Análisis de la Dinámica de Ocupación de la Comarca de Tierra de Barros (Extremadura) entre el IV y el II milenio a.C.
El Poblamiento Prehistórico de Tierra de Barros (Badajoz)

Introducción

Entre los años 1990 y 1995 y bajo la dirección del Dr. Victor Hurtado Pérez junto con la colaboración de Pilar Mondejar, Mark Hunt, Ángel Polvorinos y Diego Peral se realizaron prospecciones intensivas, prospecciones aéreas, prospecciones geofísicas y excavaciones en extensión, principalmente en el sector oriental del yacimiento de La Pijotilla.

La década de los 90 ha supuesto el período de mayor número de intervenciones arqueológicas en dichol yacimiento y la comarca de Tierra de Barros. La mayor atención se centró en la excavación de la Tumba 3, hallada durante la campaña de 1990. La gran cantidad de enterramientos hallados (300 inhumaciones) hizo que las intervenciones se prolongaran a lo largo de las campañas de 1991, 1993 y 1995 (Hurtado et alii, 2000).

También en 1990 se pudo excavar parte del foso que delimita el asentamiento localizado mediante fotografía aérea (Hurtado 1991). En 1996 se había previsto realizar la primera campaña de prospecciones en la comarca de Tierra de Barros y, aunque efectivamente se llegó a hacer, tuvo que reducirse el tiempo planificado inicialmente debido a la parcial destrucción de La Pijotilla por la construcción de un gasoducto. Hasta ese momento se conocían pocos asentamientos prehistóricos en la comarca. En 1986 A. Rodríguez había publicado un trabajo específico de la zona, aunque sólo documenta 6 asentamientos calcolíticos (Rodríguez 1986). En 1990 J.J. Enríquez publica, a partir de su tesis doctoral sobre la comarca de Mérida, un estudio sobre los poblados calcolíticos de la cuenca del Guadiana, en el que incluye los nuevos hallazgos conocidos hasta entonces en la provincia de Badajoz, llegando a contabilizar un total de 71 asentamientos (Enríquez 1990: 35). Entre las excavaciones arqueológicas tan sólo se conocían los trabajos de Palacio Quemado (Hurtado y Enríquez 1991), Los Cortinales (Gil-Mascarell y Rodríguez 1986) y La Palacina (Enríquez 1990).

Objetivos

Las intervenciones de La Pijotilla habían permitido conocer que se trataba de un poblado de grandes dimensiones en el que se manifestaban evidencias suficientes para atribuirle una categoría relevante dentro de un amplio marco territorial. Y, en efecto, los asentamientos conocidos en los alrededores (con una extensión media entre 1 y 3 ha) diferían considerablemente respecto a la superficie de 80 ha de La Pijotilla.

La escasez de información relativa a la distribución de yacimientos en esta zona hacía, pues, necesario un estudio de territorio que permitiera conocer la implicación de La Pijotilla como lugar central del mismo, la estructura de la distribución espacial de los asentamientos en un determinado marco geográfico teniendo como hipótesis la consideración de una articulación jerarquizada en la que La Pijotilla se erigiría como un centro de poder.

El territorio de prospección. Características fisiográficas

El área objeto de estudio abarca en realidad dos comarcas, la de Badajoz al Oeste y Tierra de Barros al Este (Figura 1). Su extensión está comprendida entre el río Guadiana por el Norte y las estribaciones montañosas de Sierra Morena por el sur (Sierra de Maria Andrés, Sierra de Feria…) donde se ubican poblaciones como Zafra, Feria, Nogales… Por el Oeste el límite vuelve a ser el Guadiana, junto a Olivenza y hacia el Este por los arroyos de Bonabal y Valdemedel. En total una extensión máxima de 40 Km de Norte a Sur y de 80 Km de Oeste a Este,lo que supone una superficie en torno a los 3000 km2.

