99. EPÍCARIS

99. EPÍCARIS

Epícaris fue una joven liberta que se vio involucrada en el año 65 en la conjura de Gneo Calpurnio Pisón, descendiente de aquel otro Pisón que cincuenta años antes estuvo implicado en la muerte de Germánico, casado con Agripina la Mayor. La conjura esta vez se dirigía contra Nerón y, según Tácito, en ella intervinieron 27 personas, entre senadores, miembros del orden ecuestre, militares y mujeres. Estas sólo fueron tres y una de ellas Epícaris. Volusio Próculo, comandante de la flota de Nerón en Miseno, fue quien interpuso la denuncia que incriminaba a la liberta, y, a pesar de que no se llegó a comprobar la veracidad de esta acusación, fue sometida a penas corporales. 

Roma

Fue de tal modo flagelada ante la que consideraban la actitud desafiante de una mujer que, en medio de su enorme padecimiento y temiendo derrumbarse y delatar a los conjurados, ella misma tomó la decisión de suicidarse por estrangulación. Como se observa en las fuentes escritas, el objetivo de los torturadores no era acabar con la vida de la víctima sino prolongar unas mínimas condiciones vitales con tal de lograr dilatar la violencia. De modo que para mayor sufrimiento se trataba de postergar el momento de la muerte al máximo posible. En el relato de Tácito no hay reproche al despiadado e innecesario tormento ni la más mínima alusión al dolor que Epícaris pudo sufrir, muy al contrario, se centra en poner de relieve la ejemplaridad de esta mujer que fue capaz de no delatar a sus compañeros mientras que hombres de alta alcurnia sin ser torturados traicionaron a amigos y familiares.

Para algunos historiadores, este, junto al de Julia Febe liberta de Julia la Mayor, sería uno de los dos únicos ejemplos de ahorcamiento femenino voluntario en este período. Efectivamente, Julia Febe, que fue presuntamente una de las cómplices de la hija de Augusto en el complot para deponer al emperador, decidió voluntariamente morir por estrangulamiento tras la condena al exilio que le fue asignada a su patrona, quizá temiendo una anulación de su estatus de liberta y volver a la condición de esclava. El coraje mostrado por Febe llevó a Augusto a admirarla y exclamar que hubiera preferido ser su padre antes que de Julia la Mayor. A lo largo de la historia estos castigos corporales contra las mujeres fueron frecuentes y podían ser penadas por cuestiones bastante triviales.

Almudena Domínguez Arranz

Universidad de Zaragoza

Ejemplo de flagrum (látigo). Representación.

Fuentes principales

Lactancio, Instituciones divinas, 4-7.

Tácito, Anales, 15.51.

Selección bibliográfica

Bauman, R.A., Women and Politics in Ancient Rome (London 1994).

Pérez, J., “Esclavas, semilibres y libertas en época imperial: aspectos sociojurídicos”, en Actas del primer Seminario de Estudios sobre la mujer en la Antigüedad (Valencia 1998) 137-160.

Grisé, Y., Le suicide dans la Rome antique (Paris 1982).

Otero, M.,“Mors voluntaria? Liberorum mortis arbitrium?”, en Molas i Font, M.ªD., Guerra López, S. (eds.), Morir en femenino: mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media (Barcelona 2003) 177-188.

Pavón, P., “Cruenta flagella tortorum” (Mart. Ep. 2.17) o el oficio del torturador”, Athenaeum 95, 1 (2007) 377-387.

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