IMPRENTILLA ESCOLAR

   LA IMPRENTILLA Y OTRAS FORMAS DE DEJAR HUELLA

Victoria Muñoz Tinoco

Universidad de Sevilla

tinoco@us.es

Imagen: La imprentilla infantil.

Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva.

La imprentilla es un objeto de culto para las personas apasionadas de los materiales escolares y de papelería, entre las que me encuentro. Las imprentillas infantiles se comercializaban ya en las primeras décadas del siglo XX y se convirtieron en un juguete relativamente popular a partir de los años 60. Podía ser un regalo de comunión, navidad o cumpleaños. Muchas niñas de la generación Baby Boom y de la Generación X encontramos en ella nuestro mayor acercamiento a la “tecnología”, mientras nuestros hermanos jugaban al “Electro L”o al Cheminova.

Recuerdo en la imprentilla uno de mis primeros contactos con el alfabeto, sirviendo en las tardes de juego con mis hermanos para iniciarme espontáneamente en la forma, orden y posicionamiento de las letras. Hacer una composición de una breve frase requería un buen dominio de la atención, la memoria, las habilidades visoespaciales y la psicomotricidad fina. Las minúsculas letras de goma se cogían una a una con las pinzas y se iban introduciendo en el sello ranurado de derecha a izquierda y en posición espejo, para que al mojar el sello en la tinta e imprimir sobre el papel se pudieran leer correctamente las palabras. Cada set incluía varios tipos de sellos, en algunos solo cabía una palabra o una fecha y otros permitían componer frases en varias líneas (habitualmente nombre y apellidos, curso escolar o dirección). Algunas imprentillas traían también sellos redondos o con otras formas, que permitían hacer otro tipo de composiciones. En cualquier caso, el texto que se podía escribir era muy limitado y con un desequilibrio coste-beneficio que solo la imperiosa persistencia de la motivación infantil con su peculiar vivencia de los tiempos podía justificar. Eso sí, una vez montado el texto venía la magia de poder estamparlo tantas veces y en tantos lugares como se quisiera.

Tener una imprentilla era un privilegio, pues permitía dejar “tu sello” en la primera página de libros, cuadernos y libretas. Es curioso que hacerlo con imprentilla suponía una distinción, frente a los que ponían su nombre a mano con su letra desigual o con la caligrafía de los mayores de la casa. Y es que, jugar con la imprentilla, sin asumir más riesgo que el de tintarse las manos, permitía producir texto con letra de imprenta, como la de los libros: estándar, legible, lineal y homogénea.

En el ámbito escolar, Celéstin Freinet intuyó el enorme potencial de la imprenta como herramienta para dejar rastro de las experiencias de vida y de aprendizaje del alumnado, para difundirlas y colectivizarlas, llevando la vida a la escuela y transformando el entorno. Freinet y sus seguidores transformaron las aulas en talleres donde niños y niñas aprendían a manejar imprentas, ahora sí de verdad, llevando a cabo complejos, precisos y variados trabajos de impresión y reproducción de sus propias composiciones de texto (Gertrúdix, 2017).

En la actualidad, el uso extensivo de los dispositivos electrónicos en nuestra vida cotidiana está propiciando debates como la pertinencia de la enseñanza de la escritura manuscrita o de la letra cursiva ligada. Curiosamente, mientras debatimos estas cuestiones, estamos siendo testigos de una vuelta a lo manual y una revaloración de lo artesanal por parte de las nuevas generaciones (Claxton, 2016) que incluye, entre otras cosas, el uso de sellos y tintas en proyectos de “scrapbooking” y agendas personalizadas.

Quizá los más jóvenes nos están diciendo bien alto y claro que tienen cosas importantes que decir y nuestra labor no debiera ser más que poner a su alcance todas las herramientas posibles sin que ninguna tenga por qué sustituir a otras. Ordenador y papel, sellos, rotuladores y plumas, palabras escritas, habladas y oídas, imágenes, vídeos, silencios y gestos pueden convivir todos juntos para narrar experiencias de vida que merezcan ser compartidas.

Referencias bibliográficas

Claxton, Guy (2016): Inteligencia corporal: Por qué tu mente necesita el cuerpo mucho más de lo que piensa. Barcelona: Plataforma.

Gertrúdix, Sebastián (Ed.) (2017): Construyendo escuela: Las técnicas Freinet 50 años después. Barcelona: Octaedro.