Figura 1

Figura 1

La comarca de Tierra de Barros, situada al sur del Guadiana, es una extensa llanura, en algunas zonas sumamente plana y monótona, como ocurre con los campos de Almendralejo y Torremejía, que son los más llanos de Extremadura (Figura 2 y Figura 3). La orografía de este terreno sólo presenta algún relieve de notable interés en las zonas periféricas. Estos relieves son una serie de serratas que dejan paso a las corrientes principales de las aguas por las gargantas o cortaduras producidas por una fuerte erosión. Sierras notables de esta zona son la de Arroyo de San Serván, que aparece aislada en la llanura a causa de sus numerosos puertos; la Sierra de Maria Andrés al sur; y en la parte suroeste la Sierra de Monsalud, con las alturas de Peña Utrera (813 m.) y Sierra Vieja (812 m,).

Figura 2

Figura 2

Figura 3

Figura 3

La amplia penillanura extremeña, ligeramente deformada y basculada hacia el norte, termina, en el sector meridional, en una gran flexión, alineada de este a oeste y fallada en muchos puntos. Este gigantesco escalón de unos 300 metros de altura media, casi rectilíneo, constituye la terminación del arrasado zócalo de la Meseta (Ministerio de Agricultura 1988).

Los suelos de Tierra de Barros son de los más fértiles de Extremadura y en la actualidad están dedicados principalmente a la vid y el olivo, mientras que al sur de la comarca de Badajoz predomina el cereal y el pasto y el cultivo de regadío se encuentra generalizado en los terrenos aluviales del Guadiana.

Prospecciones

El proyecto comenzó en 1996. Este año se realizó una campaña de prospección intensiva dirigida sobre los ríos y arroyos principales. Entre 1997 y 1999 sólo se visitaron esporádicamente algunos yacimientos y se procuró recopilar la mayor documentación posible del territorio.En el año 2000 se planteó una amplia campaña de prospecciones en las zonas limítrofes de la comarca de Tierra de Barros.

Las primeras intervenciones arqueológicas se han centrado principalmente en las zonas centro y oriental del territorio (Hurtado et alii,e.p.).Para esta primera fase de intervención se pretendió realizar principalmente dos tipos de prospecciones que permitieran una primera aproximación al estudio del territorio de acuerdo a la hipótesis propuesta.

Prospección intensiva

El modelo de asentamiento de las poblaciones del III y II milenio (a.C.) establecido a través de algunos hallazgos antes conocidos en esta área, señalaba un tipo de poblado de pequeña extensión instalado en llano y junto a cursos naturales de agua. Así se observa en algunos asentamientos conocidos previamente en los arroyos Pijotilla, Entrin Verde y Limonetes.

El objetivo de este análisis prospectivo consistía en corrobar el modelo mediante el recorrido de carácter intensivo de los arroyos Limonetes, Bonabal, Entrin, Mayordomo, Barbudo, Corte de Peleas, Tripero, Harnina y el río Guadajira (Figura 4).

Figura 4

Figura 4

La prospección se planteó, pues, siguiendo principalmente los cursos de los ríos y arroyos actuales, los cuales se disponen en sentido norte-sur, cruzando la penillanura. Se trataba de realizar un “muestreo ” en el conjunto del territorio seleccionado.

Para la organización de las prospecciones se trazaron varios transectos situados sobre los cursos fluviales. En realidad el recorrido de estos se acometió siguiendo el eje del arroyo y abarcando una anchura de 100 mts a cada lado, puesto que resultaba más fácil y rápido para la orientación de los prospectores mantener esta referencia.

Prospección selectiva

Por otra parte la gran extensión del área hizo que se planteara inicialmente una prospección de carácter selectivo, aplicada sobre el espacio limítrofe del territorio y dirigida sobre aquellos potenciales lugares donde pudieran situarse asentamientos de carácter estratégico, puntos de control visual dominante sobre el territorio, pasos naturales, etc…(fig.4)

En definitiva se trataba de explorar la supuesta línea fronteriza del lado oriental de este territorio considerada así por la presencia de algunos, escasos, poblados fortificados. ¿Existía realmente una línea de defensa territorial, una frontera? ¿O se trataba de poblados aislados que por su situación en el límite o periferia, junto a rutas de paso, debían procurar su defensa mediante el amurallamiento?.

En el ámbito de la estrategia metodológica se decidió continuar con la prospección de los ríos situados de norte a sur y que podrían suponer un punto de referencia entre el límite de las comarcas de Tierra de Barros y La Serena. Los ríos que se sitúan en este sector oriental corresponden a los que desembocan en el actual pantano de Alange, es decir, el Bonhabal, Valdemedel y Matachel. Consideramos prospectar los dos primeros.

