FLAUTA

             LA FLAUTA DULCE: UN VEHÍCULO PARA LA

                     PRÁCTICA MUSICAL EN LA ESCUELA

Alejandra Pacheco-Costa

Universidad de Sevilla

apacheco@us.es

Imagen: Flauta.

Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla.

Durante años, mi padre me ha hablado de su profesora de música en la Escuela de Magisterio de la Universidad de Barcelona, una mujer inteligente y preparada que se armaba de paciencia para conseguir que un grupo de muchachos que querían ser maestros aprendieran algo de música. Años después descubrí que esa mujer era la misma María Cateura que definió las líneas maestras de la educación musical escolar en la España del último tercio del siglo XX. La misma que había elaborado, entre su inmenso catálogo de publicaciones, las recopilaciones de pequeñas piezas, métodos y tratados de flauta que sirvieron de base a otros muchos, y que se convirtieron en referentes tanto para la formación de los docentes de música como para la de los alumnos y alumnas de educación primaria y secundaria.

Para varias generaciones de españoles, la enseñanza de la música en los colegios ha sido sinónimo de aprender a tocar la flauta. La flauta escolar llegó a España en la década de 1960 como parte del método Orff, centrado en el ritmo, el movimiento y la palabra, que permite a los niños una práctica musical activa y creativa (Goodkin, 2004). Una de sus vías de entrada en España fue la formación de músicos en Alemania, becados entre otros por la Fundación Juan March (De la Hoz-Díaz y Ayala-Herrera, 2023). Fue una de las becadas, Montserrat Sanuy, quien, junto con Luciano González Sarmiento, elaboró la versión española del Schulwerk de Orff (Orff, 1969). Su legado marcó una manera de entender la educación musical y la formación de los docentes de música que se materializó en las escuelas a partir de la década de 1980.

En mi clase de música en el colegio, todas las tardes de los martes y los jueves, una de las niñas copiaba una canción (tomada de los libros de María Cateura) en la pizarra y el resto la copiaba en su cuaderno. Mientras tanto nuestra profesora iba preguntando la canción de la semana anterior de manera individual, apuntaba la nota en su cuaderno y pasaba a la niña siguiente. Así, semana tras semana. Guardo el recuerdo de aquella profesora, que después fue también mi primera profesora de piano. También guardo el recuerdo del sopor de esas tardes. Lo que había sido en el método Orff un instrumento melódico para tocar e improvisar en grupo, y que en los tratados de María Cateura se convirtió en una manera sencilla de que todos los escolares tuvieran acceso a la práctica de un instrumento musical, se había acabado convirtiendo en una rutina que taladraba los oídos de alumnas y sus familias por igual. La capacidad del instrumento para que los alumnos y alumnas improvisaran, crearan y exploraran, se había quedado en el camino. Solamente a veces, fuera de la clase y sin prestarle apenas atención, nos juntábamos dos o tres amigas, buscábamos de oído las canciones de los grupos que nos gustaban y las tocábamos y cantábamos juntas. Fuera de la rutina de la clase acabamos consiguiendo lo que busca la educación musical escolar: una experiencia vivida, que se relacione con las identidades musicales de los estudiantes y proporcione las herramientas para una participación activa. 

 

Imagen: Repertorio escolar de flauta recopilado por María Cateura.

Referencias bibliográficas

De la Hoz-Díaz, Joaquín y Ayala-Herrera, Isabel Mª (2023): Emisarios en Salzburgo: El papel de la Fundación Juan March en la recepción del Orff-Schulwerk en España (1962-1966). Per Musi, 24, 1-34. En línea: https://doi.org/10.35699/2317-6377.2023.45028

Goodkin, Doug (2001): Orff-Schulwerk in the new Millennium. Music Educators Journal, 88(3), 17-23. En línea: https://doi.org/10.2307/3399753

Goodkin, Doug (2004): Play, sing & dance: An introduction to Orff Schulwerk. Mainz: Schott.

Orff, Carl (1969): Orff-Schulwerk. Música para niños. Introducción. Madrid: Unión Musical Española.