decir, del fenómeno de la confusión S/Z. Esta se produce cuando el hablante iguala los sonidos asignados en el español general a las letras C y Z y a la letra S en uno solo, que unas veces es más cercano a S (confusión seseante o seseo), otras a Z (confusión ceceante o ceceo).
Se calcula que algo más de un tercio de los andaluces distingue S/Z; aproximadamente una cantidad igual sesea y menos de un último tercio cecea.
El ceceo, en hablantes de escaso nivel cultural, puede llegar a ser heheo si la lengua atrasa su posición interdental de modo que el sonido se aspire y relaje. Se trata de un fenómeno geográfica y demográficamente marginal, reducido a zonas rurales. Un ejemplo claro es el ceceo heheante de la campiña cordobesa y sevillana (Montemayor, Montalbán, Aguadulce, etc.).
El ceceo es minoritario en el conjunto de la comunidad, y tiene consideración social baja. Según los datos referidos a los hablantes jóvenes de las zonas ceceantes, está en claro descenso, debido al empuje del seseo y de la distinción (mayoritarios en las zonas urbanas y en los medios de comunicación), así como a la radical disminución del analfabetismo en la comunidad en los últimos años.
No podemos afirmar con datos contrastados que los casos de distinción se hayan producido en Andalucía solo como resultado de la presión del castellano estándar, sino que los dos sonidos se han mantenido bien diferenciados en algunas zonas, por razones históricas que después veremos.
En cuanto a la situación actual, el aumento de la tendencia distinguidora (sobre todo en hablantes jóvenes y escolarizados) que las últimas encuestas parecen mostrar, sí se puede explicar hoy a partir de la norma más aceptada en el español peninsular, y por su difusión en los medios de comunicación. Esta distinción sí parece repartirse, aunque de manera desigual, por toda la región, en competencia con el seseo y el ceceo.
1.3 Polimorfismo de la ese en Andalucía
Como consecuencia de todo lo anterior, la pronunciación de la S presenta en Andalucía una situación de gran complejidad que podemos calificar de polimorfismo: los hablantes distinguen o confunden S y C, Z; y estos últimos sesean o cecean. Pero además, dentro de cada solución se dan varias realizaciones de eses y cetas, desde las dentales (con la lengua apoyada en los dientes) que corresponderían a la letra S, hasta las interdentales (con la lengua entre los dientes), que corresponderían, más bien, a lo que los demás españoles pronuncian para la letra Z (ante a, o, u, o y a la C ante e, i), con numerosas variantes intermedias.
A ello se añade el que un mismo hablante puede pronunciar estas distintas eses (incluso las cetas) según factores muy complejos que tienen que ver con la situación, con el receptor e incluso con el estado de ánimo. En conjunto, se observa una relativa vacilación de uso en hablantes seseantes y ceceantes, pero es en los hablantes ceceantes donde se observa un mayor polimorfismo.
Geográficamente, la complejidad actual de la situación exige una revisión de los mapas del ALEA, que se va haciendo poco a poco. Los últimos estudios muestran un reparto geográfico sin líneas que separen las zonas, pues, en muchos lugares, el ceceo convive con el seseo y con la distinción de eses y zetas, con los que llega a entremezclarse de tal manera que el predominio de uno u otro fenómeno puede variar de pueblo a pueblo e incluso de barrio a barrio. [ver Mapa 2 (Seseo/ceceo/distinción)]
Podemos observar esa situación de polimorfismo andaluz en el caso de la pronunciación de las palabras cosa / plazo. Para ellas se pueden recoger en Andalucía las siguientes variantes, según su distribución geográfica y sociocultural.[ver gráfico]
1.4 La -s final de sílaba y palabra
Uno de los fenómenos con mayor capacidad diferenciadora es la modificación de la -s llamada implosiva (la situada en final de sílaba o palabra), que por estar en esa posición se realiza con menor fuerza articulatoria: albañiles = albañileh, albañileh, albañile. Sin embargo, tampoco es un rasgo compartido por igual por todos los andaluces. En unos casos esa -s final se aspira (con variantes que después veremos: asco = ahko / akko; loh pájaroh / lo pájaro (con –o final abierta), y en otros se pierde (las ocho = lah ocho/ la ocho).
