Violencia de género

Una de las consecuencias más devastadoras de la desigualdad de género es la violencia hacia las mujeres, que sigue existiendo pese a los avances en igualdad de las últimas décadas (Cala et al, 2012), siendo actualmente reconocida esta forma de violencia como un problema social y de salud de primer orden por organismos internacionales y por los estados (Bosch & Ferrer, 2013). La integración de la perspectiva de género y el principio de igualdad como objetivo en las políticas públicas en Europa y España es hoy un hecho incuestionable (Bustelo & Lombardo, 2007; Rai, 2008; Unterhalter& del Norte, 2010). En España, múltiples iniciativas han dado como resultado diversas leyes aprobadas para promover la igualdad entre mujeres y hombres y reducir la vulnerabilidad y exclusión social a la que se veían sometidas éstas (Astelarra, 2005; Bustelo & Lombardo, 2007). Esto ha dado lugar a significativos avances en la penalización, programas de prevención y atención a las mujeres, etc. Pero no es suficiente. En un afán por atender de forma más adecuada a las personas que la sufren y prevenir nuevas víctimas, los últimos informes han tratado de incorporar las diferentes formas de violencia, contemplando la emocional y psicológica, han incluido a mujeres menores de 18 años y también a los menores y el entorno de las mujeres en el análisis de la violencia (MSSI, 2015). Cada vez se apuesta más por la prevención y sensibilización en materia de violencia de género para reducir los dramáticos datos de incidencia de este fenómeno en nuestra sociedad. Trabajos anteriores de este equipo han analizado la violencia de genero desde esta vertiente preventiva (Rebollo-Catalán et al., 2012; García-Pérez et al, 2011).