MANTILLA

                          LA MANTILLA ESPAÑOLA

Virginia Guarinos Galán

Universidad de Sevilla

guarinos@us.es 

Mantilla. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla

Una mantilla, lejos de ser una manta pequeña, es una pieza delicada de fino tejido calado, en seda o encaje, utilizada por mujeres, que cubre la cabeza, los hombros y la espalda, acompañada o no por una peineta que la eleve. Triangulares o rectangulares, los primeros datos que se tienen de ellas nos remontan a la Edad Media, con reminiscencias árabes, aunque la conozcamos como mantilla española, si bien, parece que cuenta con orígenes ibéricos, puesto que han sido encontrados iconos con forma de mujer ataviada con tocados parecidos. Signo de distinción entre la nobleza y la realeza desde el siglo XVIII, esta prenda, en otras calidades, se expande a sectores económicos más bajos de la población en el siglo XIX, para caer en menor uso, que no en desuso, ya en el siglo XX, relegada a su versión mini, la toquilla o velo, para acudir a misa, aunque las propias mujeres de la casa real española, reinas e infantas, se hayan encargado de lucirlas para mantener esta tradición.

Su función ha variado con el tiempo. Originariamente pensada como prenda de vestir útil, vinculada al abrigo frente al frío, su estilización la terminó convirtiendo en un elemento estético, sencillamente ornamental (Velasco, 2021), y, sobre todo, simbólico, relacionado con ceremonias religiosas católicas, como las bodas, los bautizos, los funerales y, en especial, en los cortejos de acompañamiento de las procesiones en los días de la Semana Santa, como muestra de respeto y luto.

Esto último nos conduce a la referencia cromática de las mantillas. Son dos los colores preferentes: el blanco (o crudo) y el negro, aunque las modas han derivado en la existencia de mantillas de todos los colores. El protocolo (Sáinz de la Maza, 2012) de su uso dice que las mantillas blancas, o claras en general, deben ser usadas por mujeres solteras en ceremonias festivas: religiosas, como las bodas, o civiles, como la asistencia a corridas de toros o desfiles de carruajes. Por el contrario, la mantilla negra es la adecuada para las ceremonias religiosas vinculadas a la pasión y muerte de Cristo en la Semana Santa. No obstante, las mujeres de edad avanzada pueden lucirla negra en enlaces matrimoniales cuando actúan como madrinas, siendo más adecuada la blanca para las damas de honor que acompañan a la novia. El protocolo afecta incluso al uso del color ante el Papa católico. Todas las mujeres deben lucir la negra, con excepción de las reinas católicas, las únicas que pueden comparecer ante el Papa con mantilla blanca.

El ritual de su colocación y el hecho de su posesión la sitúan en coordenadas familiares, de tradiciones y acervos culturales, no solo de Andalucía, sino de España en general y toda América Latina. Esta es una prenda que se va heredando de abuelas a madres y a hijas, que se conserva con mimo en los hogares en cajas cuidadas y bien dobladas para evitar el deterioro de su delicado tejido. Su colocación conlleva un proceso que afecta también al peinado que soporta peineta y mantilla y que se remata con la colocación de alfileres que sujeten la tela a los hombros del vestido, más un lujoso broche, a juego con los pendientes, que fija al pelo a la altura de la nuca el fruncido de la tela, de modo que no moleste al caminar y no corra el riesgo de desprenderse del moño.

Esta tradición familiar hace que la mantilla sea un elemento que forma parte de la vida de las mujeres andaluzas desde la infancia, niñas que esperan con ilusión a cumplir sus 18 años para poder vestirlas en Semana Santa o en ceremonias más festivas. Pudiera parecer que no hay vinculación con la educación y la escuela, más allá de esta vivencia de la infancia, pero no es así. En todos los colegios de Andalucía, públicos o privados, religiosos y laicos, en los días previos a la Semana Santa católica, los niños y niñas protagonizan procesiones simuladas donde los niños visten las túnicas y capirotes de nazarenos y las niñas visten de negro y mantilla por un día en su niñez.

La mantilla es, en definitiva, un elemento de identidad cultural para las mujeres, solo comparable con otra prenda, el mantón de Manila.

Referencias bibliográficas

Sáinz de la Maza, María Fernanda (2012): El valor de la mantilla española. Revista Internacional de Protocolo: Ceremonial, Etiqueta, Heráldica, Nobiliaria y Vexilogía, 62, 54-57.
Velasco, Ana (2021): Historia de la moda en España. De la mantilla al bikini. Madrid: Los libros de la Catarata.