En otro orden de cosas, se expusieron comunicaciones que analizaban el tratamiento de temáticas y de modelos periodísticos con desarrollos similares a los dados en otras zonas de la península. El arqueólogo y director del Museo Arqueológico Benahoarita, Jorge Pais Pais[11], profundizó en las formas de comunicación entre los benahoaritas, pobladores aborígenes de la isla, como el silbo, las cerámicas o los grabados rupestres -petroglifos-. Con anterioridad, Juan José Laforet había expuesto los resultados de su análisis sobre las epidemias sufridas en La Palma y en Gran Canarias como temáticas a partir de la cuales pudo originarse el relato periodístico isleño. Del repaso de las voces poéticas locales divulgadas en la prensa se encargó Víctor Hernández, gran conocedor de la historia cultural de Santa Cruz de La Palma, y hubo bastantes comunicaciones centradas en el análisis del tratamiento informativo de hechos históricos del siglo XX en la prensa canaria, tal y como expuso Jenny del Pino García, de la Universidad de La Laguna, con el 23F.
Asimismo, Verónica Pérez encarnó con su testimonio como periodista la historia de la agencia de comunicación Metrópolis, fundada a finales del siglo XX en Santa Cruz de La Palma como una modesta empresa local para, más tarde, al calor de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, adquirir un desarrollo tan notable como para llegar a competir con las agencias peninsulares. Y cerramos este periplo con la labor de investigación y conservación que realiza José Luis Zurita de la Gaceta Semanal de las Arte, vinculada al rotativo vespertino La Tarde, editado en Santa Cruz de Tenerife, hoja desde la cual se intentó, en los estériles años centrales del franquismo y ante la ausencia de información cultural en la prensa española de la época, retomar el concepto de la revista vanguardista de la II República Gaceta de Arte. En este caso, la lejanía periférica (en ella colaboraron socialistas represaliados por el franquismo, como el poeta Pedro García Cabrera[12] o el crítico literario Domingo Pérez Minik), acentuada por los dos mil kilómetros de mar, hacen explicable estas licencias que no podían permitirse los rotativos madrileños (de mucha mayor entidad en cuanto a tiradas, difusión, etc.) al estar demasiado controlados por el régimen dictatorial.
[11]Durante la mañana del domingo 13 de septiembre, Jorge Pais guió al grupo de asistentes al congreso por su visita al museo arqueológico benahoarita y les acompañó a la Caldera del Taburiente. [12]Uno de sus célebres versos: “A la mar fui por naranjas, / cosa que la mar no tiene, / metí las manos en el agua, / la esperanza me mantiene”.