DIPLOMA HONORÍFICO DE

     EDUCACIÓN CRISTIANA

Carmen Diego Pérez

Universidad de Oviedo

cdiego@uniovi.es

Diploma honorífico. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla

Desde hace siglos los estudiantes más destacados suelen recibir un diploma reconociendo su éxito. Este diploma –de mérito o de honor– es un documento solemne con firma y sellos en el que se hace constar un galardón. Los utilizados para recompensar a los estudiantes eran láminas de papel litografiadas a varias tintas o cromolitografiadas, similares a las que acreditan títulos académicos, en las que consta el nombre del distinguido, el lugar y la fecha. Las dimensiones de los diplomas oscilan entre los 35 por 80 centímetros. El aprecio de quien lo recibía y de su familia se evidencia al enmarcarlo para conservarlo y colgarlo en una pared del domicilio al objeto de exhibir el logro.

La ornamentación que rodea al texto de los diplomas es diversa: motivos florales, religiosos, escolares, alegóricos (una matrona entregando una corona de laurel, símbolos de las ciencias, las artes, la agricultura, el comercio, la industria, la lectura, la geografía…), siendo, quizá, el cuerpo femenino el motivo decorativo más frecuente, pues pocos diplomas hay sin la representación de alguna diosa, musa o virgen en el centro o en los ángulos de las orlas. La estética de los diplomas varió con el paso del tiempo, pero su presencia en la enseñanza obligatoria permaneció. Además de como premio, el diploma también fue utilizado por algunos colegios privados, especialmente los confesionales, desde los años treinta del siglo XX para certificar las calificaciones obtenidas por sus alumnos; en este caso los diplomas impresos estaban adornados con cenefas y el emblema o la imagen del colegio, firmados por la dirección, haciendo constar el curso escolar.

Las editoriales ofrecían diplomas impresos para niños y niñas de dos tipos, unos para reconocer a quienes destacaban en una determinada materia escolar (Gramática, Historia, Geografía, Geometría, Educación cristiana, etc.) y otros para los escolares que destacaban por su comportamiento y actitud. Algunas editoras ofertaban tres opciones: con el espacio en blanco para el texto, con la inscripción redactada a propósito para su objeto y para entregar a uno u otro sexo y también aceptaban imprimir una redacción especial.

En determinadas festividades, los escolares más exitosos y destacados recibían de las autoridades académicas o municipales diversos premios: diplomas, medallas, objetos de escritorio, juegos, etc. Esta práctica estuvo presente en todo tipo de instituciones educativas españolas, desde los colegios privados de élites a las más modestas escuelas rurales, desde los establecimientos públicos de enseñanza hasta cualquiera centro educativo de origen religioso, filantrópico o sindical. Estos actos tienen una vertiente social, una proyección exterior, pues se entregaban en ceremonias públicas que implicaban a la población en las cuestiones educativas, esperando que el reconocimiento público de los mejores estimulara el aprendizaje, el comportamiento y los hábitos adecuados en otros. Con estas últimas finalidades aparecen narraciones e ilustraciones de reparto de premios en los libros utilizados para el perfeccionamiento de la lectura durante la escolaridad obligatoria. Estas distinciones se entregaban en la misma ceremonia al alumnado, niñas y niños, de las escuelas públicas pero no es frecuente encontrar referencias a aquellas en estos libros. Una excepción son el grabado y fragmento siguientes:

Aquel año se celebró con mayor solemnidad que de ordinario el reparto de premios, que tuvo lugar en la casa Ayuntamiento, concurriendo los niños y niñas de las escuelas, sus profesores y pasantes ante las autoridades municipales, con asistencia de las familias y personas invitadas, después de una solemne misa en la Iglesias parroquial, en la que el señor Cura pronunció una sentida plática.
A los breves discursos de Doña Elisa Recalde y de Don Germán, que hicieron el resumen de las enseñanzas del curso, siguió la mención de los alumnos y alumnas premiados, recibiendo medallas, libros, estampas y bandas que eran entregados, ya por las autoridades, ya por los padres y abuelos de los favorecidos (Álvarez, s.f. 232).

No hubo una fecha establecida para este acto, realizándose durante el siglo XIX como cierre del curso escolar, como apertura del curso siguiente o en cualquier otro día significativo para la localidad y coincidiendo durante el siglo XX con otras celebraciones escolares como el día del maestro (27 de noviembre, festividad de San José de Calasanz) o la fiesta del libro (establecida por Real Orden del 17 de septiembre de 1926). También el modo de reconocer y acreditar los conocimientos y actitud de los escolares varió, pues hasta 1913 niñas y niños eran examinados públicamente por una comisión que identificaba así a los que sobresalían para premiarlos; esta fórmula cambió desde el curso académico 1907-1908 al establecer la normativa la organización de exposiciones escolares al final de curso y regular la fiesta escolar de entrega de calificaciones a todos y de reconocimientos y honores a quienes destacaban por su constancia, conocimientos, conducta. La concesión de tantos diplomas y distinciones como se dispensaban antaño fue cayendo en desuso a partir de la aplicación de la Ley General de Educación de 1970, no obstante, las administraciones educativas continúan reconociendo con diplomas a final de curso a aquellos que realizan mayores esfuerzos personales durante la escolaridad obligatoria o manifiestan un mayor rendimiento académico.

Referencias bibliográficas

Álvarez de Sotomayor y Zaragoza, José (s.f., circa 1922): A través de mi patria. Libro de lecturas y temas de enseñanza para la juventud española, en España y en el extranjero. Madrid: Renacimiento.

Diego Pérez, Carmen y González Fernández, Montserrat (2003): Un uso secular que está de moda: los premios y honores escolares. I. Legislación y tratadistas y Un uso secular que está de moda: los premios y honores escolares. II. Práctica escolar. En Etnohistoria de la escuela. XII Coloquio Nacional de Historia de la Educación. Burgos: Servicio de Publicaciones Universidad de Burgos, pp. 119-127 y 129-139.