Por este lado oriental la orografía es más suave lo que obligó a practicar una prospección más exhaustiva en la zona comprendida entre Aceuchal y Feria. Este tramo que en la campaña de 2000 se pasó a explorar intensivamente, proporcionó una gran cantidad de yacimientos.

Mediante este sistema se prospectó también la serie de elevaciones montañosas comprendidas entre Zafra y Olivenza, consideradas la demarcación natural del territorio por el sur, y donde en la campaña de 1996 se había realizado un reconocimiento aéreo.

Al norte, en el sector del río Guadiana, caben destacar las escasas elevaciones que se encuentran desde el pueblo de Guadajira hasta Lobón, donde se sitúan preferentemente los asentamientos

Prospección aérea

La prospección aérea ha proporcionado una información complementaria de interés para evaluar el territorio de forma global. Ello ha resultado útil especialmente en la detección de puntos estratégicos que marcan el límite oriental (Figura 5), dispuestos sobre las pequeñas elevaciones que destacan sobre el conjunto del relieve y cuya incidencia apenas se aprecia en los mapas topográficos.

Figura 5

Figura 5

E igualmente para la localización de subestructuras, como fosos, que en el caso de La Pijotilla permitieron detectar el gran circulo que lo rodea (Figura 6).

Figura 6

Figura 6

Los yacimientos

De la observación del conjunto de la zona prospectada se desprende que la mayor densidad de yacimientos se encuentra en el sector oriental, en el tramo comprendido entre Mérida y Zafra. Como ya se ha indicado es en esta zona donde se realizó una prospección selectiva seguida de otra intensiva, por lo que la insistencia prospectiva ha sido mayor y ello ha influido notablemente en el número de localizaciones. Sorprende, sin embargo, que la zona del interior se encuentre menos poblada y que los asentamientos situados en las orillas de los cursos fluviales aparezcan relativamente distanciados entre sí. Esta apreciación hizo que en la segunda campaña del año 2000 se muestrearan algunas zonas más alejadas de los arroyos y, en efecto, aparecieron nuevos asentamientos que permiten ahora suponer la existencia de un mayor número de localizaciones emplazadas junto a otros recursos de agua y que convendrá investigar en futuras prospecciones.

Por el contrario, en la zona occidental, entre Badajoz y Olivenza, son muy escasas las evidencias de yacimientos prehistóricos. Se trata del sector menos prospectado, aunque algunos muestreos indican una baja densidad de poblamiento respecto a la existente en la propia comarca de Tierra de Barros. Allí los indicios señalan hacia un modelo de asentamiento instalado sobre las serratillas aisladas que dominan la amplia llanura y alejados de los ríos y arroyos. A este respecto conviene indicar que en una prospección de urgencia realizada recientemente a lo largo del río Guadiana, con motivo de la construcción de la presa de Alqueva, ha extrañado la carestía de asentamientos prehistóricos en la orilla española.

Los asentamientos de la zona central se han localizado en los módulos trazados sobre los arroyos que atraviesan la penillanura de norte a sur. Son de pequeño tamaño, entre 0,5 y 2 ha, y se instalan en las vertientes de las suaves cuencas de los cursos fluviales, de manera que el dominio del campo visual se limita al eje de las vías de agua. En esta zona especialmente llana no se encuentran elevaciones notables, pero incluso se prescinde de ubicar los poblados en los puntos de mayor control visual, aunque estos se encuentren próximos.

Se trata de poblados abiertos en los que no se manifiestan en superficie estructuras de cierre. Sólo en el caso del asentamiento de Dehesa de las Yeguas, en las proximidades de Corte de Peleas, se pudo apreciar un circulo de un metro de anchura y con pequeñas piedras que enmarcaban perfectamente la distribución delos restos constitutivos del poblado. Al sur del círculo se encontraban varias losas removidas recientemente que podrían corresponder a una estructura megalítica y otras 17 losas similares de una segunda estructura aparecieron colocadas junto a un camino al norte del yacimiento (Figura 7).

