237. GENOVEVA
Fue una ferviente devota cristiana cuya vida conocemos gracias a la biografía que la reina merovingia Clotilde (475-545), esposa de Clodoveo y de confesión católica, encargó que se redactara pocos años después de su muerte. Como en todos relatos hagiográficos de la época, su retrato fue modelado según los tópicos habituales del género, destinados todos ellos a legitimar su carisma, sus cualidades sanadoras y, por ende, su condición de santa. Genoveva nació en el 420 en el seno de una familia cristina afincada en la localidad de Nanterre, en las proximidades de París y, ya desde niña, le interesaban tanto las vidas de los santos que le contaban sus padres, que a los siete años decidió dedicar su vida a Dios.
Lutetia
A la edad de diez años, fue consagrada como virgen por el obispo Germán de Auxerre que, junto con Lupo, epíscopo de Troyes, habían hecho un alto en el camino hacia Bretaña en la localidad natal de Genoveva. El propio obispo fue testigo de las cualidades sobrenaturales de la niña que quedó iluminada por una luz inusual en pleno sermón. La niña le confío su deseo de dedicar su vida a Jesús y al día siguiente fue consagrada por Germán.
También siendo niña comenzó a manifestar unos poderes sobrenaturales. Exhibió por primera vez su don en el entorno estrictamente familiar cuando su madre se negó a que acompañara a su padre a las conmemoraciones de un santo local y tras propinarle una bofetada, quedó ciega al momento. Tras dos años de súplica y oraciones para que su madre sanara, un día, mientras sacaba agua del pozo, sus lágrimas cayeron al cántaro. Tras hacer la señal de la cruz le ofreció el agua a su madre, que recuperó la vista. No fue el único momento en el que manifestó sus dones. Su biografía recoge que era capaz de cambiar las condiciones atmosféricas, leer el pensamiento, descubrir los secretos de la gente, formular maldiciones y luego sanar a las víctimas de sus propios conjuros; abrir puertas a distancia o encender candiles. A los quince años decidió consagrarse a la vida monástica y, dada la falta de monasterios en París, cumplió con su compromiso vital en el hogar familiar hasta la muerte de sus padres. Entonces, siguió una práctica habitual entre las devotas adineradas, repartió su herencia a los pobres y dedicó su vida al ayuno y la oración.
En una de sus intervenciones más destacadas, auguró que la ciudad lograría resistir a la invasión de los hunos en el año 451 y, a causa de este vaticinio, fue acusada inicialmente de bruja y falsa profeta. Si Genoveva no fue condenada a muerte bien por lapidación o ahogamiento, según establecía la ley, se debió al auxilio proporcionado por su padrino, el obispo Germán, que acudió de inmediato a defender su reputación y su augurio. La predicción, finalmente acertada, fue descrita como un milagro por Gregorio de Tours y revela la trascendencia del respaldo de la jerarquía cristiana, para que un acto susceptible de ser tachado de mágico fuera considerado una muestra de intervención divina más que resultado de una intervención diabólica. La propia dinastía real capitalizó el éxito de la predicción de Genoveva y los reyes Clodoveo y Clotilde promovieron su canonización y ordenaron su inhumación en la basílica consagrada a los Santos apóstoles donde los monarcas recibirían asimismo sepultura.
Clelia Martínez Maza
Universidad de Málaga
Pierre Puvis de Chavannes (1893-1898). Genoveva ante los obispos Germán y Lupo. Panteón, París.
Fuentes principales
Vida de Genoveva, virgen parisina.
Selección bibliográfica
Hen, Y., Culture and Religion in Merovingian Gaul, A.D. 481-751 (Leiden – New York – Köln 1995).
Jones, A.E., “The Family of Genevieve of Paris: Prosopographical Considerations”, Medieval Prosopography 24 (2003) 73-80.
Murray, A., “Missionaries and Magic in Dark-Age Europe”, en Rosenwein, B. (ed.), Debating the Middle Ages: Issues and Readings (Malden – Oxford 1998) 92-104.
Van Dam, R., Saints and their Miracles in Late Antique Gaul (Princeton 1993).