El 28 de febrero y la identidad lingüística andaluza

La Andalucía actual muy poco tiene que ver con la de mediados del siglo pasado, en que se gestó la obra fundacional de la dialectología andaluza: el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA).

Desde la Transición a la actualidad, la sociedad andaluza se ha hecho más compleja y heterogénea debido a su imparable desarrollo económico, social y cultural, y también a los flujos migratorios internos del campo a la ciudad y al asentamiento de forma permanente en la región de un elevado número de personas procedentes del resto de España, de Europa, de Hispanoamérica y de otras partes del mundo. Igualmente, los andaluces se han hecho más presentes y decisivos fuera de su propia comunidad y de su país. Todo ello se refleja en una relación más positiva de los andaluces con sus modos de hablar y de actuar y, consecuentemente, está repercutiendo en una mejor imagen que se proyecta hacia el exterior.

No obstante, este cambio de tendencia no es para echar las campanas al vuelo, de ahí que cuando se cumple el 40º Aniversario de la Autonomía Andaluza, sea un buen momento para alertar sobre la persistencia de ciertas creencias e ideas preconcebidas, tanto en la propia Andalucía como fuera de la región, ya que dificultan la comprensión de la variación lingüística de los andaluces e impiden el cabal (re)conocimiento de la compleja realidad de las hablas andaluzas.

Por esta razón, los miembros del grupo de investigación El español hablado en Andalucía (HUM-134), de la Universidad de Sevilla, tras culminar durante 25 años varios Proyectos de Investigación (actualmente trabaja en La construcción histórica y proyección social de la imagen del habla andaluza, financiado por la Junta de Andalucía) y haber dado a la luz publicaciones como El español hablado en Andalucía, obra de la que han aparecido tres ediciones (1998, 2003 y 2011), La identidad lingüística de Andalucía (2009), Conciencia y valoración del habla andaluza (2013), quiere insistir en ideas que no por bien conocidas han de dejar de ser verbalizadas claramente:

  1. 1. Los andaluces hablan con sus peculiares usos y escriben con la misma escritura que los cientos de millones de hispanohablantes.
  2. 2. Lo más distintivo de los andaluces se encuentra en la prosodia y en la pronunciación. La gramática no presenta apenas particularidades y el vocabulario más empleado es panhispánico.
  3. 3. La identidad lingüística de los andaluces se percibe –de manera en cierta medida estereotipada- vinculada a ciertos rasgos fonéticos, pese a que ninguno de estos es compartido por todos los andaluces ni lo hay que sea exclusivo de Andalucía. Algunos, como el seseo/ceceo, sí se gestaron en la región.
  4. 4. Aunque en términos estrictamente lingüísticos no cabe hablar de hábitos articulatorios mejores o peores, el grado de aceptación social no es igual, y los hay que carecen de prestigio interno y marcan socialmente a los hablantes dentro y fuera de Andalucía.
  5. 5. La variedad y heterogeneidad del léxico no debe ser confundida con la riqueza expresiva de los andaluces.
  6. 6. La competencia idiomática y comunicativa pertenece a los individuos, entre los que hay notables divergencias (sean o no andaluces). No es extensiva ni a las lenguas ni a sus geolectos.
  7. 7. El grado de instrucción alcanzado (no exclusivamente ligado al nivel de enseñanza) por cada usuario repercute gradualmente tanto en el caudal de expresiones disponibles como en su posibilidad de elección de las construcciones y modelos discursivos más apropiados y eficaces en cada situación de comunicación.
  8. 8. El progreso de esa capacidad comprensiva y expresiva no está vinculado a una u otra pronunciación concreta, pero puede reflejarse en el mantenimiento, modificación o abandono de ciertos hábitos articulatorios carentes o de escaso prestigio social.
  9. 9. Es algo comprobable que toda iniciativa o campaña que pretenda la normalización o estandarización de un uso idiomático sólo podrá influir en el comportamiento de los ciudadanos si estos comprueban las ventajas que tales alteraciones les aportan en la práctica idiomática oral para alcanzar sus objetivos comunicativos. Solo la valoración colectiva de cualquier novedad o modificación llevará a su libre adopción por parte de los miembros de una comunidad.
  10. 10. Los andaluces mantienen lazos afectivos con sus formas de expresión, pero no hay razón objetiva para que sientan más orgullo que los hablantes de cualquier otra variedad lingüística del español. Tampoco la hay para que se experimente ante ella desapego o minusvaloración. .

Universidad de Sevilla: Grupo de Investigación El Española Hablado en Andalucía (HUM-134)

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