PANDERETA
LA PANDERETA SUENA A
Pandereta. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla
La pandereta huele a Navidad,
acaricia esperanza,
escucha la alegría de la infancia y
viste de ilusión.
Así lo vivía de niña cuando pedíamos el aguinaldo por las calles de un pueblo de La Mancha bajo el frío helador del invierno, de puerta en puerta. También, formó parte de mi acervo infanto-juvenil en mi experiencia escolar en Madrid. En vísperas navideñas, era el único momento en el que todos los niños y niñas desempolvábamos nuestras panderetas para participar en los villancicos del colegio. Era el aviso, de que en breve disfrutaría de reuniones familiares, que llenaban de alegría mi vida.
Quizá por su uso común, no tiene el reconocimiento social que debiera al dar por sentado que cualquiera puede tocarla, a diferencia de otros instrumentos musicales. Forma parte del grupo denominado idiófonos y membranófonos, y ofrece dos sonidos. El sonido agudo tan característico, y el sonido apagado que se produce al golpear la membrana central. La pandereta convencional tiene forma circular y está formada por un aro de madera o metal que contiene una hilera de sonajas de metal. Las panderetas clásicas suelen ser de piel lisa y estirada que forma la membrana o parche del instrumento. Las usadas por los tuneros. Aunque existen panderetas que no poseen esa membrana central, los denominados aros de sonajas o aros pandereta, la representación de una pandereta de mi generación sí la tenía y normalmente venia camuflada por un dibujo entrañable de Navidad.
Se toca con las manos y los expertos tienen marcada la forma correcta de su uso, que recomiendan sostenerla en un ángulo de 40 o 45 grados, en una posición intermedia que no sea ni vertical u horizontal completamente. Ello favorece un equilibrio en las vibraciones de las sonajas.
Sus orígenes se remontan al antiguo oriente, en la región de Sumeria, la zona sur de la antigua Mesopotamia -actualmente Irak-. Hablamos de un instrumento conocido por los egipcios y asirios, cuya función originaria viene asociada a la de acompañar el baile y también en ceremonias religiosas como procesiones, fiestas y funerales. En Europa, su uso se extendió durante la Edad Media formando parte del grupo de instrumentos populares que servían para el entretenimiento y el folklore de los pueblos, convirtiéndose en un objeto material importante de la cultura popular y también religiosa, al asociarse a alabanzas a Dios, tal y como reflejan las letras de los villancicos que se acompañan de la pandereta.
Históricamente, el uso de las panderetas está ligado a las mujeres. Ellas han sido las encargadas de tocar o acompañar su canto con este instrumento musical, como nos explicaba Cervantes en la “Gitanilla”. Este aspecto, supone un detalle interesante para reconstruir la historia material de las mujeres en los espacios museísticos.