ISLA CRISTINA

OTRAS ACTIVIDADES MARÍTIMAS

Sin duda, la actividad industrial de transformación y de conservas ha definido la actividad de este puerto. Si las salazones ya eran importantes desde el origen de La Higuerita auspiciados tanto por los fomentadores catalanes, como por los pescadores locales y primeros pobladores de la isla, fue la proliferación de almadrabas y la apuesta del empresariado isleño por la flota de las grandes artes de tarrafa la que terminó de cimentar la industria conservera. La familia Romeu, con la fábrica La Ribera, Martín Cabet, Pérez Mila, Zamorano, Pérez Romeu… fueron los más conspicuos armadores y conserveros, tanto vinculados al atún como a la sardina. En los años veinte del pasado siglo se llegó a contar con doce fábricas de conservas y más de 33 de salazones. “Antes en Isla no se dormía”, cuenta una vecina refiriéndose a la frenética actividad de las fábricas, en las que el trabajo de las estibadoras resultaba clave. Los turnos se sucedían, al ritmo de las sirenas, que anunciaba la llegada de materia prima a cualquier hora del día y de la noche. El monopolio derivado del Consorcio Nacional Almadrabero supuso un duro golpe a los conserveros que no quedaron integrados en este organismo, lo que condujo a una agria confrontación. La Ribera, de Romeu, quedó como el centro transformador del atún.

Levantá en la Almadraba de Nueva Umbría

"Levantá" en la Almadraba de Nueva Umbría. "Copejando" el atún.

Plano de la almadraba de El Terrón

Plano de la almadraba de El Terrón.

Pesca de estero en Los Tejares 1965

Pesca de estero en Los Tejares. Hacia 1965. Cartaya.

Trabajadores salinas La Primera 1920

Trabajadores de las salinas La Primera. Año 1920. Isla Cristina.

Fábrica de conservas Pescatun

Fábrica de conservas Pescatun Isleña S.L -Ficolumé-.

Conservas Martín Dorado.

Casa natal de Juan Martín Cabet

Azulejo anunciando la casa natal de Juan Martín Cabet, pionero de la industria pesquera de Andalucia.

Salinas

La salina y el estero para el aprovechamiento acuícola representan el más alto grado de humanización del paisaje marismeño intermareal.

Salinas

La actividad salinera ha sido constante en la historia de Isla Cristina.

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El declive de la industria conservera llegó durante la segunda mitad de la centuria. Los nuevos modelos urbanísticos trasladaron las escasas fábricas que iban quedando a los polígonos periféricos. USISA, Unión Salazonera Isleña S.A, que en 1973 agrupó a 23 entidades, se ha convertido en referente de la empresa andaluza del sector, aunque existen otras como Martín Dorado, La Higuerita o Pescatun Isleña S.L -Ficolumé-, que se instituyeron desde los años noventa. Junto a Barbate, Isla Cristina es un centro primordial de la industria transformadora andaluza, que hoy se debate en la búsqueda de nuevos mercados y paladares, y también de nuevas fuentes de materia prima, obligados por el cambio del modelo pesquero que provocaron el cierre de caladeros africanos, las importaciones de pescado y las nuevas tendencias gastronómicas, influidas por las distintas Indicaciones Geográficas Protegidas (Caballa de Andalucía, Melva de Andalucía, Mojama del Sur).

La actividad almadrabera está presente desde antiguo en estas costas, con puestos de pesca que se disputaban la casa de Medina Sidonia y el Marqués de Ayamonte. Fue aquella quien caló la primera almadraba fija en El Terrón, en el siglo XVIII, y sólo con la liberalización de la pesca a principios del siglo XIX creció el número de pesqueros. Distintas almadrabas se calaron en esta costa, entre Ayamonte y Mazagón, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las cuales alimentaban las fábricas y fabriquines de Ayamonte e Isla: Reina Regente, Las Cabezas, La Tuta, Nueva Umbría, Nuestra Señora de la Cinta, Las Torres o El Loro, que se redujeron, con la instauración del Consorcio Nacional Almadrabero, a cuatro: Reina Regente, Las Cabezas, Nueva Umbría y Las Torres caladas, además, sólo en algunas temporadas. Para servicio de algunas de estas almadrabas existieron varios reales: el de Umbría, que fue sustituido por el poblado de Nueva Umbría (en la flecha de El Rompido), del que quedan distintas dependencias, y la Cascajera, en la Isla de Saltés, desaparecido. En 2014 se aprobó la declaración del Real de Nueva Umbría como Bien de Interés Cultural (Lugar de Interés Etnológico), a partir de la iniciativa de distintas entidades ciudadanas, destacando en este proceso la labor de Juan Ruiz, investigador de las almadrabas.

Los empresarios del atún del poniente onubense, así como técnicos y trabajadores, tuvieron un papel clave en el desarrollo de las almadrabas y la cadena industrial del atún de las costas gaditanas del Estrecho, porque fueron ellos quienes extendieron sus actividades hacia el sur, como muestra el caso de la familia Romeu.

La actividad salinera ha sido constante en la historia de este entorno marismeño, sobre todo a partir del desarrollo de la industria de salazón. Siendo su producción monopolio estatal, Isla Cristina no pudo contar con un alfolí (almacén) propio hasta 1818, por concesión estatal, instalado en la calle Real, rompiendo así la secular dependencia de Ayamonte. La producción de sal terminaría liberalizándose definitivamente en 1869, impulsando el desarrollo industrial pesquero. De hecho, algunos armadores conserveros, como Martín Cabet, fueron pioneros en el establecimiento de salinas en las marismas del Carreras. El declive de esta actividad era ya patente en 1960. De las once salinas entonces existentes, subsiste una aunque con una orientación de negocio diferente. La empresa artesanal Biomaris, situada en el Paraje Natural Marismas de Isla Cristina, se dedica a una nueva gama de productos, además de la sal común. En origen está vinculada a un alemán que importó un sistema de producción en lebrillos para la industria cosmética. La salina y el estero para el aprovechamiento acuícola representan el más alto grado de humanización del paisaje marismeño intermareal. En este caso, las salinas se aíslan mediante un muro de piedras y fango, protegido por las conocidas como “saperas” o salicornias, plantas propias de este medio.

La pesca en esteros y salinas abandonadas aprovecha el ciclo biológico de entrada de alevines en las marismas con los movimientos de marea. Las crías entran en marzo, y en los caños encuentran alimento y refugio para su engorde hasta julio, cuando se cierra la compuerta. Desde ese momento, los ejemplares ya no pueden salir del laberinto del pesquero, continuando su engorde hasta diciembre. Entonces se abre de nuevo la compuerta exterior, se colocan las redes tapaesteros o atajos y son capturados en los estanques de más profundidad con un arte pequeño de arrastre, la sollera o lavada, con el complemento de las mangas, tipo de nasa usada en estos ambientes. Mugílidos, lubinas, doradas, lenguados, anguilas… son las especies más comunes de esta pesquería.

Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía

Agencia Pública de Puertos de Andalucía Universidad de Sevilla Unión Europea

Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía

Proyectos de I+D+i 2013-2015.

Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.