RECORTABLES DE MUÑECAS
Recortables de muñecas.
Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva
Las muñecas recortables o los recortables de muñecas, llamados también mariquitas o mariquitinas en algunas zonas de España y cuquitas en América del Sur, son figuras bidimensionales dibujadas o impresas en papel que representan a una niña o una mujer, generalmente con vestuario y complementos.
Las figuras recortables alcanzaron notable éxito a medidos del siglo XVIII en Francia (pantins, similares a las marionetas) y otros países europeos, como entretenimiento de la realeza y las clases altas, muchas veces con intención satírica y para diversión de adultos. En el siglo XIX, el abaratamiento de las técnicas editoriales, la expansión de la prensa y el impulso de la alfabetización promovieron la oferta de figuras recortables asequibles y muy estimadas, dirigidas especialmente a las niñas, aunque también hubo recortables para niños, que representaban soldados o escenas bélicas, e incluso los hubo de construcciones, más sofisticados.
En España alcanzaron gran popularidad a partir de los años 30 del siglo pasado, convirtiéndose en el juguete favorito de muchas niñas. Se trataba de un entretenimiento sencillo y económico, que permitía desarrollar la motricidad fina en el recorte cuidadoso de contornos y, sobre todo, la creatividad, pues muchas veces el vestuario era ampliado por las niñas con sus propios diseños y creaciones.
Además de juguete barato, los recortables son testimonio de su época, de las modas e incluso de las actitudes femeninas. Sirven, por tanto, para observar la evolución de las costumbres, desde el divertido y entrañable ajuar de las niñas de los años 30, a los trajes más serios de los 40, con sus ideales de la niña bien, hasta llegar al desenfado de los años 60 y 70. A partir de entonces pierden arraigo entre la infancia, para convertirse en objeto de coleccionismo destinado a nostálgicos o en elemento pedagógico para enseñar costumbres o recrear personajes históricos.
Entre quienes diseñaron muñecas recortables destacan nombres como el escritor Antonio Joaquín Robles Soler (1895-1983), conocido como Antoniorrobles, con una pequeña obra que hoy es un tesoro, 8 cuentos de niñas y muñecas recortables (1930). Hubo también mujeres, consideradas pioneras del cómic español, como Violeta Suárez Meana (1929-2015), que en la década de los 40 diseñó la serie de recortables “Pitusilla” para la editorial Ameller, además de ilustrar historias femeninas para sellos como Juvenis o Ferma. La catalana Enriqueta Bombón Espinet (1925-1999) se inició como ilustradora de la revista Pelayos (1937) y dibujó numerosos recortables para editoriales como Bruguera, Casulleras y Ameller; por encargo de esta última realizó en los años 40 una serie de recortables con trajes regionales y de algunos países de Europa, muy curiosos y codiciados, que se conservan en la Sala Goya de la Biblioteca Nacional de España.
Otros ilustradores destacados son: Daniel Bas (1924-94), que dibujó recortables para editoriales como EVA; Juan Martínez Buendías “Tínez” (1893-1957) que realizó para la editorial TBO recortables como la colección de “Shirley Temple” o “Diana Durbin; o Frank Alpresa (1900-1970), cartelista del PSUC durante la guerra civil, y luego ilustrador de cuentos e historietas para Bruguera y J. Janés, con colecciones tan delicadas como “Recortables para ti”.
El Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico (CIPE), vinculado al Museo del Traje (Madrid), conserva una excelente colección de recortables, juegos de montaje y ephemera, catalogados y recogidos en las páginas de Ceres, Colecciones en Red del Ministerio de Cultura y Deporte de España. En ellas podemos ver las creaciones de Ediciones La Tijera, que entre 1924 y 1965 publicó preciosas colecciones de recortables de construcciones civiles, escenas militares y, por supuesto, muñecas.
En la actualidad, Internet ofrece la posibilidad de descargar plantillas e imprimirlas a demanda. Se prefieren otros materiales más resistentes que el papel, como el plástico o los adhesivos, tan fáciles de pegar como de olvidar, pero para varias generaciones las muñecas recortables de papel seguirán siendo el tesoro que se descubría en el pequeño kiosco del barrio, con el afán de elegir la muñeca más bonita en el catálogo que se exponía ante nuestros ávidos ojos infantiles, en los que latía la misma curiosidad que en los de nuestras madres años antes. Parafraseando a Machado, puedo decir que “Mi infancia son recuerdos” de tardes jugando con las muñecas recortables que conservo en casa, como parte entrañable de mi pequeño mundo.
Referencias bibliográficas
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