FOTOGRAFÍA DE POBLADO

                ESCOLAR

    LA ESCUELITA DEL POBLADO FORESTAL DE MAZAGÓN.

                             UNA VENTANA AL MUNDO

Carmen María Aránzazu Cejudo Cortés | Juan Ramón Jiménez Vicioso

Universidad de Huelva

aranzazu.cejudo@dedu.uhu.es |  jjimenez@uhu.es

Imagen: Escuela del Poblado Forestal de Mazagón (Huelva), 1957-58.

Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva.

Este texto pretende hablar de los niños y las niñas de una escuela rural de la provincia de Huelva, y de eso tratará principalmente, pero, sin esperarlo, sin imaginarlo, como una preciosa sorpresa, estos renglones también hablarán de la niñez de los que escriben estas palabras[i].

La foto que se presenta data de finales de 1957 o principios de 1958 y es tomada delante de la escuela del Poblado Forestal de Mazagón (Huelva). Los poblados forestales nacen de la mano de la Dirección General del Patrimonio Forestal del Estado (Ley 1935 y refundada en 1941). Entres sus fines, se da la de promover la repoblación forestal y la corrección de torrentes (Pérez-Soba, 2016). En ese contexto es donde empiezan a proliferar los primeros asentamientos en la comarca del condado y litoral de Huelva. De todos ello, el poblado de Mazagón es el único que se encuentra en buen estado y habitado actualmente, de ahí la importancia de mantener este patrimonio cultural y social onubense, historia “viva” de la España rural de la posguerra.

En 1946 en el poblado de Mazagón estaban censadas 146 personas, muchas de ellas procedentes de la cuenca minera de Tharsis-La Zarza, de Extremadura e incluso de Portugal, buscando una oportunidad laboral en medio de un país empobrecido o la manera de pasar desapercibidos (por estar desterrados, encarcelados o señalados por el régimen). Unos años más tarde, empieza la construcción de viviendas para mejorar la calidad de vida de los pobladores que, en un primer lugar, malvivían en chozas. Aún así, eran un número de hogares insuficientes, sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin caminos accesibles, lo que dificultaba, por ejemplo, la atención médica primaria.

 

La actividad de la escuela se inicia en 1954 y para dicha labor se contrata al maestro Francisco Díaz Torres, natural de Alicante, que solicita ejercer en el Poblado después de varios destinos por el Condado y la Sierra. A pesar de que las condiciones de vida en este asentamiento eran duras, precarias e insalubre, a Don Francisco le interesa ese destino porque deseaba estabilidad para poder casarse y formar una familia (en estos centros el sueldo era mayor, además, se les facilitaba una vivienda suponiendo un ahorro considerable). Pronto contrae matrimonio con Doña Flora Magro Toribio -a la que su hijo tilda de valiente por el cambio de vida que asumía- y que procedía de una familia de Huelva bien posicionada socialmente, profundamente religiosa y con un trabajo estable en el gobierno civil. Deja su anterior y acomodada vida para trasladarse a un lugar, que era igual de bello y bucólico que hostil, aislado e inhóspito.

A esta escuela unitaria acudían todas las niñas y niños, sin excepción, siendo la tasa de alfabetización en el poblado del ciento por cien, mientras en el resto de España la tasa era de un 17% de personas sin alfabetizar y aún mayor en territorios del sur y en entornos rurales (López, 2019). Don Francisco atendía a más de 60 estudiantes, con edades comprendidas desde los 6 hasta los 14 años de edad y con capacidades diversas (los menores con discapacidad en los años 50 o no estaban escolarizados o estaban en un sistema educativo paralelo al ordinario). En los primeros años fue ayudado por su mujer -a la que la administración denegó la concesión de auxiliar de educación tal como solicitó su marido- pero, con la llegada del segundo hijo, Doña Flora empezó a tener dificultades para compatibilizar las tareas del hogar y las propias de la escuela.

Las clases de este maestro -recordadas por sus estudiantes con nostalgia y cariño- se organizan gracias a su tesón, esfuerzo y arduo trabajo y, por eso, todos los estudiantes lograron alcanzar los objetivos del curriculum de esa época. El día a día se desarrollaba con las lecciones del maestro a los diferentes grupos (organizados en función de la edad y capacidad), con los libros y materiales facilitados por la institución y los jueves por la tarde se desarrollaban las lecciones ocasionales que consistían en indagar, estudiar y entender el entorno natural que les rodeaba. Don Francisco, jamás tuvo que hacer un examen -no era ni necesario ni pertinente- porque las evaluaciones se hacía en base a los trabajos individuales que los estudiantes elaboraban diariamente, lo que conllevaba muchas horas de trabajo por parte del docente. Para evitar el aislamiento social de esta población, Don Francisco luchaba con los libros; la lectura era la mejor herramienta para avivar la curiosidad al mundo exterior. Por este motivo, todos los libros que llegaban a la escuela eran tesoros igual de bienvenidos que el agua de mayo que llenaba el caudal del arroyo de Mazagón.

Esta foto, al fin y al cabo, nos habla de todo lo que deberíamos aprender de la escuela rural. Quizá, sería más apropiado hablar de renovación pedagógica que de innovación (todo lo nuevo parte del pasado y la mayoría de los casos es un nuevo uso con contenidos nuevos). Como Don Francisco y Doña Flora, muchos maestros y maestras de la posguerra, no perdieron la esperanza en la búsqueda del progreso social y la implicación cultural con el pueblo.

[i]Queremos agradecer al Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva y, concretamente, a su directora Inmaculada González Falcón por animarnos a participar en esta exposición virtual. Gracias a esto, Juan Ramón se ha reencontrado con un antiguo alumno de su padre, Francisco Díaz que, además, fue el encargado del discurso cuando el docente se trasladaba a Sevilla. Y Arantxa sigue reafirmando su amor a esta tierra que huela a sal, pero también huele a su tía, a sus primas, a su tío y, sobre todo, a su abuelo Angeliano y a la que está unida desde el día que se bautizó en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Mazagón con apenas unos días de vida.

Referencias bibliográficas

López Melgarejo, Alba M. (2019): La Junta Nacional contra el analfabetismo (1950-1970): un análisis documental. Educatio Siglo XXI37 (2) (Jul-Oct), 267-286.

Ojeda-Rivera, Juan Francisco (2022): Organización del territorio en Doñana y su entorno próximo (Almonte). Siglos XVIII-XX. Niebla, Huelva: Editorial Niebla.

Pérez-Soba Diez del Corral, Ignacio (2016, 26 de octubre): Ciclo de Conferencias Gestión forestal sostenible. Actividad formativa Conocimiento Abierto. Espacio de Encuentro. Escuela Politécnica Superior de Huesca.