HELADERA DE JUGUETE
PRODUCIR HELADO: UN JUEGO INFANTIL COMPARTIDO
Imagen: Heladera de juguete.
Museo Complutense de Educación. Universidad Complutense de Madrid.
Corrían los finales de los años 50 o principios de los 60 del siglo XX. A la localidad no había llegado el frigorífico generador de frío a través de la electricidad. Cada día llegaba el repartidor de hielo y dejaba una barra helada que, partida en dos, situaba en las bandejas que al efecto tenía la nevera, ¡¡¡todo un avance!!! La barra se iba derritiendo a lo largo del día, pero permitía mantener una temperatura adecuada para conservación de los alimentos. No era fácil encontrar ese delicioso dulce para los calurosos veranos manchegos que eran los helados.
La pequeña heladera de juguete, que llegó como regalo de cumpleaños, imitaba las que, en numerosos bares o fiestas familiares, se utilizaban para ofrecer bebidas refrescantes de fabricación propia. (Aún hoy es posible encontrarlas).
Alguna vez, tras mucho insistir, intentamos probar sus posibilidades con mamá, toda una aventura: hervir la leche que se había comprado recién ordeñada por la mañana, cocerla, filtrarla, dejarla enfriar y mezclarla con la fruta –creo recordar que plátano- que le daría sabor y espesor al soñado helado. Poner esa mezcla bien batida en el vaso-recipiente, picar hielo y colmatar con él los espacios entre el vaso y la madera con mucho cuidado (no hay que manchar…!!!) Iniciar el giro y girar, girar, girar,… hasta que la mezcla se iba enfriando y consolidando. Nunca llegamos al helado sólido, pero … cómo disfrutábamos!!!
Luego llegaron los helados al corte, primero muy caseros en las Pastelerías José Víctor y Villanueva; más tarde la Heladería La Jijonenca, con sus maravillosos polos de hielo de mil sabores y colores… La magia de la pequeña heladera pasó al desván.
La heladera pertenecía al grupo de juguetes no sexistas, permitiendo, sin resistencias o problemas, el juego compartido de los niños y niñas de la familia, poco frecuente dada la tipología de los juguetes de esos años y aún de hoy. Unas posibilidades similares tenían el parchís, los juegos de cartas y de construcciones, muy habituales en gran parte de las unidades familiares de las décadas señaladas.
Las oportunidades de una educación y ocio infantil compartido en igualdad eran posibles en el contexto de un discurso fundamentalmente sexista -en la oferta y en la asociación de una tipología para niños y otra para niñas- que penalizaba los usos no previstos por sexo.
La ruptura de esos límites de uso por parte de niños y niñas sigue presentando resistencias. Los museos de juguetes pueden ser un excelente campo de trabajo para reflexionar sobre discursos dominantes de género en diferentes tiempos y permanencias en el hoy.
La heladera está construida en madera y aluminio y lleva anexas dos piezas-pala.