Logo del grupo Red Lectin

Red Lectin

Red Lectura inclusiva: Red para la investigación e innovación en lectura atípica

Foto de una persona leyendo un libro electrónico

En el debate sobre la lectura en dispositivos digitales, ¿dónde quedan los estudiantes con necesidades educativas especiales?

La lectura en dispositivos digitales ha provocado que la variedad de formas textuales que leemos sea hoy más diversa que nunca. Además de los tradicionales formatos literarios, como novelas, cuentos, o ensayos, hoy leemos posts en redes sociales, conversaciones de mensajería instantánea, textos en páginas web con hiperenlaces que llevan a otros textos, infografías… También es mucho más diversa la variedad de objetivos y lugares en los que leemos. La lectura demanda hoy muchas más decisiones que las meramente necesarias para la comprensión de la información, porque leer en formato digital es en ocasiones muy complejo. Una buena comprensión en este medio requiere habilidades adicionales a la mera comprensión lectora, las cuales están relacionadas con la navegación a través de hiperenlaces, integración de elementos multimodales (infografías, gráficos interactivos, videos…) y de múltiples fuentes de información, y la evaluación de la fiabilidad de la información y de las intenciones de los autores. Además, exige habilidades cognitivas y metacognitivas de auto-regulación para ejecutar todos estos procesos y, asimismo, resistir a las habituales distracciones del medio digital. Aun con estos retos asociados, y como no podía ser de otra forma, la inclusión de los dispositivos digitales en las escuelas es imparable.

Ante esta situación, el debate científico y educativo en cuanto al uso de los dispositivos digitales para leer -en particular- y para enseñar y aprender -en general- se ha intensificado enormemente en los últimos años. El uso del medio digital como medio de lectura está actualmente en entredicho debido a que existen un gran número de estudios que advierten de que no está produciendo resultados positivos e incluso aparecen efectos negativos en el ámbito educativo. Por ejemplo, los recientes informes PISA de los resultados de la evaluación internacional de cientos de miles de estudiantes de educación secundaria realizada por la sección de Educación de la OCDE indican que los estudiantes que usan en mayor medida dispositivos digitales en las escuelas demuestran un rendimiento más pobre en comprensión lectora que quienes los usan de forma moderada[1]. Resultados similares se han encontrado al analizar los resultados de una evaluación nacional de estudiantes de Estados Unidos[2]. Más aún, un meta-análisis reciente encuentra que una mayor frecuencia de lectura en formato digital no se asocia con una mejor comprensión lectora, como sí lo hace la frecuencia de lectura en papel[3].

Además, otros metaanálisis recientes de estudios que han comparado la lectura de un mismo texto en papel y en pantalla encontraron que, en promedio, lectores de todas las edades comprenden algo mejor los textos cuando los leen en formato impreso [4] [5]. Esto ocurre especialmente cuando se leen textos expositivos, generalmente más difíciles de comprender que los textos narrativos, y cuando se lee con límites de tiempo, una situación que demanda más habilidades de auto-regulación que una lectura sin presión temporal. Aún no hay una explicación concluyente a este aparente fenómeno, pero la propuesta más plausible se basa en que nuestra lectura en medios digitales habitualmente se caracteriza por una lectura rápida de piezas cortas de información, poco profunda, y amenazada por distracciones, generando un hábito de lectura superficial cuando leemos en este formato. Es la llamada hipótesis de superficialidad de la lectura en pantalla. Por ejemplo, un estudio reciente encontró que un grupo de estudiantes universitarios que leyó un texto largo en la pantalla de un ordenador con tiempo limitado se despistó más que otro grupo que leyó el mismo texto en papel[6]. Resultados similares se han encontrado en un estudio de registro de encefalograma en niños de 6-8 años, pues la actividad cerebral relacionada con procesos atencionales fue más baja al leer en pantalla. Además, diversas encuestas encuentran que incluso los lectores jóvenes, acostumbrados a leer en pantalla, sienten dificultades de atención y concentración al leer en este medio y prefieren el papel para lecturas largas que demandan profundidad.

No se niegan las potencialidades del formato digital para leer y aprender, tanto por el uso de aplicaciones digitales que sean eficaces, como por su utilidad para la educación personalizada y a distancia. Baste recordar que los dispositivos digitales e Internet salvaron a la educación durante la reciente pandemia de COVID-19. Pero sí se advierte de las dificultades y peligros que el medio digital parece entrañar. Sin embargo, aún con los indicios mencionados, todavía queda mucho por investigar y conocer acerca de estas cuestiones tan complejas. Y, en este sentido, los estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) han recibido mucha menos atención desde la investigación que aquéllos con desarrollo típico y sin dificultades de aprendizaje. Por tanto, aumentar nuestro conocimiento acerca de cómo afecta este fenómeno a esta población es de crucial importancia. Los dificultadas de aprendizaje relacionadas con la discapacidad intelectual o con trastornos como el autismo o el déficit de atención tienen su base en déficits en habilidades cognitivas y metacognitivas relacionadas con la auto-regulación y, por tanto, esta población podría encontrarse en una situación de especial vulnerabilidad respecto a los posibles efectos negativos de la lectura en pantalla sobre la comprensión lectora.

Sin embargo, los estudios acerca del efecto del medio digital sobre la comprensión lectora en población con NEE son, como decimos, muy escasos, casi inexistentes. Sí se han realizado algunos estudios -aunque muy pocos- con estudiantes con trastorno por déficit de atención (TDA), probablemente debido a la idea de que leer en pantalla dificulta, precisamente, los procesos atencionales. Entre ellos, el único en el que los participantes no podían consultar el texto mientras respondían a las preguntas de comprensión encontró que el grupo de estudiantes universitarios con TDA tuvo más dificultades para comprender textos en pantalla en comparación con el papel que sus compañeros con desarrollo típico[7]. Dados estos resultados, es urgente incrementar la investigación centrada en poblaciones con NEE, con trastornos del desarrollo o con discapacidad intelectual. No es que estas poblaciones tengan derecho a usar dispositivos digitales para leer y aprender, es que, de hecho, lo hacen[8]. Por tanto, también tienen el derecho a usarlos de manera eficaz.

Pablo Delgado.  Profesor en el Dto. de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla. Miembro de la Red Lectin.

[1]https://www.oecd-ilibrary.org/education/students-computers-and-learning_9789264239555-en
[2]https://doi.org/10.1007/s11145-022-10295-1
[3]https://doi.org/10.3102/00346543231216463
[4]https://doi.org/10.1016/j.edurev.2018.09.003
[5]https://doi.org/10.1111/1467-9817.12269
[6]https://doi.org/10.1016/j.learninstruc.2020.101396
[7]https://doi.org/10.1016/j.ridd.2019.04.001
[8]https://doi.org/10.1016/j.ridd.2019.04.001