LA EXCAVACIÓN

Tal y como indica la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía, el objetivo de cualquier actuación arqueológica en fosas de la represión tras el golpe militar de 1936 es la identificación de las víctimas. Para cumplir tal objetivo fue publicada el 7 de septiembre de 2009 una Orden de la Consejería de Justicia y Administración Pública de la Junta de Andalucía, por la que se aprobaba el Protocolo Andaluz de actuación en exhumaciones de víctimas de la Guerra Civil y la Posguerra, en las que la arqueología y la antropología forense se convertían en las piezas clave como método de investigación en proceso exhumatorios.

La relevancia social que, a partir de los inicios del nuevo milenio, ha adquirido el trabajo arqueológico en contextos contemporáneos en conflicto, sobre todo con la visibilización de las exhumaciones de fosas de víctimas, con el impacto que provocan en la sociedad civil esas imágenes y los relatos de dolor que las acompañan, han puesto a los arqueólogos, a los antropólogos forenses, a los historiadores, en el centro del debate mediático. Su contribución a la memoria colectiva y a la justicia social es indudable, puesto que la arqueología trata con la materialidad de la historia y, por ello, con el estudio de los restos materiales que acompañan a esos conflictos. Partiendo de esta premisa, son precisamente la ciencia arqueológica y la antropología forense las únicas disciplinas que pueden abordar la materialidad de la represión en fosas comunes, a la vez que la estratigrafía arqueológica ofrece los datos clave para esclarecer la secuencia de los hechos criminales. 

Palabras como represión, justicia, víctimas, memoria y conflicto, ya no son ajenas a la arqueología. Y no lo son precisamente porque la arqueología, como disciplina científica, se ha convertido en un instrumento más al servicio de los principios de verdad, justicia y reparación; en una herramienta para el conocimiento histórico de hechos silenciados a partir de datos materiales, buscando, recuperando y analizando las evidencias asociadas a la represión, interpretando los hallazgos para hacer tangible la violencia, la tortura y el asesinato, demostrando su validez social en la recuperación de los restos materiales en estos contextos de violación de derechos humanos.

Antecedentes

Según la información de archivo, las fosas con represaliados se encuentran, en todos los casos, en el llamado patio 3 del cementerio municipal de Osuna. En la actualidad dicho espacio se encuentra modificado con respecto a su aspecto original de los años treinta, debido a la instalación posterior de cuerpos de nichos y algunos panteones en superficie. Las no muy abundantes y tampoco excesivamente precisas noticias orales de familiares remitían a la mitad occidental de este patio como lugar de emplazamiento de las fosas que, en ningún caso, habían conservado hitos señalizadores externos.

Con anterioridad a la puesta en marcha del Proyecto Osuna Recuerda, el Ayuntamiento de Osuna, a través de unas ayudas concedidas a través de la Federación Española de Municipios y Provincias, llevó a cabo unas primeras acciones indagatorias en el cementerio, en la mitad occidental del conocido como patio 3. Se encargó a la Universidad de Granada (J. Peña y T. Teixidó) una prospección con georrádar, a la que siguieron unos sondeos puntuales, a cargo de la Unidad de Arqueología local (J.A. Pérez Rangel). En ambos casos estas técnicas solo pudieron constatar la existencia de interrupciones en los depósitos vertidos en el patio, así como la localización de huesos humanos. Con el avance de los trabajos arqueológicos del Proyecto Osuna Recuerda se ha podido documentar que se trataba, en todos los casos, de enterramientos ritualizados de los que tampoco había quedado memoria alguna en superficie ni en el recuerdo de familiares y vecinos.

Estrategia y metodología

La dinámica de excavación ha consistido en una primera eliminación por medios mecánicos con seguimiento arqueológico de depósitos superficiales, añadidos artificialmente en procesos recientes de colmatación y adecuación del cementerio. Una vez alcanzado el nivel de circulación del que se había partido para realizar las fosas de enterramiento, se ha continuado con medios manuales.

Al comienzo de los trabajos las principales áreas abiertas de la mitad occidental del patio 3, antes ajardinadas, se encontraban cubiertas con tierra y vegetación irregular de crecimiento espontáneo. Ocasionalmente, existían en algunos puntos, como en el denominado sector 5, delimitaciones de pequeñas tumbas con piedras, pero nunca con indicación de identidades concretas. Según algunas referencias como la del propio técnico del cementerio, hacían referencia a deposiciones relativamente recientes de enterramientos infantiles y urnas de incineraciones. Fotos conservadas de la década del 2000 muestran que algunos familiares colocaban periódicamente flores en unas cruces metálicas, hoy desaparecidas, que en el ángulo noreste del sector 2 parecían recordar a personas asesinadas en la Guerra Civil. Muy cerca de ello, al otro lado del viario, fue donde en 2005 se instaló un pequeño monolito en memoria del último alcalde democrático de Osuna de 1936. Todo ello, en cualquier caso, para insistir en el hecho de que no existía información veraz alguna que permitiera contar con garantías sobre la localización precisa de las fosas de represaliados en el cementerio de Osuna con anterioridad al comienzo de los trabajos arqueológicos.