De todos modos, aspirar o perder esa -s sí parece ser compartido por la casi totalidad de los andaluces. Ambos hechos parecen surgir de que las consonantes implosivas en español se pronuncian más relajadas, y este relajamiento en algunas zonas, como Andalucía, ha llegado a afectar especialmente a la -s, que en otras zonas (Castilla la Vieja o México) se mantiene firme.
Este es uno de los rasgos que más contribuyen a la identificación de las hablas andaluzas. Y, al mismo tiempo es, precisamente, el que con mayor claridad comparte con las otras modalidades del español meridional. Podemos decir, pues, que constituye un rasgo claramente separador entre el español meridional y el español central y norteño y uno de los que lo acercan más al canario y al español de América.
La suerte de la -s final es distinta según se sitúe en interior o al final de palabra, ante consonante, vocal o pausa. La solución elegida por el hablante no siempre depende de la geografía, pues el factor sociocultural, también en este caso, es determinante. Como siempre, son los hablantes de niveles socioculturales inferiores los que obedecen en su actuación básicamente al factor geográfico. Lo resumimos en el siguiente cuadro.
1.5 La pronunciación plena de la -s en Andalucía
Los mismos hablantes que aspiran o pierden habitualmente su -s final pueden recuperarla de acuerdo con factores aún no bien estudiados, pero que fundamentalmente consisten en la situación en que se habla y las relaciones entre los interlocutores. Por ejemplo, en situaciones formales, solemnes, emotivas, iracundas, ante los medios de comunicación... (es decir, especiales). ¿Cómo explicar este uso de -s final? Porque la -s final está en
la conciencia que de su lengua tiene el hablante, y por eso la restaura a su voluntad. No lo hace obligado por ninguna autoridad lingüística ni normativa; tampoco por separarse de los otros hablantes de la comunidad que no la pronuncian, sino porque todo hablante tiene una referencia, a la hora de usar su lengua, lo que los lingüistas llaman estándar, modelo general, lengua común, etc., y que se plasma básicamente en la lengua escrita. A ella intentan acomodarse, en circunstancias muy variadas, muchos hablantes andaluces cuando restauran, más o menos ocasionalmente, la -s final.
1.6 La abertura de las vocales anteriores a la -s final
La aspiración de la -S final provoca normalmente la abertura de la vocal anterior a ella. Por ejemplo, en pájaros = pájaroh, la vocal final se pronuncia más abierta y más alargada, con restos de aspiración más o menos marcada según los hablantes: pájarooh / pájaroh, igual que si la -s está dentro de la palabra (rosca = rohka). Esta abertura desaparece cuando la aspiración se pierde totalmente ante una pausa, como ocurre casi siempre en Andalucía occidental: (los) pájaro (con una o final de abertura normal). En cambio, curiosamente, en la Andalucía oriental, incluso si se pierde la -s aspirada final por completo, la vocal anterior sigue siendo abierta (y/o alargada): (los) pájaroo / (los) pájaroo.
La suerte sufrida por esa vocal anterior a la -s final puede también influir en las otras vocales de la palabra, las cuales tienden a armonizar su pronunciación con ella (es el fenómeno llamado metafonía). Lo advertimos por ejemplo en: doh tenedore (con todas las /e/ y /o/ abiertas), que podríamos oír en hablantes cordobeses o granadinos.
Como vemos, también este rasgo presenta un gran polimorfismo, por la gran variedad de repercusiones de la aspiración o pérdida de -S final en las vocales anteriores a ella. Se han señalado hasta ONCE pautas distintas de comportamiento, que van desde la modificación de la vocal (combinando abertura o alargamiento, con o sin metafonía, etc.) hasta la pérdida total de la -S final sin influencia en el vocalismo de la palabra. Como en otros casos, las distintas variedades pueden darse incluso en un mismo hablante.
Geográficamente la situación es de gran complejidad. En líneas generales, podemos decir que en el occidente andaluz, donde no se modifican las vocales, la -s aspirada se pierde sistemáticamente, con pocas excepciones, en posición final de palabra antes de pausa.
