COCINITA

     COCINITAS. APRENDER A SER UNA BUENA ESPOSA

Begoña Yáñez-Martínez

Universidad Complutense de Madrid

begona.yanez@ucm.es

Imagen: Cocinita. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla.

No hace falta remontarse mucho en el tiempo para oír expresiones como “ya estás preparada para casarte” cuando una mujer joven prepara una buena tortilla de patata, por ejemplo. Saber cocinar es una competencia básica para la buena esposa según los cánones antiguos (y no tan antiguos). El juego de las cocinitas tiende a fomentar este tipo de mentalidades antiguas y los estereotipos de género, igual que sucede con el juego de limpieza. Es inevitable preguntarse si las niñas tienen una tendencia natural a un tipo de juegos en los que simulan ser amas de casa y madres o es el conjunto de influencias, educativas, culturales y sociales, las que hacen que elijan jugar a este tipo de juegos.

Numerosos estudios e investigaciones sostienen que la identidad de género se construye socialmente. Esta construcción, desde la cotidianeidad, llega desde los distintos contextos en los que los niños y niñas van aprendiendo de lo que se les enseña de forma directa e indirecta, en casa, en la escuela, en la televisión, etc. Desde el conocimiento del sexo del bebé ya se va condicionando la decoración de la habituación, el color de su ropa o sus primeros juguetes. “Existe una masculinidad y también una feminidad hegemónica […] la sociedad presiona para que niños y niñas las asuman como propias” (Rodríguez y Torío, 2006: 473).

Desde la educación infantil se identifica esta feminidad hegemónica en la tendencia de las niñas al cuidado y atención del otro. Esto puede verse tanto en afirmaciones procedentes de los discursos docentes como de los propios niños y niñas de primaria, afirmando directamente que el juego de las cocinitas es un juego de niñas y que los hombres solo cocinan cuando están solos (Álvarez, Carrera-Fernández y Cid-Fernández, 2017). Tanto en casa como en la escuela las niñas ven a las mujeres (madres y maestras) ejercer un papel de cuidado que tratan de reproducir para la aprobación por parte de los adultos.

Los catálogos de juguetes y la publicidad condicionan la elección de los juegos por parte de los niños y niñas. Aunque la aparición del código deontológico sobre la publicidad no sexista pretende evitar la reproducción de roles eliminando la aparición de niñas jugando con muñecas o cocinitas, los estudios demuestran que esta tendencia sexista se sigue produciendo, “los juegos tradicionalmente considerados como masculinos son demandados tanto por niños como por niñas, mientras que los juguetes tradicionalmente considerados como femeninos solo son elegidos por las niñas” (Álvarez, Carrera-Fernández y Cid-Fernández, 2017: 330)

 

Pero ¿es posible acabar con estos dualismos de género? Por el momento vamos a ver qué beneficios tiene jugar a las cocinitas más allá del condicionamiento de identidad de género. En el juego de cocinitas entre niños y niñas se identifican: el descubrimiento del placer de cocinar y comer como un acto divertido y feliz que ayuda al aprendizaje de hábitos en la mesa, la estimulación de la imaginación y la creatividad en el desarrollo de platos, así como el desarrollo de lenguaje, las habilidades sociales y la interacción afectiva (Rodríguez, 2018).

El trabajo por rincones en la educación infantil fomenta el desarrollo de distintas capacidades “Niños y niñas diferentes pueden desarrollar las mismas capacidades realizando tareas distintas” (Martín y Viera, 2000, p. 25). El objetivo reside en orientarles, desde la infancia, hacia identidades de género abiertas y un intercambio social con iguales. Mediante el desarrollo del juego sociodramático, en ese trabajo por rincones, se pueden fomentar conductas de cuidado y atención tanto en niños como en niñas. También es importante la educación en casa. Igual que sucede con la observación de la madre o la

maestra, los niños que ven a sus padres hacer la comida o realizar labores del hogar suelen imitar y reproducir esa conducta.

En conclusión, no se trata del juguete en sí, sino de todo lo que le rodea (o creamos alrededor de él). Si hay un cambio de contexto, las cocinitas podrían ser un juguete estimulante en lugar de desarrollar estereotipos de género.

Referencias bibliográficas

Álvarez Rodríguez, Nuria, Carrera-Fernández, María Victoria y Cid-Fernández, Xosé Manuel (2017): ¿Juegos de niñas y juegos de niños? La influencia de los estereotipos de género en la elección de juguetes. Revisa de estudios e investigación en Psicología y Educación, Extra (5), 330-333. En línea: https://doi.org/10.17979/reipe.2017.0.05.2830

Martín, Marisa del Carmen y Viera, Ana María (2000): La atención a la diversidad en educación infantil. Los rincones. Aula de innovación educativa, 90, 25-32. En línea: https://www.altascapacidadescse.org/la_atencion_a_la_diversidad_en_educion.pdf

Rodríguez Menéndez, María del Carmen y Torío López, Susana. (2006): El discurso de género del profesorado de educación infantil: hablando acerca de la ética del cuidado. Revista Complutense de Educación, 16(2), 471-487. En línea: https://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/view/RCED0505220471A

Rodríguez Rojas, Nathalie (2018, abril 8): Cocinitas: ¿Un juego sexista? Kamchatka. Magic Toys. En línea: https://www.kamchatkatoys.com/blog/cocinitas-un-juego-sexista