Figura 7

Figura 7

En esta zona de interior se halla el mayor asentamiento, La Pijotilla, con 80 ha de extensión, situado en el arroyo de su mismo nombre que lo atraviesa por la mitad. El perímetro está formado por un foso de un km de diámetro que encierra tanto el poblado como la necrópolis. Su ubicación es similar a los demás poblados, dentro de una suave cuenca sin control visual (figs. 5 y 6)

En el sector oriental el río Guadajira es el de mayor caudal del territorio y donde se ha localizado el más importante número de asentamientos, especialmente en su tramo medio. Aquí la orografía es más variada, con ligeras elevaciones y el río forma en ocasiones pequeñas terrazas sobre las que se asientan los hábitat. Entre Aceuchal y Feria el 85 % de los asentamientos se sitúan en lugares altos, en cerros aislados y serratas, procurando dominar visualmente el entorno. En algunos casos la concentración de asentamientos es muy alta, como ocurre en los alrededores de Aceuchal y Villalba, de manera que la distancia entre ellos es de uno a dos kilómetros. Es posible que la presencia de mineral de cobre en las proximidades haya contribuido a esta concentración de asentamientos.

En general los poblados suelen ser relativamente pequeños, apenas una hectárea de extensión; solamente La Sierrilla (Figura 8) y El Moral, a 10 km de distancia entre sí, alcanzan las dos hectáreas y presentan dos y hasta tres líneas de fortificación.

Figura 8

Figura 8

En cuanto al tamaño cabe señalar otro tipo de pequeño asentamiento fortificado que no supera los 50 m de diámetro, situado en lugares estratégicos y en general muy próximo a otros poblados. De momento resulta aventurado avanzar hipótesis sobre su funcionalidad, pero cabe la posibilidad de que se trate de centros vigías, a modo de atalayas. En algunos de ellos se detecta gran cantidad de cenizas como Cerro Berraco, donde al hacer la cimentación de una vivienda observaron un nivel de ceniza y piedras de hasta 2 m. de profundidad; o Cerro de la Cruz, una loma de gran dominio visual que mantiene una situación privilegiada sobre Molino Perdido, o el de Pedrascal respecto a El Moral.

El tramo sur del río Guadajira atraviesa dos cadenas montañosas que desde Los Santos y Zafra se disponen paralelamente en sentido Este-Oeste. En la comarca de Zafra se encuentra una gran cantidad de asentamientos, muchos de ellos ya conocidos y publicados (Jiménez y Muñoz 1989-90). La mayoría de los asentamientos se sitúan preferentemente sobre los puntos elevados flanqueando la abertura natural que da acceso a la penillanura desde el Sureste.

En el tramo comprendido entre Almendralejo y Mérida disminuye el número de asentamientos. Los situados en el arroyo Valdemedel se encuentran fortificados, sobre cotas de fácil acceso y su situación favorece más el dominio visual norte-sur, a lo largo del cauce fluvial, que en sentido este-oeste, como muestran Los Tercios y las excavaciones de Palacio Quemado (Hurtado y Enríquez 1991) y La Palacina (Enríquez 1990).

En los arroyos Bonabal y Tripero, al oeste del anterior, los poblados se encuentran en llano y distanciados entre sí, con tamaños entre 1 y 2 ha, ligeramente superiores a los hallados en el río Guadajira, como se observa en Huerta de los Hermanos Díaz y Torremejía.

El sector sur corresponde al módulo trazado sobre la línea de elevaciones montañosas en las que se encuentran las cotas más altas del territorio y que discurre entre Zafra y Olivenza. Esta línea supone el límite de la penillanura en forma de muralla natural. La densidad de yacimientos es baja y los escasos asentamientos se disponen estratégicamente sobre los puntos de control en los pasos naturales que acceden desde las estribaciones de Sierra Morena a la penillanura, como en el caso de La Bejera, Sierra Lobera o San Jorge de Alor.

