MEDALLAS DE PREMIOS DE
CONDUCTA
EL ELOGIO AL BUEN HACER
Medallas de premios de conducta.
Museo Pedagógico de la Universidad de Huelva
La educación constituye un pilar fundamental en el aprendizaje de la sociedad, donde entran en juego aspectos muy diversos relacionados con las normas de comportamiento, creencias, valores, etc., que siempre van a estar condicionadas por la realidad en la que se enmarcan.
Son muchos los textos, de carácter educativo o no, que se han utilizado como vehículo para modelar aspectos relevantes de la educación, siempre directamente relacionados con principios morales, religiosos o políticos del momento. En estos textos, de forma concreta, se alude al conocimiento o comportamientos que debe tener una niña o un niño, en la familia o en la sociedad. De ahí que se publicaran numerosos manuales o reglas de urbanidad, de forma diferenciada para niños y para niñas, donde se establecían las normas que se deberían adoptar en distintos ámbitos cotidianos, por ejemplo, los relativos al culto, para con los padres, en la escuela, de limpieza, deberes para con los iguales, respeto a las personas con dignidad, etc.
Todas estas normas establecían el conjunto de reglas a las que se deberían ajustar sus acciones para hacer amable su trato en la sociedad, estableciendo de este modo, las diferencias entre personas bien educadas o mal educadas. En este contexto de acogimiento a las normas establecidas, y concretamente dentro del ámbito educativo, se remarcaba con los premios y castigos que se llevaban a cabo según sea el cumplimiento de las reglas estipuladas.
La condecoración o premio a un buen comportamiento o cumplimiento de las reglas supone una satisfacción por la práctica del bien (entendido en el contexto concreto) y el castigo era considerado una consecuencia del descuido del deber. El premio se reforzaba en el ámbito educativo, con la creación de condecoraciones a modo de títulos o diplomas que se entregaban al alumnado y podrían alabar su conducta, su trabajo o ambos. De este hecho se tiene constancia hasta casi finales del siglo XX. En este sentido, puede servir de ejemplo mi propia experiencia personal, que en mis años de escuela durante la década de los 80, presencié la entrega de tan honorables reconocimientos, a los que debo añadir también que se colocaba una banda sobre la niña que obtenía calificaciones excelentes, tanto en conducta como en trabajo a lo largo del curso. Sin duda, un reconocimiento “público” que enorgullecía tanto a la profesora encargada de su curso como a la propia alumna, siendo reconocido así su esfuerzo y comportamiento en un acto solemne.
Existían también otras condecoraciones, tipo medallas, que se colocaban al alumnado meritorio de ellas, como las piezas que dan pie a esta reseña; éstas aludían a una conducta digna de elogio y que generalmente estaban relacionadas con el mismo tipo de acto “público” de conmemoración, como se explicó anteriormente, y en el que se realizaba la imposición de medallas. Normalmente estaba presente todo el alumnado y profesorado del centro.
En conclusión, el estudio y aprendizaje que se realizaba en la escuela estaba considerado como trabajo y servicio, obligación de los escolares, para sentirse útiles en la sociedad, desarrollar su inteligencia y conocer sus obligaciones sociales, en el caso de las niñas, dando especial importancia al rol de la mujer en la familia y en la sociedad.
También era considerado un servicio, puesto que es una misión que hay que cumplir y con ello se realiza un servicio a la comunidad (familia, sociedad,…). Por todo lo cual, se considera tan importante el elogio de este buen trabajo y servicio y se dedican esfuerzos a materializarlo en forma de premios para así reforzar el buen hacer.
Referencias bibliográficas
Ce Monlau, Blas (1885): Tesoro de las niñas arreglado al Tesoro de los niños (aprobado por Real Orden de 30 de enero de 1879). Madrid: Librería de Hernando.
Pascual de Sanjuán, Pilar (1919): Breve tratado de urbanidad para las niñas. Barcelona: Hijos de Paluzie, editores.
V.V.A.A. (1964): Formación Político-Social. Madrid: Artes Gráficas Ibarra.