CAJITAS DE LATA PARA

GUARDADOS DE NIÑAS

                                      CARAMELOS

Macarena Recio Pastor

Profesora de Enseñanza Secundaria

marepa7@gmail.com

Cajitas de lata para guardados de niñas.
Museo Andaluz de la Educación

“El auténtico comedor de caramelos no los chupa, los mastica”.

Esta frase resume las ganas de comerse la vida que siempre tuvo mi madre. Nació en 1948, en “la casa de las cadenas”, en el Puerto de Santa María. Pero no fue una niña de la época, fue una mujer pionera que siempre se salió del camino trazado. ¿Cómo se esperaba que fuese una chiquilla por entonces?, ¿obediente?, ¿rebelde?, ¿aventurera?, ¿dócil? Libre, ella ansiaba ser libre e independiente. Y lo consiguió. Como otras tantas jóvenes de aquellos años ella quería ser locutora de radio y aclarase la voz con esas pastillas a las que los presentadores se agarraban como náufragos a la madera que resiste en la zozobra. Pero la escuela de Magisterio se cruzó en su camino y se convirtió en Maestra. Maestra de escuela y de vida. “Niña, tú sácate unas oposiciones y no dependas de nadie”, “niña, que siendo profesora no vas a ser rica pero nunca te va a faltar un platito lentejas”, “niña, el mundo es tuyo. Cómetelo”. Y yo lo intentaba, deseaba comerme la vida como ella se comía los caramelos, a bocados, machacándolos, sacándoles todo el sabor. Disfrutándola cada segundo.

Como en una sonora caja metálica de antaño, conservo en mi memoria cada una de sus frases llenas de amor, de sabiduría, de ilusión. Porque si algo sabía hacer mi madre era vivir. Y querer. Y compartir. Y luchar.

Muchos años después guardo, en una de aquellas cajas de caramelos, dientes de sus nietas quienes siguen creyendo que su abuela, que tenía de segundo apellido Pérez, tenía influencia en el ratón y por eso éste les dejaba una buena cantidad de monedas. También retengo recuerdos y el sonido de su voz. Y su risa contagiosa en torno a la que todo el que la escuchaba era incapaz de no hacer un alto en el camino y compartirla.

Ahora soy yo quien intenta transmitir a sus alumnas e hijas aquellas enseñanzas. Pero las cajas de caramelos no son tan bonitas.