El módulo del sector norte, sobre el río Guadiana, se encuentra muy alterado por las modernas alteraciones del suelo efectuadas para el cultivo de regadío. Es un terreno aluvial muy llano con algunas alturas aisladas entre Guadajira y Lobón, en donde se detecta la presencia de escasos yacimientos calcolíticos, como la necrópolis de Guadajira, cuyo poblado parece hallarse en el extremo de un espolón. La mayor concentración aparece en los alrededores de Badajoz y, como es general en todo el módulo, ninguno presenta indicios de fortificación. Cerca de Talavera la Real se han localizado algunos asentamientos en llano con cerámica campaniforme. La comarca de Mérida ya fue prospectada por J.J. Enríquez y en ella destaca la menor proporción de asentamientos respecto a Tierra de Barros, sobre todo al norte del Guadiana donde tan sólo se localizaron 9 poblados, la mayoría ubicados en las proximidades del río. Durante nuestras prospecciones localizamos dos poblados y supimos de la existencia de otros tantos junto al río Albarregas, además de un gran asentamiento de 10 ha de extensión, Las Lomas, junto a Mérida. En dos de ellos, Las Doñas y Las Lomas, se hallaron varios fragmentos de ídolos antropomorfos de mármol .

La densidad de asentamientos resulta también baja hacia la comarca de La Serena. Al sur, en las estribaciones montañosas de Sierra Morena se conocen todavía pocos asentamientos, aunque algunos, como La Pepina y Castillejos, se encuentran fortificados.

Cronología de los asentamientos

Es sorprendente la gran proporción de yacimientos calcolíticos existentes en Tierra de Barros respecto a otros períodos prehistóricos, sólo comparable a la densidad de yacimientos romanos. La mayor cantidad (más del 90 %) corresponde a la fases de Calcolítico Pleno y Final. Se han localizado yacimientos del Paleolítico Inferior y Medio en las terrazas de los ríos Entrín, Guadajira y Guadiana. El siguiente momento de ocupación se produce a fines del IV e inicios del III milenio con la instalación de algunos escasos poblados y muy dispersos en las orillas de los ríos. Junto al Guadiana ya son conocidos por excavaciones los asentamientos de El Lobo, Alcazaba y Araya. Recientemente se ha excavado cerca de Zafra el poblado de Madre del Agua. En nuestras prospecciones hemos localizado tan sólo dos yacimientos más, Alameda de los Negros, en el río Guadajira y El Tato en el arroyo Entrín, los dos muy cerca de otros asentamientos del Calcolítico Pleno y que podrían estar relacionados con un cambio de ubicación. El hallazgo de estos asentamientos en el interior de la penillanura aporta nuevos datos sobre la estrategia en cuanto al predominio de los poblados de inicios del Calcolítico a instalarse junto a grandes ríos.

Resulta difícil distinguir mediante prospecciones los yacimientos correspondientes a una u otra fase del Calcolítico. En un anterior trabajo (Hurtado 2000) se llamaba la atención sobre esta problemática y la dificultad de considerarlos como pertenecientes al Campaniforme cuando en una observación más atenta podrían resultar incluso de momentos más avanzados, primera mitad del II milenio, o del Bronce. El problema se refiere a la tradicional consideración de identificar los yacimientos exclusivamente por los artefactos fósiles y datarlos en un Calcolítico Pleno o Final mediante la presencia/ausencia de determinados ítems, como la cerámica campaniforme, cuando en realidad ésta suele aparecer muy escasamente en superficie. El elemento más común y abundante es, sin duda, la forma cerámica conocida como “plato” y perdura desde mediados del III hasta inicios del II milenio a.C. constituyéndose en el referente más directo para la adscripción de un yacimiento al período Calcolítico en general.

Esta es en parte la razón de que en las prospecciones se evidencien tan elevado número de asentamientos calcolíticos respecto de otros períodos llegándose incluso a suponer la coexistencia de los mismos en tan amplio espacio de tiempo. Las excavaciones realizadas en asentamientos de la Cuenca Media del Guadiana indican que los hábitat del Calcolítico tienen escasa potencia estratigráfica y una ocupación media entre una y dos fases a lo sumo. Hasta ahora solamente el yacimiento de La Pijotilla aporta datos de una constante ocupación desde c. 2400 hasta c.1700 a.C.

Una observación más atenta del conjunto de ítems hallados puede matizar mejor la cronología mediante el análisis porcentual, la evolución de tipos artefactuales en el territorio o las diferencias en el modo de enterramiento, cuando de detectan junto a los asentamientos.