En la Andalucía oriental, que es precisamente donde predominan las soluciones más abiertas de las vocales, incluso cuando la aspiración se pierde, la aspiración de la -s final ante pausa se mantiene con más constancia. Aquí es donde la complejidad de soluciones es mayor. Una de las soluciones más frecuentes y geográficamente más compactas es la que combina la abertura vocálica con la aspiración ocasional de la -s y la metafonía esporádica de las otras vocales de la palabra: cuatro niños = cuatro niñoo(h) - niiñoo(h) , sobre todo en el norte de Jaén, Almería (el 50% de las localidades) y este de Sierra Nevada, en Granada.
Pero la más conocida, por darse en las ciudades de Granada y Córdoba es la que combina la metafonía sistemática, la abertura y el alargamiento de las vocales anteriores a la -s, con o sin aspiración de esta (cuatro teeneedooree(h)).
De acuerdo con los últimos datos, se puede recoger la situación andaluza en el siguiente cuadro.
Mientras que la aspiración de la -s final es un rasgo bastante general en el español meridional, la abertura vocálica es más exclusiva de Andalucía, aunque se da el hecho curioso de que entre los propios hablantes andaluces que no la realizan, y que fácilmente identifican a los hablantes cordobeses o granadinos de la capital por este rasgo frente a los sevillanos o gaditanos, resulta chocante esa abertura de las vocales. Sin embargo, esto no ocurre con otros rasgos como el seseo, ampliamente aceptado incluso por los que no lo practican, o el ceceo, considerado como vulgar en zonas de seseo o distinción, pero familiar a todos los hablantes, a pesar de que ni uno ni otro están tampoco homogéneamente repartidos en la comunidad.
[ver Mapa 3 (Abertura vocálica)]
1.7 La Andalucía de la E
Tras la pérdida de -s (o de cualquier otra consonante final), la -A, vocal de abertura máxima, puede pronunciarse adelantada en su punto de articulación, con lo cual la cavidad bucal se cierra en un cierto grado y acerca dicha vocal a la articulación propia de E. En las zonas andaluzas donde esto ocurre se confunde con una E abierta, de modo que, por ejemplo, pesetas suena como pesetE(S), patatas como patatE(S), etc. Los hablantes articulan con esa E abierta las terminaciones -AS y, en algunos puntos, también -AR y -AL (cantar = canté, hospital = hospité).
Nunca son sistemáticamente pronunciadas así por todos los hablantes. De hecho, se afirma que el fenómeno está hoy en retroceso, aunque se puede oír con bastante frecuencia y claridad, e incluso adoptarse como seña de identidad. En todo caso, el fenómeno es considerado como popular e incluso vulgar.
Este fenómeno se da en una zona hoy discontinua, que abarca diversos puntos de Andalucía oriental, es decir, dentro del área de la abertura vocálica. Más al occidente, se da también en un rincón donde se unen las provincias de Sevilla, Córdoba y Málaga (Estepa, Puente Genil, Alameda...). Curiosamente, este rincón está en el límite de las dos grandes áreas andaluzas definidas por la abertura o no de las vocales finales. Dámaso Alonso llamó a este enclave Andalucía de la E, y contaba curiosos equívocos, como el de los sobres para una tal "señorita Pez" que contenían cartas dirigidas a una señorita de Puente Genil llamada Paz.
1.8 Pérdida de -s final, abertura de vocales finales y morfología del plural en andaluz
La -s final de palabra en español diferencia rasgos gramaticales como el plural (la casa / la(s) casa(s)) o la persona verbal (él ama / tú ama(-s)). ¿Cómo se diferencian el plural del singular y la 2.ªa persona verbal de las otras en los hablantes que pierden dicho sonido? Los estudios realizados sobre este fenómeno no aceptan actualmente que la modificación de las vocales anteriores a la pérdida de la -s final sea una solución andaluza a una necesidad de carácter morfológico o sintáctico; se trata sencillamente un fenómeno de mecánica de la articulación, como vimos anteriormente. Por otra parte, por si no bastara recordar que están también los otros andaluces que no las modifican (los del occidente, como hemos dicho), está además el hecho de que es normalmente el contexto de la frase misma el que refuerza esa información morfológica para evitar desde el principio la posible ambigüedad.
Es el principio universal de la redundancia que actúa siempre, en cualquier enunciado. Por ejemplo: Todas las casas de mi pueblo son blancas (el plural está en el refuerzo toda y en la forma verbal inequívoca, son; no hay peligro de confusión con el singular aunque no se pronuncie la -s final).
