MÁQUINA DE ESCRIBIR

                       MÁQUINAS DE CUELLO BLANCO

Juan Andrés Traver-Martí

Universitat Jaume I. Castelló

jtraver@uji.es

Imagen: Máquina de escribir “Olivetti Lexicon 80”.

Museo Pedagógico de Castellón. Universidad Jaume I.

Según la ficha técnica del Museo de Informática del Gobierno de España, “La Olivetti Lexicon 80 fue diseñada por Marcello Nizzioli, responsable también de la Lettera 22. Comenzó a fabricarse en 1948 y supuso un hito en el diseño de máquinas de escribir por adoptar soluciones revolucionarias que integraron la innovación tecnológica y la excelencia formal. Una de esas mejoras fue en el proceso de fundición de la cubierta, que consiguió dotarla de un aspecto sólido con sus dos piezas brillantemente integradas. La Lexicon 80 se convirtió en la máquina de escribir más vendida de la historia”[1].

La máquina de escribir supuso una revolución en el imaginario laboral femenino de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Rápidamente se convirtió en un dispositivo imprescindible para entender la forma de vivir de la sociedad moderna. La mecanización de la escritura agilizó su proceso dando a los textos un carácter más impersonal y oficial, frente al carácter más personal y reposado de la escritura manual. Incluso algunas personas encontraron en el repicar mecánico del sonido rítmico de sus teclas la atmósfera propicia para la creación literaria o poética. Todo ello introdujo cambios radicales en muchos aspectos de la vida laboral y cultural de las ciudades. Muchos trabajos asociados a las labores administrativas de las empresas o de la administración, así como al periodismo, la literatura o el cine sucumbieron al atractivo que aportaba este artefacto como expresión de la modernidad de una época de grandes progresos.

 

En 1873 E. Remington and Sons (Ilion, Nueva York), fabricó el primer modelo industrial de una máquina de escribir producida por los inventores estadounidenses Sholes y Glidden, que tenía casi todas las características esenciales de la máquina moderna. Pero las primeras máquinas de escribir Remington sólo escribían en letras mayúsculas. No sería hasta 1878 cuando introdujeron la gran innovación que permitió realizar la escritura mecánica en mayúsculas y minúsculas, dando un gran paso hacia el éxito comercial y su rápida expansión a la mayoría de las oficinas. Tal y como señala Hernández (2023), aparecía así un nuevo concepto para denominar a la habilidad de escribir a máquina rápido y bien, la mecanografía. La máquina de escribir y su habilidad técnica junto a la taquigrafía supusieron dos de los grandes cambios que permitieron, como señala Do Nascimento (2012: 79), “[…]la inserción de la mujer en el mercado laboral, generando las llamadas “trabajadoras del cuello blanco”. Por primera vez, las mujeres dejaron los puestos de trabajos en las fábricas, escuelas y labores domésticas, para dedicarse a una ocupación que les exigía un nivel intelectual más elevado”.

Pero como señala Hernández (2023), no a todo el mundo le gustaba esta nueva situación, bien por preocupaciones pragmáticas ligadas a las posibles distracciones que la presencia femenina podría acarrear al trabajo de los hombres en las oficinas, bien por preocupaciones asociadas a los posibles riesgos morales que la incorporación de las mujeres a este espacio laboral pudiera acarrear. Frente a ello era necesario generar un nuevo relato que venciera estas resistencias. Tal y como apunta Do Nascimento (2012: 80), “Para evitar que los hombres pusiesen en duda la capacidad de la mujer en manejar el dispositivo, se construyó la idea de que ella (la mujer) era perfecta para operar la máquina de escribir, porque servía de aprendizaje para el uso de la máquina de coser. La asociación YMCA, institución norteamericana que lucha por los derechos de las mujeres, defendieron que la máquina de escribir formaba parte de los instrumentos convencionalmente femeninos, facilitando con ello, que los hombres aceptasen la incorporación de la mujer, como mecanógrafa, en el mundo de los negocios” (Do Nascimento, 2012, 80). A lo que Graciela Queirolo (2020), pregunta ¿Tienen género los objetos?

 

La máquina de escribir, según esta autora, es uno de esos objetos que nos permite apreciar fácilmente como los planteamientos de género los atraviesan de manera radical. “Con frecuencia, se la presenta como un artefacto que, cuando lo opera un cuerpo masculino, se vincula inmediatamente a la creación literaria. En cambio, cuando lo opera un cuerpo femenino, se asocia al trabajo administrativo” (Queirolo, 2020: 113). Trabajo administrativo que, como señala esta autora, también se vio atravesado por un planteamiento androcentrista y sexista. “La división técnica en el sector burocrático fue también jerárquica y las mujeres ocuparon predominantemente puestos bajo la supervisión de un varón» (Queirolo, 2020: 117). La inequidad, como podemos apreciar, caracterizó las relaciones de género de los trabajos asociados a estas máquinas de cuello blanco.

[1] Cfr. https://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Olivetti%20Lexicon%2080&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simpleSelection&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=9&listaMuseos=null

Referencias bibliográficas

Do Nascimento, André Ricardo (2012): Taquigrafonías. La máquina de escribir en el cambio del imaginario laboral femenino y como expresión sonora de la memoria colectiva. Arte y políticas de identidad, 7, 77-92.

Queirolo, Graciela (2020): La máquina de escribir, las relaciones de género y el trabajo administrativo (Buenos Aires, primera mitad del siglo XX). H-industri@, 27, 113-124.

Hernández, Bertha (2023): Ticlí-Ticlá: Historias de la máquina de escribir. Crónica, 26/11/2023. En línea: https://www.cronica.com.mx/nacional/ticli-ticla-historias-maquina-escribir.html