De acuerdo a ello se advierte una tendencia según la cual la mayoría de los yacimientos correspondientes a los momentos más avanzados del Calcolítico se localizan en el sector oriental del territorio. Aquí hemos detectado cistas junto a poblados, en algunos casos a pocos metros del lugar de habitación y en otros a distancias en torno a un km. En todos ellos se encontraban, entre el material de superficie, artefactos que por su tipología podrían ser considerados precipitadamente como pertenecientes al Calcolítico, cuando en realidad corresponderían ya a la primera mitad del II milenio a.C. (Hurtado 2000). Para la segunda fase de Palacio Quemado, con una necrópolis de cistas en sus proximidades se obtuvo una datación del s.XVII a.C. (Hurtado y Enríquez 1991) Junto a otros poblados, sin embargo, como Salamanco, Las Herreras, Dehesa de las Yeguas (fig.7), La Sierrilla (fig 8), San Marco, El Molino o La Pijotilla, se evidencian enterramientos colectivos con la presencia de estructuras megalíticas o túmulos.

Interpretación del territorio

En algunos trabajos anteriores (Hurtado 1995 y 2000, García y Hurtado 1997) se ha expuesto la hipótesis de partida sobre la interpretación del territorio de Tierra de Barros que, tras las prospecciones realizadas se mantiene en términos generales, aunque matizada por nuevas informaciones. Según esta hipótesis se trata de un territorio con diferentes tipos de asentamientos cuya disposición refleja una estructura jerarquizada, en la que La Pijotilla se constituye como el principal centro de poder, alrededor del cual se sitúan pequeños poblados que se distribuyen por la zona llana de la comarca, aparentemente sin defensas ni valor estratégico alguno. En el sector oriental se encuentran los poblados fortificados sobre lugares elevados, en puntos de amplio control y conexión visual entre ellos y estratégicamente dispuestos a lo largo de una franja continua que discurre de norte a sur entre el río Guadiana, cerca de Mérida y Zafra. La disposición de esta franja (Figura 9) nos ha hecho suponer que las fortificaciones representan una amplia línea de cerramiento hacia el este y defensa del espacio interior comprendido en la penillanura occidental y que este cierre quedaría marcado de forma natural al sur por la cadena montañosa de las estribaciones de Sierra Morena que se extiende de este a oeste entre Zafra y Olivenza, sobre la que se encuentran algunos -pocos- asentamientos con la función de controlar los principales accesos. Quedaría así definido un territorio cuyos límites estarían formados por la curva del río Guadiana al norte y oeste, las fortificaciones al este, y al sur las estribaciones montañosas de Sierra Morena. Se trataría entonces de una “frontera ecológica” determinada en su mayor parte por las características del terreno y caracterizada en su interior por la homogeneidad del tipo de suelo.

Figura 9

Figura 9

Sin embargo consideramos que a escala de análisis del suroeste peninsular el espacio controlado por la formación social de La Pijotilla sería mucho mayor, extendiéndose por gran parte de la Cuenca Media del Guadiana, según se puede inferir de la distribución espacial de los grandes centros existentes, de la uniformidad que presenta el registro arqueográfico en los yacimientos conocidos hasta ahora en la región y su contrastación con regiones periféricas.

La observación hecha antes acerca de la mayor presencia de poblados con cistas en la línea de fortificaciones podría considerarse, desde una perspectiva diacrónica, como una destructuración del macro-territorio a fines del período calcolítico y a una tendencia a la constricción del espacio en un momento en que se produciría la desarticulación de la tradicional forma parental.

Bibliografía

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-Gil-Mascarell,M. y Rodríguez,A. (1986) “El yacimiento calcolítico de Los Cortinales en Villafranca de los Barros (Badajoz)”. Homenaje a D. Fletcher. Valencia.

-Hurtado, V. (1995) “Interpretación sobre la dinámica cultural en la Cuenca Media del Guadiana (IV-II milenio a.n.e). Extremadura Arqueológica V. Homenaje a la Dra. Milagros Gil-Mascarell. 1995

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-Ministerio de Agricultura (1988) Mapa de cultivos y aprovechamientos de la provincia de Badajoz. Madrid

-Rodriguez, A. (1986). Arqueología de Tierra de Barros. Editora Regional de Extremadura. Zafra