CAJAS DE CERILLAS

              LAS CERILLAS DEL APRENDIZAJE EN LAS

                ESCUELAS DEL AYER. EL CHASQUIDO

                                         DE LA VIDA

Javier García-Luengo Manchado

Escuela Universitaria de Artes TAI (U. Rey Juan Carlos)

javier.garcialuengo@taiarts.com

Imagen: Colección de cajas de cerillas. Serie Cerámica Francesa (Fosforera Española, FESA), 1968. Centro Museo Pedagógico de la Universidad de Salamanca (CEMUPE)

“Quien juega con fuego se quema”. Esta máxima, tantas veces repetida especialmente por los padres y madres respecto a sus hijos e hijas y por los docentes respecto al estudiantado, adquiere un notable sentido a partir de esta singular colección de cajas de cerillas, quizá más desde un punto de vista figurado y didáctico que real, que también.

En efecto, nada tan fascinante para los alumnos y alumnas de primaria y secundaria que asumir como un juego –léase aprendizaje lúdico– aquellos aspectos que al mundo adulto le resultan serios y peligrosos. En la niñez y la adolescencia, estos cerilleros han servido –y sirven– para arriesgarse y experimentar con el fuego, acercándose así a los peligros de una vida quemada fútilmente, o al ardor de la pasión amorosa que tantas veces se enciende en las aulas, en esas clases llameantes de conocimiento académico y vital, donde se busca el peligro como reafirmación, el fuego como riesgo y los primeros cigarrillos como consolidación de una pretendida y vana madurez, tan lógica para los adolescentes como altiva e irreverente para sus desmemoriados mayores. No olvidemos que el tabaco, hoy denostado por sus perjuicios para la salud, otrora se enarboló cual símbolo libertad y rebeldía, en especial en el ámbito femenino (Jiménez Rodrigo, 2008).

Así lo constatan los cuadros de Julio Romero de Torres (1874-1930) o de Tamara de Lempicka (1898-1980), pintores dispares pero que comparten el gusto por esa femme fatale capaz de proyectar y reflejar el deseo de ruptura, de trasgresión para muchas niñas y púberes que bajo los parámetros de unos sistemas educativos patriarcales soñaban con las mujeres que en la pintura o en el cine exhalaban humo y miradas altivas como sinónimo de independencia, de empoderamiento. Para las pequeñas que podían estudiar, esas trabajadoras, esas deportistas, esas féminas independientes, se convertirían en modelos deseados en unos casos, imaginados en otros, imposibles en muchos… Es aquí donde hemos de citar a tantos maestros y maestras en pro de aquellas discentes soñadoras, especialmente de los profesores y profesoras consagrados a las campañas de alfabetización de los años cincuenta y sesenta, época donde se encuadran estas aparentemente inocentes cerillas. Los precitados profesionales dieron lo mejor de sí mismos, compartiendo conocimientos, vivencias, vocación y cariño en favor de esas niñas, de esas adultas, de aquellas ancianas incluso (Anta de Uña, 2004). Dichos maestros y maestras, auténticos visionarios, advirtieron que sólo en la educación la mujer podría encontrar el espejo en el que mirarse, el reflejo en el que enorgullecerse.

El chasquido de estos fósforos se trueca en metáfora que nos advierte de esa codiciada adultez consumida en ceniza –como las cerillas– cuando tras los añorados tiempos escolares, toda esa llama de brío, de anhelo de independencia, de ansia por “ser mayor”, sea la cotidianidad –Parca vil e inevitable- la encargada de quemar las cerillas encendidas con la explosión de la juventud.

Estas cajas de fósforos nos llevan, por otro lado, al natural afán coleccionista que los escolares desarrollan en el colegio, aupado en muchos casos por el interés e inquietud de los propios compañeros y docentes (López Ávila, 2009). El coleccionismo, en cualquiera de sus fórmulas, no deja de ser una afición que motiva el interés, el estudio, la sensibilidad y el conocimiento.

Toda la comunidad educativa, en general, ha fomentado desde siempre este gusto tan presente en esas atemporales imágenes de los patios escolares tachonados por grupos de niños y niñas acuclillados, en corro, mientras intercambian cromos, chapas y múltiples objetos que, a priori vacuos, paradójicamente constituyen un aprendizaje no ajeno a los paradigmas humanistas, incluso filantrópicos.

Referencias bibliográficas

Anta de Uña, M.ª Jesús (2004): Proyección educativa y alcance formativo de las campañas alfabetizadoras en España: 1950-1968. Valladolid: Universidad de Valladolid.

Fernández Victoria, Noel (2022): El coleccionismo y su significado. Revista Chemicoztoc, 7, 172.

Jiménez Rodrigo, Luisa (2008): Ilusiones de humo. Sentidos y sinsentidos del consumo femenino de cigarrillos. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, 2, 1-6.

López Ávila, Pilar (2009): Coleccionismo infantil. Norba filatélica, 2, 20-22.