Es preciso tener en cuenta que el patio 3 con respecto a su estado en 1936 ha sufrido también notables transformaciones por la instalación de panteones y enterramientos singularizados. Lamentablemente, no constan proyectos de obra que permitan identificar el alcance de los trabajos de excavación, pero han supuesto afección en subsuelo y por tanto son ya zonas negativas a la hora de obtener resultados en el marco del proyecto. Noticias orales indican que en el curso de diferentes trabajos de construcción sí se identificaron restos de enterramientos con huesos humanos, si bien resulta hoy imposible dilucidar si se trató de enterramientos canónicos, osarios o fosas con restos de represaliados.

Los datos recogidos en el libro de registro del cementerio aluden a que los represaliados fueron enterrados en cinco “hoyos” numerados de 1 a 5, así como un “hoyo grande”, todos ellos en el patio 3. También constan víctimas enterradas en dos de los denominados “hoyos judiciales”, destinados, de forma general a fallecidos no reclamados y muertes en circunstancias objeto de seguimiento legal.

Al margen de dichas referencias solo escritas no existe información más precisa, espacial o topográfica sobre dónde se localizaban dichos hoyos. Sus posibles dimensiones se habían inferido de los encargos del Ayuntamiento donde, a comienzos del otoño de 1936 se recoge la realización, con carácter extraordinario de cinco fosas (sic) de cuatro metros de longitud y una de siete. Dado que los fusilados en el verano de 1936 fueron muchos, y algunos de los “hoyos” albergaban más de cuarenta cuerpos, se había considerado que dichas fosas habrían sido motivadas por estas necesidades excepcionales. Del progreso de los trabajos arqueológicos se obtiene que las fosas que superan las dimensiones de enterramientos simples -que no individuales- no siempre estuvieron destinadas a represaliados, sino que contuvieron enterramientos ritualizados en ataúd o sin ella en un período que no estaría demasiado alejado en el tiempo de los episodios de la Guerra Civil.

Fosas y sectores de enterramiento

La mitad occidental del patio 3 ha sido intervenida en sectores artificiales. Dichos sectores han tenido como objetivo exhumar la totalidad del patio en búsqueda de las fosas ocupadas por cuerpos de represaliados. Su trazado es irregular y viene dado en buena medida por las condiciones de accesibilidad y movilidad de la maquinaria, así como por el respeto, en la medida de lo posible, del arbolado de gran porte del patio. En la estrategia de intervención se ha priorizado, igualmente, la superficie abierta, evitando, hasta que no ha sido estrictamente necesario, por la evidencia fehaciente de víctimas, levantar acerado y recorridos.

En la mayor parte de los sectores lo identificado corresponde con fosas de tipo simple (media 2,50/2,80x80x3,5 m) distribuidas de forma regular y en buena medida planificadas en grandes grupos. Han sido cortadas en el banco calizo geológico de base. Ciertos cambios de orientación e incluso de forma permitirían identificar diferentes fases de apertura de fosas. Como suele ser habitual en los cementerios municipales y se constata en los propios libramientos de la época, se encargaban con previsión tandas de fosas y, por tanto, no se abrían de forma específica para los sepelios. De forma general las tumbas simples presentan una orientación W-E. En un alto porcentaje en ellas se han documentado enterramientos ritualizados de personas adultas, en muchos casos de avanzada edad tal y como se reconoce fácilmente a través de la dentadura. Responden a inhumaciones canónicas, en su mayoría en ataúdes de madera de los que quedan restos de madera y de herrajes metálicos y clavos. Depósitos funerarios de este tipo son los mayoritarios en los sectores 3, 4, 6 y 7. En diferentes puntos, especialmente en niveles bastante superficiales aunque no solo, se identifican fosas rellenas con material de limpieza del cementerio. Estos depósitos contienen, mezclados, restos óseos humanos sin conexión anatómica, restos de ataúdes, elementos decorativos y restos de escombro constructivo de estructuras funerarias amortizadas.

Solo en un caso, en el sector 2, se ha identificado un gran osario. Lo más singular de él es que entre los restos exhumados, a pesar de no haberse agotado en su totalidad, se han identificado medallas de la segunda mitad del siglo XVIII. Tanto la profundidad a la que ha sido documentado (-3/3,5 m por debajo de la rasante), como las características de la formación llevan a pensar que pudiera tratarse del osario fundacional del nuevo cementerio de 1846, con los restos recogidos de forma ritual del camposanto antiguo situado en otro lugar de la ciudad.