En suma, la pronunciación de las vocales modificadas de los andaluces orientales no es exigida por la pérdida de la -s final, sino un mero fenómeno articulatorio que, a grandes rasgos, realizan los andaluces orientales y no los occidentales.
La aspiración de la -s final de palabra se vincula a dos fenómenos que constituyen en el andaluz rasgos claramente diferenciadores: la abertura vocálica y la geminación consonántica relacionada con ella.
1.9 La pronunciación aspirada de la jota (y de ge, gi)
La pronunciación velar de la jota (y g ante e, i) se extiende por el norte y centro de la Península, pero en la mayor parte de Andalucía lo que hay es un sonido aspirado como soplo espiratorio desde la faringe (o desde la laringe). Esta aspiración no se da en el andaluz más oriental (en la provincia de Jaén y en zonas de las de Granada y Almería, en especial en su parte más nororiental), que mantiene la jota velar.
Se trata, pues, de otro de los rasgos que diferencian el Oriente del Occidente andaluz, con una frontera, en este caso, bastante nítida y marcada, aunque dicha línea no coincide con la marcada por otros rasgos (por ejemplo, con la que establece la abertura o no de las vocales tras la pérdida de -s final: el área oriental de jota no aspirada (o velar) es más reducida que el área de abertura de vocal tras la caída de -s).
La aspiración es utilizada por hablantes de cualquier condición social, sin que presente valoraciones sociales negativas: en las zonas en que se da es un rasgo tan arraigado y aceptado que llama la atención el advertir el que no se dé en otros hablantes andaluces.
No obstante, la pronunciación aspirada de la jota tiene variantes que dependen de factores socioculturales [ver cuadro] : aspiración sorda, aspiración sonora (más relajada), y sonido intermedio entre aspiración y jota velar. [ver Mapa 4 (Velar/aspirada)]
2. Rasgos menores del andaluz
Hay otros rasgos característicos del español hablado en Andalucía que tienen un grado de difusión más reducido. Por una parte, la igualación de -R y -L implosivas (finales de sílaba o de palabra) y la pronunciación relajada de la ch, fenómenos que, en general, carecen de prestigio en la región. Por otra, ciertas pronunciaciones, de carácter expresivo, que han aparecido en los últimos años. Por último, también es rasgo minoritario ya la aspiración de H- (procedente de F- latina), rasgo conservador y arcaizante que contradice la visión tópica del andaluz como habla innovadora y revolucionaria.
Las consonantes geminadas, que hemos visto ya en relación con la aspiración de -s, constituyen también un hecho minoritario pero muy característico de la fonética andaluza. Contradice otro de los tópicos repetidos para las hablas andaluzas, el que atribuye a estas como característica general un especial grado de relajación (articular las geminadas exige un esfuerzo superior a cualquier otro sonido consonántico).
2.1 Igualación o confusión de -R y -L en posición final de sílaba
Muchas veces se ha repetido la anécdota contada por el novelista cordobés Juan Valera (segunda mitad del siglo XIX), en la que un maestro inculcaba ortografía a sus alumnos de la siguiente manera: Niños, sordao, barcón y mardita sea tu arma se escriben con ele. La confusión de -R y -L finales de sílaba no está sin embargo tan extendida como el estereotipo andaluz parece reflejar: no es regular ni en los hablantes de cultura media o elevada ni entre los jóvenes. De todos modos, es un rasgo bastante vivo en muchas zonas de Andalucía. Se trata de un caso más del relajamiento, tan frecuente en Andalucía (aunque no solo en ella), de las consonantes finales de sílaba o palabra, relajamiento que puede llevar a que se neutralicen y borren las diferencias entre ellas. De hecho, la confusión de -R y -L se da también fuera de Andalucía.
