MINIATURAS DE ENSEÑANZA

                AGRÍCOLA

              ENSEÑANZAS AGRÍCOLAS, EN FEMENINO

Carmen Mª Cerdá Mondéjar

Universidad de Murcia

cmcm@um.es

Imagen: Miniaturas de maquinaria agrícola utilizada para la enseñanza de la Agricultura.

Centro de Estudios sobre la Memoria Educativa (CEME). Universidad de Murcia.

Tras la Guerra Civil española el régimen de Franco impuso un modelo económico y político basado en la autarquía y en un férreo control ideológico que sumiría a gran parte del país en el aislamiento, la miseria y el hambre. El medio rural y sus habitantes fueron los más castigados, y específicamente las mujeres condenadas al exilio doméstico en la más absoluta precariedad. Algunas voces militantes de la Sección Femenina (SF) se hacían eco de esta situación: “Nadie ignora en qué condiciones vive la mujer en los pueblos: su trabajo es agotador; no sólo cuida del marido y de los hijos; atiende la casa, los animales, acarrea el agua, sino que también ayuda al hombre en muchas ocasiones en las faenas agrícolas, y lo más grave es que todas estas labores las realiza con una falta total de comodidades domésticas”. Con el fin de evitar su emigración, atender sus necesidades y promover su eficiente participación en la mejora de los trabajos agropecuarios, desde la organización, dirigida por Pilar Primo de Rivera, se pusieron en marcha una serie de servicios e iniciativas formativas y de capacitación con orientación profesional destinadas a las mujeres rurales.

 

Continuadoras de la labor iniciada por la Liga Católica de Mujeres Campesinas, creada en los últimos años de la dictadura primorriverista, y por la Hermandad de la Ciudad y del Campo, durante el período bélico, se hallaron investidas de un cierto carácter benefactor y asistencial, no exento de contenido ideológico, moralizante y con frecuencia contradictorio. Esto era así debido al doble objetivo que perseguía su proyecto: por un lado, actuar como vehículo transmisor de los arcaicos valores del régimen enfocados a una idealización del mundo rural donde la mujer representaba su honrado papel como “ángel del campo” y, por otro, proporcionar una formación profesional en femenino que con el tiempo tendría como consecuencia, tal vez no contemplada por todas las promotoras, una mayor autonomía e independencia de la mujer respecto a la familia.

De entre estas iniciativas destacó la creación de Hogares Rurales, Granjas Escuelas y sobre todo Cátedras Ambulantes, con una importante proyección en los años cincuenta y sesenta, dirigidas por Instructoras Rurales Diplomadas. Precisamente, la figura de la Instructora Rural fue concebida para instruir y orientar a la población rural femenina en las funciones de dirección del hogar campesino como centro de la vida familiar y casa de labor, administración de los bienes económicos familiares y colaboración con el marido en la explotación de la empresa agraria. En definitiva, la formación de una mujer impecable, completa e íntegra, según el modelo de feminidad católica y patriótica, que alcanzase unas cotas de perfección garantes de la estabilidad social y la prosperidad económica. Con la idea de favorecer una mejor identificación de las necesidades de las mujeres del campo y una más precisa actuación, se daba preferencia a las formadoras procedentes del entorno rural con auténtica “vocación, entusiasmo e interés por la vida y problemas del campo” (Ramos Zamora y Rabazas Romero, 2009: 234). Para acceder a los estudios se establecieron una serie de requisitos que irían variando a lo largo de los años, al igual que las enseñanzas. Su formación combinaba clases teóricas y prácticas agrupadas por bloques de especialidad en los que se impartían “Ciencias agrarias” y “Ciencias domésticas”, enseñanzas complementarias y formación general, todas materias necesarias, según los criterios del régimen, para el estudio y el aprendizaje de las industrias rurales que después se encargarían de transmitir a sus alumnas. En cierto sentido se potenció la visibilidad de las mujeres en el ámbito público y social, tanto de las formadoras como de las formadas, y en cuanto a los estudios, se pasó de una primera oferta más informal y poco sistematizada a la configuración de una red de escuelas de formación profesional que acabarían por integrarse y ser reconocidas en el sistema educativo formal.

Referencias bibliográficas

Ortega López, Teresa Mª y Cobo Romero, Francisco (2017): “Guardianas de la raza”. El discurso “nacional-agrarista” y la movilización política conservadora de la mujer rural española (1880-1939). Historia y Política, 37, 57-90.

Ramos Zamora, Sara y Rabazas Romero, Teresa (2009): Mujeres e instrucción rural en el desarrollismo español. Historia De La Educación, 26, 221-256.

Ramos Zamora, Sara y Colmenar Orzaes, Carmen (2014): Mujeres rurales y capacitación profesional en el franquismo a través de la prensa femenina (1939-1959). Educació i Història: Revista d’Història de l’Educació, 24, 135-171.