211. MÓNICA
Mónica nació el 331 en Tagaste, ciudad de Numidia, en África, en una familia cristiana. Sobre ella sabemos que no tuvo ningún papel cívico como, por ejemplo, benefactora o alguna influencia política. Se la recuerda como esposa, madre, viuda cristiana; en fin, modelo de virtudes cristianas. La mayor parte de lo que sabemos de Mónica se desprende de más conocido de sus hijos, Agustín de Hipona (san Agustín), que le dedica algunos capítulos en sus Confesiones, escritas 10 años después de la muerte de su madre. Otras noticias proceden de otra obra de Agustín, Sobre la vida feliz. El retrato que realiza Agustín de su madre en estas obras, unas veces positivo otras negativo, refleja la estrecha relación y la influencia de Mónica en su papel de madre, así como la aprobación general que el hijo demuestra sobre ella.
Thagaste
Roma
Sabemos que Mónica se casó muy joven con el pagano Patricio, un funcionario de la administración imperial. El matrimonio entre Mónica y Patricio fue objeto de algunas consideraciones por parte de Agustín: el padre tenía un carácter iracundo, pero recibió el Bautismo en el lecho de muerte. Su esposa consiguió domar su carácter con ternura y bondad. Pronto se quedó viuda y tuvo que sacar adelante sola a sus tres hijos. Agustín dice que completó sus estudios “a expensas de mi madre”. Esto nos hace pensar que se ocupó personalmente de la educación de sus hijos.
Es probable que nuestra protagonista hubiese heredado una parte de las riquezas de Patricio, hecho que le habría permitido administrar y gestionar por sí misma y como viuda el patrimonio hasta la completa preparación de sus hijos y hasta que estos alcanzaran la independencia económica. Con la viudez, Mónica parece gozar, siguiendo el modelo de las viudas cristianas del siglo IV, de una mayor libertad de movimiento. De esta forma, se embarcó en un viaje de casi doscientas millas a través del Mediterráneo, desde Cartago a Milán, ciudad donde se incorporó de forma inmediata y activa a la comunidad católica liderada por el obispo Ambrosio (el futuro san Ambrosio). Aquí Mónica, junto con Ambrosio, asume un papel fundamental en la conversión de Agustín.
Como viuda cristiana, sus actividades eran las de asistir a los pobres y frecuentar asiduamente la Iglesia. En las páginas de la obra Sobre la vida feliz se nos muestra a una Mónica poseedora de una agudeza y una claridad intelectual que reflejan su nivel cultural y su preparación en materia filosófica. La muerte de Mónica es el último evento relatado en la parte autobiográfica de las Confesiones. A finales del 387 Agustín y sus compañeros se detienen a descansar en Ostia en su viaje de regreso a África desde Milán, y es aquí donde Mónica experimenta un éxtasis sobre las cosas creadas por la Sabiduría Divina poco antes de su muerte, nueve días después del suceso. Sus restos descansan en un sarcófago en la Basílica de San Agustín en Roma.
Beatrice Girotti
Università degli Studi di Bologna
Ary Scheffer (1854). San Agustín y Mónica. National Gallery, Londres.
Fuentes principales
Agustín de Hipona, Confesiones, 8.10.11; Sobre la vida feliz.
Selección bibliográfica
Atkinson, W., “Your Servant, my Mother: The Figure of Saint Monica in the Ideology of Christian Motherhood”, en Atkinson, W. (ed.), Immaculate and Powerful. The Female in Sacred Image and Social Reality (Boston 1985) 139-172.
Bowery, A.M., “Monica: The Feminine Face of Christ”, en Stark, J.C. (ed.), Feminist Interpretations of Augustine (Philadelphia 2007) 69-96.
Coyle, J.K., “In Praise of Monica: A Note on the Ostia Experience of Confessions IX”, Augustinian Studies 13 (1982) 87-90.
McDuffie, F., “Augustine’s Rhetoric of the Feminine in the Confessions: Woman as Mother, Woman as Other”, en Feminist Interpretations of Augustine, en Stark, J.C. (ed.), Feminist Interpretations of Augustine (Philadelphia 2007) 97-118.
Moore, R., “O Mother, Where Art Thou? In Search of Saint Monnica”, en Stark, J.C. (ed.), Feminist Interpretations of Augustine (Philadelphia 2007) 147-166.