LIBROS DE CUENTOS INFANTILES
DELEITAR APROVECHANDO
Cuentos infantiles. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla
Cuentos infantiles, ¡qué difícil resulta describir la satisfacción y la emoción que en la infancia proporcionan el “tener”, “leer” o “escuchar” un cuento, en cualquier espacio y ocasión! Son un mundo recreativo, literario, histórico, formativo, evocador. Una integración valiosa de lo sociocultural, lo literario y lo pedagógico. Es bien conocido, además, que los cuentos son un constructo cultural, que ha estado presente en todos los tiempos y en las más diversas culturas, modelado en formas populares o literarias, provenientes de la tradición oral anónima, o recopilados después, incluso adaptados y renovados con variantes, préstamos y reelaboraciones.
Cuentos, que son relatos breves, de carácter fundamentalmente sencillo, realista o ficticio (costumbristas, maravillosos, de aventuras, de animales, humorísticos); unas narraciones que integran finalidades de tipo recreativo o moralizante, y que pretenden transmitir a la infancia algunas “enseñanzas”, prácticas, valores y virtudes, actitudes y comportamientos, etc. Son, ciertamente, numerosas y complejas las funciones de los cuentos, como lo son sus argumentos y elementos esenciales; son todo un campo de estudio científico al que -de forma pionera- tanto contribuyó Vladimir Propp.
Su desarrollo desde el siglo XIX fue el resultado de un trabajo inmenso, de difusión enorme, una aportación valiosa que se generó con los trabajos e impulsos de Clemens Brentano (1778-1842) y sus Cuentos para niños, en los que ya prevalecía la ingenuidad, la astucia, la santidad de los protagonistas; o con los famosos personajes de Hans Christian Andersen (1808-1875), autor de El patito feo, La sirenita, La pequeña cerillera, etc.; desde, y con el esfuerzo de los hermanos Grimm, Jacob (1785-1867) y Wilhelm (1786-1859) y sus famosísimos Cuentos infantiles y del hogar (1812-1822): Hensel y Gretel, Caperucita Roja, Frido y Catalina, La niña de los gansos, La astuta campesina, La hija del molinero, Blancanieves, etc. Y junto a esas celebridades otras muchas composiciones que, en todas partes y tiempos, fueron objeto de deseo, causa de ilusión, motivo de felicidad…y que ahora, con el paso de los años se convierten en materia de estudio, de emoción y evocación.
Ahora bien, lo que en este momento nos interesa es rememorar, develar y valorar su estimable carácter de mediación, de recurso didáctico y/o de intencionalidad pedagógica: por medio de sus textos, y también de las imágenes o ilustraciones: Unos y otros les sirvieron, y les sirven, sin duda, para presentar y estimular valores, generar hábitos, desarrollar capacidades como la atención, la memoria, la imaginación, los sentimientos, las emociones, etc.
Aunque, igualmente, llegan a ser instrumento efectivo para una cierta educación sentimental, una primera y particular sociabilidad y una rudimentaria socialización política. Temas, desde luego, que no son menores. También, claro, para el aprendizaje de roles de género femenino, concurriendo así a la discriminación del papel de las mujeres en la vida social. Son históricos y evidentes los roles de género transmitidos a través de ellos, la continuidad de arquetipos o patrones únicos en ese aspecto; modelos emocionales y de conducta en la vida cotidiana, que configuraron, sin duda, la personalidad y valores de las niñas. Generalmente, y frente a los príncipes, héroes, valientes, aventureros o rebeldes, los atributos femeninos nos muestran como rasgos la belleza, la bondad, la ingenuidad, la sumisión o la obediencia. Todo un modelo superficial o pasivo.
Anotemos algunos trazos de su presencia en la historia de la educación en España. En principio constataremos en ella un persistente vinculo: educación-regeneración social, muy presente ya cuando- en 1840- Pablo Montesino publica su Manual para los maestros de escuelas de párvulos; en él se pone de relieve la importancia de fomentar y reforzar en los niños el desarrollo natural de los sentimientos: de amor, justicia, deber, gratitud, obediencia, generosidad, urbanidad; igualmente el interés de “hacer buen uso y servirse” de su propio juicio. Los cuentos iban a cumplir un papel básico en ese primer ejercicio. Pronto los organismos competentes empezaron a autorizar, como libros para la enseñanza primaria, textos como: Cuentos para las niñas por un padre (1843), Fábulas, cuentos y alegorías morales, de Casimiro Govantes (1850). Fábulas, cuentos y epigramas morales, de Fco. García de Marcilla (1855), Cuentos morales para la instrucción de ambos sexos escrito por D.E.A.P (1856).