En el ángulo sureste de la mitad occidental del patio 3 se observa la existencia de fosas que, frente a la orientación general W-E, se encuentran orientadas de N a S. También se documentan fosas de mayor longitud que las convencionales. En ambos extremos del sector 2 la identificación de “fosas largas” llevó a pensar, en un primer momento, en su identificación con las empleadas para el enterramiento masivo de represaliados. Tras excavar varias de ellas se constató que estaban ocupadas por enterramientos ritualizados de personas adultas, muchos de ellos ancianos en ataúd de madera y, en muchos casos, completados con numerosas inhumaciones infantiles. Ello llevaba a desestimar totalmente, por ritual, edad y dinámica deposicional, su identificación con víctimas de la violencia y la represión. En esos casos se ha procedido a su registro de acuerdo con la metodología arqueológica y a entregar los restos tanto óseos como materiales a los técnicos del Cementerio de Osuna para su integración en el osario general. En esos casos no se ha procedido a ningún tipo de análisis antropológico forense.

En el sector 5 la tradición oral localizaba los citados “hoyos judiciales”. También aquí se concentraba un mayor número de fosas con orientación norte-sur. En una de ellas, de tipo simple, la denominada en el registro de excavación 240, se han localizado, bajo un primer enterramiento canónico en ataúd, los cuerpos de 28 individuos, todos ellos con huellas de violencia, coherente con la ejercida con motivo de la represión del verano de 1936 contra personas no afines al golpe militar. En su práctica totalidad presentan orificios de arma de fuego en los cráneos, así como, ocasionalmente, impactos en otras zonas del cuerpo.

Además de estos inequívocos signos de violencia, son otras, también, las evidencias que llevan a identificarlos como víctimas claras de los episodios que acompañaron el comienzo de la Guerra Civil en Osuna. Los cuerpos fueron depositados conjuntamente, unos sobre otros. No presentan rasgo alguno de ritualización. Pudieron ser enterrados con objetos personales, tales como una billetera o conservar una férula metálica encargada de inmovilizar una pierna herida.

Las reducidas dimensiones de las fosas en planta han llevado a una compleja estrategia de excavación: a fin de no dañar los restos es necesario excavarlos desde la fosa contigua, una vez eliminada, progresivamente, la pared vertical de las separa. La excavación de los cuerpos se hace siguiendo el procedimiento estratigráfico propio de la metodología arqueológica, identificando, primero, lo más moderno, después, lo más antiguo. Para ello se excavan y documentan in situ, concienzudamente, los restos de los individuos, señalando lesiones peri mortem, objetos personales, proyectiles, etc.

Las antropólogas físicas los registran, fotografían y se hace un levantamiento fotogramétrico. Posteriormente se exhuman y continúa el proceso de trabajo y estudio en laboratorio.

Las reducidas dimensiones de las fosas en planta han llevado a una compleja estrategia de excavación: a fin de no dañar los restos es necesario excavarlos desde la fosa contigua, una vez eliminada, progresivamente, la pared vertical de las separa. La excavación de los cuerpos se hace siguiendo el procedimiento estratigráfico propio de la metodología arqueológica, identificando, primero, lo más moderno, después, lo más antiguo. Para ello se excavan y documentan in situ, concienzudamente, los restos de los individuos, señalando lesiones peri mortem, objetos personales, proyectiles, etc. Las antropólogas físicas los registran, fotografían y se hace un levantamiento fotogramétrico. Posteriormente se exhuman y continúa el proceso de trabajo y estudio en laboratorio.

La identificación de las víctimas

En el caso de Osuna, como ya se ha indicado, se cuenta con el libro del cementerio, en el que no solo aparecen los nombres de las víctimas sino, más aún, los hoyos donde yace cada una de ellas, con fechas precisas de su enterramiento. Cruzando esta información con la de otros documentos, puede conocerse su sexo, edad, altura o profesión, entre otros muchos datos. Una vez excavadas las fosas, por tanto, será posible establecer su correspondencia, así como también contrastar si la documentación arqueológica y la documental son coherentes entre sí.

Todos los objetos materiales que se recuperan con las víctimas son también cuidadosamente registrados y procesados en laboratorio. En su mayor parte corresponde con los elementos no perecederos de la indumentaria, tales como botones de hueso, horquillas, cremalleras y remaches, así como el calzado. También se localizan proyectiles de diferentes calibres, que permiten identificar el tipo de arma empleada. Más ocasionalmente pueden aparecer objetos personales como monederos, mecheros, llaves, aunque en el caso de Osuna esto es menos frecuente al haber pasado, aunque fugazmente, por la cárcel.

Universidad de Sevilla - Osuna Recuerda 2022