Los distintos resultados de la igualación de -R y -L se reparten por Andalucía de un modo que recuerda la distribución de la pérdida o mantenimiento de -s final:
Cuando a -R le siguen una L o una N (perla, por la tarde, carne, por no venir, etc.) se asimila a ellas, produciéndose un sonido geminado(algo así como pel.la o can.ne). En puntos aislados, la -R se pronuncia como aspiración (pehla, cahne), tal como ocurría con -s implosiva (caspa = cahpa), aunque es solución carente de prestigio. Cuando se ponen en contacto la -R del infinitivo y la L- de los pronombres lo, le, etc. (decirlo, comerlo, etc.) puede darse, además de las formas anteriores, la pérdida total de -R (decílo, hacélo), como se observa en el habla rural de Jaén, Córdoba, la Alpujarra granadina, la costa malagueña, y puntos aislados de Sevilla y Huelva. La transformación de ambos sonidos en -y- (decíyo, hacéyo) es un arcaísmo que aún se ha registrado esporádicamente en hablantes poco instruidos y de edad madura, en puntos aislados de Jaén, del Norte de Málaga o de la Subbética cordobesa.
Estas alteraciones de -R ante L o N, con sus matices intermedios, se reparten por toda Andalucía sin una distribución geográfica clara. Tampoco están muy marcadas desde el punto de vista sociocultural (al revés de confusiones como barcón o pelcha), pero muchos hablantes las eliminan en situaciones de habla cuidada y formal.
2.2 La pronunciación de la CH aflojada
La Ch castellana se pronuncia uniendo el dorso de la lengua al paladar de modo que impide la salida del aire, para separarlo dejándolo salir, no de golpe, como en los sonidos oclusivos, sino poco a poco. Es lo que se llama una consonante africada. La Ch que hemos llamado aflojada se pronuncia en Andalucía cuando se elimina ese momento de cierre del aire, acercando el dorso de la lengua al paladar sin que se impida del todo la salida del aire, que sale poco a poco desde el principio de la articulación. Es decir, se pronuncia como una consonante fricativa, algo así como noshe o mushasho.
Es un rasgo unido a situaciones y niveles socioculturales concretos. En un mismo hablante no es raro que se den la ch aflojada y la africada normal, según la situación y el momento. La ch aflojada está ligada -como en otros rasgos- a factores de expresividad y emotividad. El hablante que domina varios registros se suele despojar de este rasgo en situaciones formales.
Se puede oír en gran parte de las provincias de Cádiz y Sevilla, en el occidente de Málaga, en la Vega y la capital de Granada, así como la costa
de Almería. Pero se trata, como decimos, de un fenómeno minoritario y en muchos hablantes en retroceso. Por ejemplo, en Granada aparece solamente en un 18% de los casos, y además, dato curioso, como propio del habla de hombres, pues solamente se da en un 3% de las mujeres.
Aunque se trata como decimos de un rasgo poco difundido, la ch aflojada es utilizada a menudo por los que quieren imitar el acento andaluz, quizás por su presencia en las costas andaluzas, que parecen ser las que han dado el estereotipo del habla andaluza para la imagen que desde fuera se tiene de ella.
2.3 Pronunciación andaluza y expresividad
Los lingüistas achacan ciertas variantes de pronunciación a la intención expresiva de los hablantes, al conjunto de técnicas y estrategias propias de la lengua oral y en especial del coloquio o conversación informal que se utilizan para conseguir un determinado efecto. Así lo hemos visto para la CH aflojada, y así podemos verlo también en otros dos rasgos poco difundidos pero presentes en la pronunciación andaluza:
2.4 Un rasgo arcaizante: La aspiración de la H- inicial procedente de F- latina (humo = jumo, hierro = jierro)
En Andalucía se mantienen restos minoritarios de la aspiración de H- procedente de F- latina. Este rasgo arcaizante está presente en todo el occidente de la Península, en una franja que va desde Asturias a Extremadura, y también en Hispanoamérica, reducido ya a las áreas rurales y a los hablantes poco instruidos.
Tanto dentro como fuera de Andalucía, la aspiración de la h- inicial se da en hablantes de más edad y de nivel sociocultural bajo. Ha desaparecido prácticamente en los jóvenes de cualquier nivel. Se utiliza hoy a veces en situaciones de habla en que predomina la intención expresiva (una jartá de cosas, jartito me tienes), y ha llegado a fijarse en ciertas palabras que han generalizado en todo el español su forma de origen andaluz (juerga, de huelga, o cante jondo).
3. Rasgos no caracterizadores de las hablas andaluzas
Ciertos rasgos ampliamente extendidos por todos los dominios del idioma se dan también en la pronunciación andaluza. No se trata, por tanto, de rasgos caracterizadores de las hablas andaluzas, aunque figuran siempre en la enumeración de los fenómenos lingüísticos regionales. Son el yeísmo, la pérdida de consonantes finales de palabra y la pérdida de -d- entre vocales.
