VIDRIO Y PAPEL
VIDRIO PARA LA LIMPIEZA DEL PUPITRE ESCOLAR
Clara Monteagudo Benítez y Sandra Reja Expósito
Museo Pedagógico. Universidad de Huelva
clara.monteagudo@alu.uhu.es | sandra.reja@alu.uhu.es
Imagen: Vidrio para la limpieza.
Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva.
La Economía Doméstica se ocupa de la ordenación y administración recta y prudente de la casa como hogar, es decir, de dirigir, atender y administrar la buena marcha de la vida de dicho hogar. A la mujer, en general, le es de grandísimo interés el conocer sus normas y recomendaciones, pues tal conocimiento le permitirá, cuando llegue el caso, regir y administrar conveniente y adecuadamente su hogar. (Bartina, 1961: 7).
Antiguamente, la educación de la niña y la mujer en la escuela no era siquiera una opción concebible, pues las labores que se les encomendaban se enfocaban principalmente al cuidado del hogar. No fue hasta 1857 con la Ley Moyano, con el establecimiento de la obligatoriedad de asistencia a la escuela tanto de niños como de niñas, cuando estas tuvieron verdaderamente la oportunidad de recibir una educación formal. Anteriormente a esta ley, este derecho era destinado fundamentalmente a los niños, mientras que ellas debían permanecer en el hogar encargándose de las tareas domésticas. Esta idea estaba tan extendida en la sociedad que se reflejaba en la escuela. Pese a la implantación de esta ley, las desigualdades seguían presentes.
Las diferencias existentes entre los conocimientos que se les impartía a los niños y los que recibían las niñas, eran muy notorias: a ellas les seguía acompañando el sesgo sexista que les obligaba a ser educadas para convertirse en buena esposa y madre, y esto, a su vez, llevaba consigo el deber de ser una buena ama de casa. Esta concepción se trasladaba al ámbito escolar, donde la limpieza del aula se concebía como un quehacer más. Dentro de este, se encontraba la tarea de mantener inmaculado el pupitre, sin embargo, no se trataba de algo sencillo. Como normalmente eran de madera y solían oscurecerse por su uso o mancharse cuando se escribía con tinta sobre ellos, el alumnado se veía obligado a encargarse de su limpieza. El papel de lija era más caro y difícil de conseguir, por lo que se empleaba un trozo de vidrio, con el que se restregaba la superficie de madera del pupitre hasta dejarlo limpio. A pesar de ser una tarea que debían cumplir todos los estudiantes, las exigencias eran mucho más estrictas para las niñas, quienes tenían que mantener su pupitre impoluto.
El uso del vidrio era muy peligroso, por lo que se utilizaba con un papel doblado para reducir el riesgo. Aun así, era muy frecuente que se produjeran heridas. Algo curioso es que el alumnado usaba esos trozos de vidrios para hacer trueques, donde los cambiaban por materiales como lápices, gomas o canicas. Finalmente, esta costumbre declinó a finales de 1960 y principios de 1970, cuando comenzó a comercializarse los pupitres con sobres recubiertos de una resina artificial a la que se llamó “formica”.
Referencias bibliográficas
Bartina, Teresa (1961): Ama: Resumen de economía doméstica. Gerona: Dalmau Carles, Pla, S.A.