ÁBACO

EL ÁBACO: PUERTA A LA IGUALDAD Y AL CONOCIMIENTO

José Gabriel Barbero Viruega

IES Carpe Diem (Fuenlabrada)

josegabriel.barbero@educa.madrid.org

Imagen: Ábaco. Museo Complutense de Educación. Universidad Complutense de Madrid.

En una sala escasamente iluminada, una pequeña niña de apenas cuatro años, con trenzas apretadas y recogidas, permanecía inmóvil. Mientras sus amigas corrían y reían en el patio, ella se encontraba fascinada ante un objeto que reposaba sobre la mesa de su padre: un ábaco de diez filamentos con cuentas de colores antes brillantes. Sus ojos, grandes y curiosos, se fijaban en las cuentas como si fueran las estrellas más hermosas del firmamento.

El padre, un hombre de mirada dulce y paciencia infinita, observaba a la niña con una sonrisa. Conocía bien ese brillo en sus ojos, la chispa de alguien que veía más allá de lo evidente, alguien que encontraba belleza en el orden y en la lógica. Sin decir palabra, el hombre tomó el ábaco, ese instrumento antiguo que permite hacer concretos los primeros números, transformando abstracciones en algo tangible y comprensible, y lo acercó a la niña, haciendo tintinear suavemente las cuentas. Lo volcó suavemente, y todas las cuentas cayeron hacia un lado, revelando el concepto del cero, de la nada. La niña, con una mezcla de asombro y comprensión, movió sus pequeños dedos colocando las cuentas en cada filamento con creciente emoción.

Hoy, cuando miramos un ábaco, podemos ver más que un simple instrumento de cálculo. Vemos la lucha y la perseverancia de tantas mujeres que, a través de la historia, han utilizado este humilde instrumento para desafiar las expectativas y alcanzar logros notables. Cada cuenta movida no solo representa un número, sino también un paso hacia la igualdad y el reconocimiento del potencial de las mujeres en las matemáticas y en todas las áreas del conocimiento.

Durante siglos, las barreras sociales e ideológicas han relegado a la mujer matemática a las sombras. Filósofos y eruditos de antaño, como Kant, afirmaban que el interés de las mujeres por la geometría era “tan improbable como que una mujer tuviera barba”. Tales pensamientos cimentaron la prohibición de acceso de las mujeres a la educación matemática, relegándolas a un papel secundario y silencioso en la historia del conocimiento. Sin embargo, la historia ha registrado la voz de aquellas mujeres que, desafiando estas restricciones, lograron abrirse paso.

Autoras como Emilia Pardo Bazán abordaban la importancia de la educación matemática para las mujeres en sus escritos, subrayando cómo este conocimiento podía ser una herramienta de empoderamiento. En su obra, no solo abogaba por la educación matemática, sino que la consideraba esencial para el desarrollo completo e igualitario de las mujeres en la sociedad. Ella argumentaba que “la historia, la retórica, la astronomía, las matemáticas son conocimientos ya algo sospechosos para los hombres”, destacando cómo la educación en estos campos podría liberar a las mujeres de las restricciones impuestas por una sociedad patriarcal.

Cada cuenta que la niña movía era un paso más en su comprensión. Sentía una profunda conexión con los números, una armonía que resonaba en su mente infantil. Las cuentas se alineaban, formando patrones y secuencias, y con cada movimiento, su entendimiento se profundizaba. Su satisfacción crecía al ver cómo el caos aparente se transformaba en un orden lógico y bello. Cada movimiento de sus dedos era una exploración, un descubrimiento que la llenaba de alegría y confianza. El ábaco se había convertido en una puerta al vasto universo de las matemáticas para la niña.

Con los ojos aún brillantes, la pequeña salió al patio para unirse a las risas de otras niñas bajo el cálido sol de la tarde. El padre, con una sonrisa de orgullo, la observó desde la puerta mientras sostenía el pequeño ábaco en sus manos. Hypatia jugaba feliz.

El ábaco nos recuerda que la educación es la llave que abre todas las puertas, especialmente aquellas que llevan a la igualdad y la libertad. En sus cuentas se entrelazan las historias de millones de niñas que se atrevieron a soñar con un futuro diferente, más justo e igualitario. En cada cuenta movida, en cada niña que aprendió a través de él, reside un legado de empoderamiento y esperanza, un recordatorio eterno de que el verdadero poder del conocimiento reside en su capacidad para transformar vidas.

A través del ábaco, no solo enseñamos matemáticas; enseñamos a pensar, a cuestionar, y a desafiar lo establecido. Es un símbolo de las posibilidades infinitas que se abren cuando a las niñas se les da la oportunidad de aprender y crecer en igualdad. La historia de Hypatia, y la de tantas otras mujeres, nos inspira a seguir luchando por una educación que reconozca y celebre el potencial de todas las personas, sin importar su género.