3.1 Yeísmo (igualación LL/Y)
Llamamos yeísmo a pronunciar del mismo modo los sonidos que escribimos con LL y con Y (yave, poyete). Es ya un rasgo absolutamente mayoritario en el español general. No constituye, pues, un fenómeno peculiar de Andalucía.
La distinción originaria que articula de modo diferente los sonidos palatales correspondientes a las letras LL y Y (LL como consonante lateral, Y con articulación central) tiene hoy una extensión bastante reducida en Andalucía, y en los lugares donde se mantiene lo hace sobre todo en hablantes rurales y de edad avanzada.
Desde el siglo XVI, casi toda Andalucía, como la mayor parte de los hispanohablantes, es yeísta, excepto islotes que mantienen la tradición distinguidora pronunciando de manera diferente poyo y pollo. Estos islotes se dan más en pequeñas áreas del occidente (Huelva y Sevilla, y -mucho menos- Cádiz y Málaga) que en el oriente, donde quedan restos mucho más escasos (algunos más hay en la provincia de Almería).
En algunos puntos de Andalucía (como en la provincia de Jaén, por ejemplo), se da una variante rehilada (gayyina) que también encontramos en Toledo o en el español de América (recuérdese el habla porteña de Buenos Aires).
El fenómeno de la distinción LL/Y tiene todavía el prestigio de lo que suena a bien hablar, aun siendo minoritaria en todo el dominio del español; sin embargo, la igualación yeísta continúa actualmente difundiéndose e implantándose en casi todos los islotes que conservan LL/Y diferenciadas. Es curioso, sin embargo, que en algunos de los puntos que distinguen es precisamente dicha conservación de la distinción lo que se ha desprestigiado desde el punto de vista de su aceptación sociocultural; en otras palabras, resulta vulgar y cateta para sus mismos hablantes, seguramente por la presión de los núcleos urbanos cercanos y por la influencia normativa de los medios de comunicación, que hoy gozan de prestigio de norma culta de referencia, ámbitos todos ellos donde el yeísmo es absolutamente dominante.
3.2 Caída de las consonantes en final de sílaba y palabra
No es la -S la única consonante final que se pierde en andaluz (o la -R y la -L). Las demás consonantes que pueden ir en final de sílaba o palabra (-D, -N, etc.) tienden a pronunciarse de manera relajada en todo el español meridional. En esta amplia zona, la pronunciación relajada puede producir la caída total de la articulación de la consonante final. Ya hablamos de -S, -L, -R (la -Z sufre la misma suerte que la -S: coz = có(h) como tos = tó(h)). Veamos ahora qué ocurre con las otras consonantes.
3.3 La pérdida de la -d- intervocálica
Es un rasgo ya general en el español vulgar de casi todas partes (maera, tó, ná, etc.), sobre todo cuando forma de un sufijo o terminación verbal (asaúra, cansá, comío, etc.); no obstante, aquí hay que diferenciar sufijos como -dor (corredor, pulidor), donde la -d- es mucho más resistente, de otros como los participios, en especial en -ado, donde la pronunciación -ao parece ya mayoritaria.
En Andalucía, pues, se produce también la pérdida de esta -d-, que igualmente se considera vulgarismo. Ahora bien, como ocurre con otros rasgos, puede darse, sin que resulte vulgar, con intención expresiva o en palabras marcadas (cantaor, bailaor, etc.).
Los participios en -ado constituyen un caso especial, pues pierden la -d- incluso en las capas sociales altas. En Andalucía se pierde también en la mayoría de los hablantes y en todas las zonas, con porcentajes recogidos que rozan el 85% y el 90% de pérdida de la -d- en las encuestas realizadas en las zonas urbanas, y el 100% en las rurales. La restitución de la -d- se ha recogido, tanto en hablantes cultos como -más escasamente- en incultos, en contextos de hablar más cuidado.
Los casos de -ido = -ío se dan también, pero sobre todo en contextos informales y en hablantes de menor cultura (no alcanzan la altura de -áo). Lo mismo podemos decir de otros casos de pérdida de -d-: tó (todo), ná (nada), etc.