LIBRO “CARMENCITA DE VIAJE”
VIAJAR Y SER MUJER EN LOS LIBROS DE LECTURAS
PARA NIÑAS DEL FRANQUISMO
Carmencita de viaje. Burgos: Editorial Hijos de Santiago Rodríguez (1961).
Museo Andaluz de la Educación
Carmencita de viaje fue uno de muchos libros de lecturas escritos por inspectores e inspectoras de enseñanza primaria en el franquismo e incluso antes. Libros de lecturas con protagonistas femeninas, como lo fue Flora (Pilar Pascual de Sanjuán), Luisita (Aurora Lista), Celia (Elena Fortún), Diana (Leonor Serrano), Marisol, Carmelín, Mari-Luz (Josefina Álvarez de Cánovas), o Carmina (Federico Torres).
Las protagonistas tenían muy pocas ocasiones y oportunidades de viajar y ver mundo. Viajar y ser mujer no iban de la mano. Carmencita de viaje (1958, 1961, 1963) es parcialmente una excepción pues si bien permite viajar a la protagonista, la mantiene dentro de los límites de la experiencia permitida.
El libro objeto de esta reseña tiene variadas peculiaridades. Fue redactado por el inspector Antonio Juan Onieva, ilustrado por el ilustrador Antonio Cobos y publicado por la editorial Hijos de Santiago Rodríguez, actores todos de primera fila en la producción de libros de lectura para la infancia en el franquismo. Onieva mostró un interés particular en los libros de lecturas sobre viajes y sobre viajar: Viajar!, Viajando por España y Viajando por Europa, son otros de sus títulos. Pero Carmencita de viaje está pensado para las niñas. Onieva y la editorial recogen la idea del libro de lectura publicado en 1892 con el título Viaje infantil. Ligeros conocimientos sobre los grandes inventos al alcance de los niños (de Mariano Rodríguez Miguel) donde Santiaguito, el hermano de Carmencita, recibe un viaje por España como premio por sus buenos resultados escolares.
En 1958 Onieva crea la versión femenina del formato de lecturas, manteniendo el diminutivo típico aplicado a los nombres de niños y niñas. A Carmencita, como premio por su diploma de honor en la escuela, se le regala un viaje en compañía de su madre. A diferencia de su hermano, no viaja para conocer los grandes inventos del progreso, ni en transportes públicos como el tren, sino en coche, con chófer, y con otro propósito:
“Trátese de un viaje por todas las regiones españolas, descubriendo muchas de las cosas que más le interesan a las mujeres”: bordados, alfarería, porcelanas, cocina…, se lee en el preámbulo.
La posibilidad de tal premio y las comodidades con que se realiza muestran a una niña aplicada de clase acomodada, como ejemplo y modelo a seguir. Carmencita –nombre también de la esposa y la hija de Franco–, viaja por España en compañía de su madre “doña Mercedes” –nombre también de la hija del infante don Carlos de Borbón-Dos Sicilias–.
Dado que viajar estaba al alcance de muy pocos, los libros de lectura “obraban el milagro de viajar sin moverse del pupitre: de esta forma los viajes tomaron protagonismo en las lecturas escolares, aunando conocimientos geográficos e históricos en peripecias viajeras que siempre se veían acompañadas de enseñanzas morales” (González, 2021: 149). El libro de lecturas permite mostrar e idealizar la geografía, las costumbres y la cultura nacional con el enfoque de la mujer de la época: qué hacían las mujeres de España, a qué se dedicaban.
En su paso por Almería, Carmencita descubre cómo las mujeres colaboran en el cultivo de las uvas:
“–Y las mujeres, ¿en qué intervienen?
–En varias faenas, por ejemplo, en la fecundación de la flor, en la recogida del fruto, en su limpieza […]”.
Pero el libro también permite a las niñas soñar y hacerles pensar en la idea de que estudiar y sacar buenas notas les puede conducir a ser premiadas. O, al contrario, percatarse de que solo las clases altas tienen acceso a conocer mundo, y que la clase social es una variable tan poderosa o más, que el género.
Por suerte, de las pocas posibilidades de viajar de algunas mujeres en el pasado brotan algunos escritos como el de la mallorquina Maria-Antònia Salvà, quien nos deleita con, como bien afirma Ortega (1999: 391), “una descripción evocadora y retórica” del río Nilo “donde Salvà recrea la escena en la que Moisés es salvado de las aguas con una prosa lírica estremecedora, casi mística, tratando de transmitir al lector la emoción que a ella le embarga”:
«Oh, el Nil…! El Nil tan somiat, amb la seua corrent tranquil.la, (…) con aquell temps de la infantesa, en què apreníem son nom abans de conèixer el mapa, dins les primeres lliçons de la història sagrada, apreses de viva veu, com les rondaies…Moisès a dins el bres de joncs…La filla de faraó rodetjada de ses esclaves disposant-se pel bany… I la germaneta de Moisès vetllant mig amagada a la vorera del riu… Allò, a més d’una lliçó d’història, fou tota una revelaciò de poesía,…
[…]
Qui m’ho hagués dit, aleshores, que veuria el Nil!” (Salvà, 1998: 82).
Lo cierto es que, según Cristina Morató (2007: 30), en su libro Viajeras intrépidas y aventureras, mujeres “viajeras, exploradoras, navegantes, conquistadoras las ha habido siempre”. Ojalá Carmencita de viaje, a pesar de su marco condicionante, abriera el apetito viajero y explorador a sus lectoras.
[1] Las reediciones en el franquismo fueron corregidas y aumentadas por el inspector Onieva.
Referencias bibliográficas
Buendía Muñoz, Alejandro y López Romero, Lourdes (2020): Carmencita y las Uvas de Almería. Museos de Terque. Apología Radical de las Cosa, Año XV, 172.
González Ruiz, Juan (2021): Trenes y escuelas: las vías del progreso, Cabás 25, 125-158. En línea: https://doi.org/10.35072/CABAS.2021.12.93.007
Morató, Cristina (2007): Viajeras intrépidas y aventureras. Barcelona: Plaza Janés.
Ortega Román, Juan José (1999): Salvà, Maria-Antònia: Viatge a Orient. (Seguit d’Excursió a Galatzó i alguns poemes) (reseña). Revista de Lenguas y Literaturas Catalana, Gallega y Vasca, 6, 389-393. En línea: https://doi.org/10.5944/rllcgv.vol.6.1998.5790
Salvà, Maria Antònia (1998). Viatge a Orient (25). Biblioteca Marian Aguiló. Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat.