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Presentación



El grupo de investigación sobre Historia Cultural e Institucional del Constitucionalismo en España se fundó en el año 1996 en una situación traumática para sus componentes. Francisco Tomás y Valiente había sido asesinado por la banda terrorista ETA. Quienes colaborábamos con él en el trabajo universitario nos sentimos literalmente desasistidos. Algunas y algunos de las Universidades de Sevilla y Autónoma de Madrid, la mayoría discípulos suyos de primera o segunda generación, nos hicimos el sueño imposible de crear un Tomás y Valiente colectivo. Así nació el grupo y así, por la referida imposibilidad, es como emprendió su rumbo propio.
Sobre el nombre que nos identificara reflexionamos con todo cuidado. Teníamos claro que, como grupo, queríamos centrarnos en historia constitucional y más particularmente en la española, incursionando en el Antiguo Régimen a los exclusivos propósitos de ubicar y reconstruir su escenario de arranque, pero también teníamos más que claro que no queríamos reducirnos al tipo de historia constitucional aún predominante, la que se ocupa prácticamente tan sólo de instituciones políticas o a menudo de política sin más. Tampoco queríamos recluirnos de forma exclusiva en España. A todo esto responden los matices de nuestro nombre colectivo.
Anteponemos cultural a institucional por entender que el constitucionalismo en general es ante todo una variante de cultura jurídica formada en el seno de un sistema de derecho de carácter más jurisprudencial que político con hondas raíces en la historia europea. No despreciamos la historia de las instituciones, ni de las civiles ni de las políticas, sino que intentamos abordarla desde dicha constancia de la existencia pretérita de un sistema jurídico más jurisdiccional que legalista, más dependiente por tanto de una determinada cultura social que de unos concretos poderes políticos. Es la razón por la que anunciamos Historia Cultural e Institucional, por ese preciso orden. Y añadimos del Constitucionalismo en España y no Español o de España por entender que la cultura constitucional desborda fronteras o, dicho de otra forma, no se deja recluir, frente al tratamiento convencional de dicha otra historia constitucional, en unos mapas de Estados. ¿Hay que explicar que, si añadimos en España a nuestra propia denominación, es por entender que las demarcaciones nacionales resultan en todo caso de lo más relevantes?
El grupo ha venido ampliándose desde 1996 en un doble sentido, el de su composición y el de su objeto. Desde entonces se han incorporado personas de otras Universidades, como la del País Vasco y la de Salamanca. Últimamente han comenzado a integrarse compañeros de América, respondiendo esto a la segunda especie de ampliación, la del objeto. En un primer periodo, nos concentramos en el escenario español entre mediados del siglo XVIII y 1837, lo cual sustancialmente significaba en el periodo de formación de la cultura jurídica que cobrara cuerpo en la Constitución de Cádiz y durante el tiempo de vida de la misma. Cádiz nos llevó a América no sólo porque hasta allí se extendiera, sino también porque enseguida comprobamos que buena parte de la obra constitucional gaditana es incomprensible si no se toma en debida cuenta la circunstancia de que dicha Constitución no se hizo ni mucho menos tan sólo para la actual España. Cada vez nos alejábamos más de los parámetros usuales de la historia constitucional española. Por otra parte, también hemos venido ampliando el arco cronológico, primero hasta 1876 y luego a todo el siglo XIX.
Nuestra ambición inconfesada es, por supuesto, la de llegar a la actualidad. Pues no nos dará de sí la vida para tanto, el grupo también se viene preocupando de la formación en su seno de personal investigador.

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