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Para expresar una cantidad se utilizan unidades. El precio de las cosas se mide en monedas. La altura de un edificio se mide en metros. La huella ecológica se mide en .
Imagina una casa. Para que una familia viva en ella, en la casa entran unas cosas y salen otras. Entra materia (como alimentos, agua limpia o electrodomésticos) y energía (como la electricidad o la energía solar). Salen desechos (como agua sucia, contaminación y basuras). El cálculo consiste en tomar cada uno de esos elementos y traducirlo en hectáreas: ¿cuánta superficie es necesaria para producir esa materia y esa energía? ¿Y para absorber esos desechos?
Los cálculos son complejos. Veamos un ejemplo simplificado con alimentos. Se utilizan tablas donde se puede saber qué superficie hace falta para producir tomates, ciruelas o carne de pollo. Así se sabe que 1 kilo de carne requiere la misma superficie que 8 kilos de legumbres, 16 kilos de hortalizas frescas ó 0,8 kilos de de invernadero. A ello hay que añadir si los alimentos vienen empaquetados (superficie para el cartón, los plásticos, etc.) o han sido transportados desde lejos.
Cuando los cálculos se refieren a un país se utilizan las estadísticas disponibles sobre energía, producción y consumo. Los organismos oficiales (nacionales o internacionales, institutos estadísticos) generan esa información.
Es muy útil conocer las fuentes que componen la huella ecológica. Sabiendo de dónde viene la huella, se pueden tomar buenas decisiones.
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