74. MARTA

74. MARTA

Fue una mujer judía del siglo primero. Su nombre aparece en dos de los cuatro evangelios canónicos. Es citada junto a sus hermanos Lázaro y María en dos pasajes en el texto de Juan y una única vez, solo junto a esta última, en Lucas. Según los datos aportados por el cuarto evangelio era originaria de Betania (actual Al Azariyeh), cerca de Jerusalén. En ella tuvo lugar la resurrección de Lázaro, acontecimiento presenciado por Marta en cuyos labios el hagiógrafo coloca una de las profesiones de fe más contundentes al hacerla decir: “Tú eres el Cristo”. 

Cuando es nombrada en el texto lucano no se especifica su lugar de procedencia y teniendo en cuenta la ubicación de la cita dentro del recorrido narrativo del texto es difícil pensar que se encuentre en Betania.

Betania

Algunos investigadores han presentado algunas propuestas ante el vacío de Lucas respecto a la población en la que las dos hermanas se encontraron con Jesús. De entre ellas, la más significativa es la aldea de Magdala. Esta hipótesis es el motivo por el cual determinados autores han llegado a identificar a María de Betania con María Magdalena. Pero si la hipótesis puede tener algún fundamento con respecto a la identificación de la población, carece por completo del mismo con relación a la concordancia entre las dos marías. Con independencia del nombre de la población en la que Marta pudiera haberse encontrado con Cristo, llama la atención el tratamiento que los dos evangelistas hacen de ella pues en los pocos versículos que le dedican se aprecian grandes coincidencias con respecto al carácter y actitud de nuestra protagonista. Aparece siempre en disposición servicial, preocupada por acoger y atender en su casa no sólo al Maestro de Nazaret sino a cuantos lo acompañan en su itinerario. Su personalidad aparece en oposición a la de su hermana María, más inclinada en aprender de las enseñanzas de Jesús que de servirlo. 

Su papel como servidora y discípula del Galileo ha hecho de esta mujer una de las figuras claves del cristianismo primitivo. De hecho, es nombrada en Pistis Sophia, texto gnóstico del siglo segundo, donde aparece teniendo un encuentro con Cristo resucitado del que recibe una instrucción personal y una alabanza por su fe en Él. En el primer libro de este escrito, Marta aparece interpretando salmos de la Escritura junto con otras mujeres como María Magdalena, Salomé o la Virgen María. Que ella haya sido escogida como figura literaria para este texto que iba dirigido a las comunidades cristianas de vertiente gnóstica pone de manifiesto su relevancia para los seguidores de Cristo. Su huella se extendió con el transcurrir del tiempo generándose en torno a su persona una leyenda áurea que la ha convertido en protectora de la fe de cuantos creen en Jesucristo. Prueba de ello es la rica iconografía que se conserva de una mujer que ha pasado a los anales de la historia por acoger al Mesías en su hogar y haberlo servido con generosidad. 

José Manuel Martínez Guisasola

Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla

Henryk Siemiradzki (1886). Cristo en la casa de Marta y María. Museo Ruso, San Petersburgo.

Fuentes principales

Evangelio de Lucas, 10.38-42.

Evangelio de Juan, 11.1-40; 12.1-8.

La fe en la sabiduría, Los Evangelios apócrifos, 3.

Selección bibliográfica

Alarcón, P., “Santa Marta de Betania y Marcos” en Aldaba 45 (2019) 38-54.

De Juan Fernández, J., “Marta de Betania” en Vida sobrenatural 736 (2021) 331-342.

Gómez García-Argüelles, A., Marta de Betania (Madrid 1985).

Serrano Plazuelo, J.A., “Marta de Betania, la mujer que hospedó a Cristo: apuntes iconográficos de su representación a lo largo de la Historia del Arte” en Cabrera Espinosa, M.; López Cordero J.A., V Congreso Virtual sobre Historia de las Mujeres (Jaén 2013).

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