212. MARCELA
Marcela nació hacia el 340 y pertenecía a una familia romana muy noble. Era hija de Albina, quien, tras enviudar, vivió con ella en una mansión del Aventino. Marcela contrajo matrimonio, pero enviudó a los pocos meses. Decidida a dedicarse a la vida ascética, rechazó la oferta de un segundo matrimonio con Neracio Cereal, un hombre mucho mayor que ella, funcionario de la corte del emperador Constancio II y emparentado con la familia de Constantino. Su madre la exhortaba a aceptar la propuesta, que sería ventajosa para la economía familiar, pero ella se negó manifestando su deseo de consagrarse y no de buscar una herencia, sino realmente un marido. Su madre le rogó que dejara su herencia a los hijos de su hermano y Marcela aceptó legarles sólo sus joyas y su ajuar.
Roma
Según san Jerónimo, Marcela fue la primera noble romana en adoptar la vida ascética que entonces era una novedad en la Urbe. Aprendió esta forma de compromiso cristiano de unos maestros excepcionales. Primero de Atanasio de Alejandría y luego de Pedro, su sucesor en el episcopado alejandrino, que habían venido a Roma huyendo de la persecución arriana. A través de Atanasio conoció la Vida de Antonio y la ascesis de vírgenes y viudas en los monasterios que seguían la regla de san Pacomio de Egipto, que fueron fuente de inspiración para su conversión.
En su casa del Aventino Marcela reunió a una comunidad de vírgenes y viudas de la aristocracia sobre las que ejerció su magisterio. En el 382 conoció a san Jerónimo, con quien mantuvo una estrecha amistad. Asentado más tarde en Belén, Jerónimo la invitó a unirse a sus monasterios, pero ella nunca dejó Roma. Fue su discípula preferida a la que llamaba “aplicadísima”. Era reconocida por sus conocimientos teológicos y le consultaban presbíteros y obispos, aunque, de carácter discreto, decía que todo lo que sabía lo había aprendido de Jerónimo, de quien poseía todas las obras. Las sectas de los montanistas y de los novacianos trataron de captarla, sin éxito. Durante la controversia origenista, Marcela lideró en Roma la defensa de las ideas contrarias a esta herejía de san Jerónimo. Recibió de un autor desconocido un tratado de exhortación para soportar las adversidades.
En los últimos años de su vida se trasladó a los suburbios de Roma, en una propiedad donde reunió a un grupo de vírgenes, entre ellas Principia, su compañera más fiel. Cuando Alarico tomó la ciudad, los bárbaros saquearon su casa. Marcela los recibió con serenidad. Cuando le pidieron el oro y ella les mostró su pobre túnica, la azotaron. Junto con Principia fue llevada a la basílica de San Pablo extramuros, donde Marcela esperaba una muerte segura, pero no fue así. Murió unos meses más tarde, con su menudo cuerpo aún vigoroso, a una edad senil.
Mar Marcos
Universidad de Cantabria
Jan Hovaert (1600-1658). San Jerónimo con sus discípulas Santa Paula y Santa Eustaquia. Chiesa di Santa Maria Maddalena, Génova.
Fuentes principales
Jerónimo, Epistolario, 127.
Pseudo-Jerónimo, Exhortación a Marcela, 30. col. 52-56.
Selección bibliográfica
Cain, A., “Rethinking Jerome’s Portraits of Holy Women”, en Cain, A., Lössl, J. (eds.), Jerome of Stridon. His Life, Writings and Legacy (Ashgate 2009).
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Marcos, M., Las mujeres de la aristocracia senatorial en la Roma del Bajo Imperio (312-410) (Santander 1990, Tesis doctoral).
Serrato Garrido, M., Ascetismo femenino en Roma: estudios sobre San Jerónimo y San Agustín (Cádiz 1993).