La dedicación al tema y la producción de libros fue progresando de forma continuada; y solo por mostrar algunos títulos, citaremos los que siguen: Luisa Escudero, publica en 1874 (Librería de Hernando), Cuentos infantiles o primer libro de lectura para las escuelas de ambos sexos; Marciano Curiel Merchán (1892-1947), maestro, recoge cuentos populares en los pueblos y en su propia escuela- a través de los alumnos-y en ella los utiliza; Teodoro Baró i Sureda, maestro, publica Cuentos del hogar (1883) y Flores y frutas. Cuentos para niños (1895); Diego Vidal, escribe Cuentos morales dedicados a la infancia (1898); Pedro Jesús Solas, publica en 1907, Para los niños. Cuentos. La Editorial Calleja (1876-1958) presentaba diversas colecciones, en extraordinarias tiradas (Juguetes instructivos, Joyas para niños, Cuentos fantásticos, Cuentos para niños, Cuentos de Calleja en colores. Y recordemos que Carles Riba traduce al catalán los Cuentos de los hermanos Grim, los Contes d´infants i de la llar, publicados en 1930. Y que Antoni Mª Alcover, a partir de 1896, edita las Rondalles mallorquines, y Enric Valor las Rondalles Valencianes, ya a partir de 1950.
Mención particular merecen otros textos que utilizaron los cuentos como instrumento o medio para crear militancia y concienciación política. Citemos la Colección de cuentos para futuros socialistas, de Juan Almela Melià; o los Cuentos editados por Ministerio de Instrucción Pública durante la Guerra Civil; o Las aventuras de Nono, el clásico libro de Jean Grave dirigido a “conocer injusticias y errores”, distinguir lo verdadero y lo justo. También debemos citar Sembrando flores (1906), preparado por Federico Urales (pseudónimo del sindicalista y maestro Juan Montseny), o Cuentos del tío Fernando (1940), cuyo autor, Fernando Fernández de Córdoba, exalta y propone los valores del falangismo, el carlismo y el catolicismo.
En fin, no debemos olvidar a notables figuras de nuestra Pedagogía que se interesaron por la función educadora de la literatura infantil. Es el caso de María Carbonell, y sus cuentos moralizantes y de intención didáctica, de Magdalena S. Fuentes, de Joan Capó, de María de Maeztu, o Herminio Almendros.
Y así hasta ahora mismo; los tiempos más cercanos han implementado el deseo de salir de la simple función aleccionadora, y han impulsado convertir los cuentos infantiles en recurso formativo atento al lenguaje y la sensibilidad y educación literaria; poniendo énfasis en la creatividad y el desarrollo de valores y de competencias socio-afectivas; y aprovechando su virtualidad de forma transversal. Ese largo camino histórico de intenciones y modos llega, con fuerza, hasta nuestros días. Solo hace falta recordar la figura de Gianni Rodari (1920-1980) y su empeño en que la imaginación y la fantasía tengan un lugar en la educación; su idea de que el cuento es incentivo para ello, para imaginar realidades mejores, para promover espíritu crítico y expresión personal. Hoy, ya, las colecciones de cuentos anuncian nuevos modelos de vida y sociedad, y se publicitan pon motivos y llamadas bien claras y renovadas: las niñas “serán lo que las niñas quieran ser”, las niñas que “rompen estereotipos”, las niñas aventureras que “ya no quieren ser princesas”.
Cuentos infantiles: todavía hoy son lecturas que fascinan, cautivan, emocionan, y que hacen que niños y niñas “participen” en la narración. Cuentos que abren ventanas y puertas, que empujan a pensar y hacer. Cuentos: ahora, preciado patrimonio, espacio de memoria.