POSTAL DEL FRENTE DE
JUVENTUDES. OJE
POSTALES PARA EL RECUERDO: ENTRE LO PÚBLICO,
LO PRIVADO Y LA MEMORIA
Imagen: Postal del Frente de Juventudes. OJE.
Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla
La OJE, Organización Juvenil Española, es un movimiento de voluntariado que cuenta con una organización juvenil centrada en la educación e instrucción no formal de niños, jóvenes y adolescentes contando para ello con su propio sistema formativo.
En su creación, allá por 1960, dependía de la Secretaría General del Movimiento, pero tras la disolución en 1977, la OJE pasó a inscribirse como una asociación totalmente independiente. Fomentar el desarrollo de valores y habilidades por medio de la puesta en práctica de actividades planificadas en entornos no escolares, se convertía en la máxima aspiración de la organización.
Teniendo como pieza angular el juego, las actividades se empeñaban en promover la tolerancia, desarrollar la empatía, y llevar a la práctica de forma plena la solidaridad. El uso del juego en el tiempo libre como herramienta y recurso para construir un mundo más amable, más empático, más dinamizador y más consecuente con el entorno garantizaba aprendizajes con soluciones de continuidad en entornos no formales.
La necesidad de dar a conocer las actividades que llevaba a cabo la OJE en sus distintos y más diversos escenarios encontró en las tarjetas postales ilustradas el mejor de los nichos para darse a conocer. Así se activaba una doble maquinaria: por un lado, la de las empresas que con fotógrafos profesionales y otros aficionados no ahorraban esfuerzos para así incrementar sus negocios y, por otro lado, la de la propia OJE que encontraba en ese soporte el mejor vehículo de propaganda y difusión de su actividad. Era, junto con la prensa, el soporte visual más inmediato y más eficaz para darse a conocer.
A todo ello, debemos sumar y conocer que las tarjetas postales del Frente de Juventudes y posteriormente de la OJE, ataviados por lo general con pantalón corto, camisa militar y boina, cumplían una triple función: pública, privada y memorial. Desde el punto de vista público las tarjetas eran la mejor herramienta para mostrar la actividad de la organización; en lo privado y en lo familiar quedaba el testimonio de su pertenencia y al mismo tiempo participación y, memorial se cumplían en tanto en cuanto se recogía de forma anual en cada localidad la Memoria de actividades llevadas a cabo por la organización juvenil.
Pero hablar de la OJE nos obliga a echar la vista atrás y ver que sus raíces se encuentran en el Frente de Juventudes, organismo político administrativo constituido en 1940 como la sección juvenil con autonomía propia dentro de Falange Española Tradicionalista de la JONS. El objetivo principal era el encasillar y adoctrinar políticamente a los jóvenes españoles según los principios del Movimiento Nacional que agrupaba las diversas fuerzas políticas que apoyaron el Alzamiento militar contra la II República.
El Frente de Juventudes desarrolló en sus años de actuación y hasta la constitución de la OJE, esto es, en 1960, una serie de aspectos clave como el adoctrinamiento y el control ideológico a través de actividades, campamentos y programas educativos tratando de moldear la mentalidad de los jóvenes para identificarla con el régimen.
Se fomentó la formación física y premilitar llevando a cabo ejercicios y competiciones deportivas y entrenamiento militar de carácter básico. Su presencia y participación en eventos y desfiles se convirtió en toda una norma. Los miembros del Frente de Juventudes aparecían en desfiles, celebraciones y actos públicos dándoles visibilidad y reforzando su sentido de pertenencia.
Ahora bien, la visualización de la tarjeta postal, siempre con la presencia de los niños, nos conduce de inmediato a preguntarnos por las niñas. ¿Qué pasaba con ellas y donde se localizaban? ¿Qué papel tenían y desempeñaban en cada momento? ¿Qué roles jugaban? La respuesta la encontramos en el rol que otorgó Primo de Rivera, fundando de Falange, en 1933 a la mujer. Conocedor y sabedor de la violencia que iba a rodear a su partido, se opuso a la admisión de la mujer. Sin embargo, la presencia de un grupo de mujeres del S.E.U poniendo al frente a su hermana, hizo que Primo de Rivera cediera en sus posturas y en 1934 se creaba la Sección Femenina. Eso sí, quedaba confeccionada como un grupo con aspecto claro y profundo de total subordinación de la mujer hacía el hombre.
Esa concepción de consideración y respeto que se hacía pública escondía en si la marginación que desde la ideología nacional-sindicalista se cebaba con las mujeres. A ellas se les consideraba un ser débil y frágil, en la que no había que ahorrar esfuerzos protegiéndola de los diversos peligros de la actividad política y de la vida misma. En consecuencia, a las mujeres afiliadas solo se les permitían desarrollar un rol muy particular y con poco margen de maniobra: tareas asistenciales (consolar a las familias de los camaradas muertos), costura de las ropas de hombres y visitas a los presos. Sin embargo, en el desarrollo de la Guerra civil, la sección femenina creció luego de la unificación con los tradicionalistas de Falange.
“Con el avance de las tropas rebeldes, el papel de estas mujeres pasa a ser el de lavadoras de ropa de los uniformes de guerra, el de trabajar en los hospitales de sangre, confeccionar ropa para los “camaradas” e incluso animar a los soldados antes de salir hacia el frente. De esta última actividad surgieron las “madrinas de guerra” de la S.F. Esta última actividad tiene un paralelismo con las mujeres de los Fascios Femeninos del P.N.F. de Mussolini, que también llevaban a cabo actividades varias para mantener alta la moral bélica de los hombres”.
Institucionalizada la sección femenina, la mujer quedaba orientada hacia tres ramas principales: religiosa, nacionalista y preparación para el hogar. Y todo ello como parte de una formación que debía conducir y preparar a la mujer para que tuviera como referencia la familia y el matrimonio que pronto traía niños cómo la expresión máxima que podía alcanzar la mujer en el régimen.
Volviendo de nuevo a los niños, cabe destacar que menos relevancia tenían en el aspecto clave del control social con el que se les demandaba denunciar o, al menos, alentar de todo aquel que fuera contrario a los principios del resto del Frente de juventudes. La ideología oficial había de ser la norma.
Y, por supuesto, quizá el más relevante de sus principios era el de la educación moral y social. Se promovían valores morales y sociales tales como la obediencia, la disciplina y el respeto a la autoridad. Los jóvenes habían de ser modelos de comportamiento para el resto de la sociedad juvenil.
Referencias bibliográficas
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