MAZAS DE GIMNASIA RÍTMICA

                         ¿SOLO UN PAR DE MAZAS?

Gonzalo Ramírez Macías

Universidad de Sevilla

grm@us.es

Mazas de gimnasia rítmica. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla

Mazas. Descripción técnica: aparato propio de la Gimnasia Rítmica, está compuesto por “cuerpo” (ensanche circular que se encuentra al final de la maza y que facilita el agarre), “cuello” (parte más fina y alaragada, que define la longitud de la misma) y “cabeza” (parte superior, voluminosa y pesada). Las mazas actuales suelen ser de caucho o plástico, siendo las de madera más antiguas y pesadas.

Bajo este exiguo y técnico rótulo estas mazas podrían peregrinar, física o digitalmente, de exposición en exposición; igual que unas zapatillas deportivas viajan desde su origen en Pakintan a cualquier parte del mundo, acompañadas de una lacónica etiqueta en la que se indica el modelo, el número y los materiales que la componen. Pero, realmente, ¿qué nos dicen estas mazas? Al igual que detrás de las zapatillas fabricadas en Pakinstán hay mucho más que una etiqueta, ¿qué hay detrás de estas mazas?

Pues bien, lo primero que puedo decir es que son viejas, algo que se deduce del rótulo técnico inicial, ya que son mazas de madera. Pero, ¿cómo de viejas son? Posiblemente tanto como la Gimnasia Rítmica. El origen de esta disciplina deportiva está en la segunda década del siglo XX, en la ciudad alemana de Munich. Fue Rudolf Bode el que creó la inicialmente denominada Gimnasia Expresiva, que luego pasó a llamarse Gimnasia Moderna (es entonces cuando puede hablarse de una Gimnasia Rítmica incipiente). Sin embargo, no fue Bode el que popularizó el uso de las mazas, pues consideraba el uso de aparatos como algo secundario. Fueron dos de sus sus continuadores, Heinrich y Senta Medau, los que, entre otros pequeños aparatos, dieron gran relevancia a las mazas.

Para este matrimonio, las mazas no sólo facilitaban el dominio del movimiento, sino que absorbían la atención del alumnado, alejando inhibiciones psíquicas así como la timidez. Además, permitían una ejecución más rítimica, fluida y con la implicación total del cuerpo. Con todo ello cumplían a la perfección con los fundamentos de la Gimnasia Moderna, que buscaba el desarrollo del ritmo natural de los movimientos en el ser humano, en el que el factor físico y psíquico se unieran como forma de expresión.

Esta definición de la Gimnasia Moderna, me lleva a preguntarme ¿quién la practicaba? ¿quiénes utilizaban estos pequeños aparatos gimnásticos llamados mazas? Los manuales de historia de la educación física y el deporte invariablemente refieren que la Gimnasia Moderna fue una gimnasia femenina, especialmente adecuada para niñas y mujeres por su carácter rítmico y estético. Cierto es que la Gimnasia Moderna es una reacción, por un lado, contra el factor físico de los sistemas de la época, donde lo que primaba eran los principios anatómicos y fisiológicos; por otro lado, también fue una reacción contra los movimientos programados y analíticos, que eran antinaturales. Pero, desde mi punto de vista, sobretodo fue una reacción contra el mundo de la gimnasia, que emergió a principios del siglo XIX y que siempre tuvo como centro de interés a los hombres. La Gimnasia Moderna será la primera iniciativa gimnástica orientada hacia las mujeres.

Sin embargo, la Gimnasia Moderna, a pesar de su carácter rupturista con todo precedente gimnástico de la modernidad, enraizó su propuesta en el supuesto carácter grácil, estético, delicado, frágil y rítmico del cuerpo femenino; buscando favorecer la salud de las mujeres, su actitud corporal correcta, así como exaltar la gracia del movimiento rítmico de todo su cuerpo. Por tanto, fue una iniciativa loable sin duda, pero afectada por los estereotipos femeninos que, incluso hoy día, afectan al mundo de la educación física y el deporte.

Pero volvamos a las mazas, pues con esta mirada historiada sobre el origen y los fines de la Gimnasia Moderna, así como sobre el uso que le dieron Senta y Heinrich Medau (por cierto, en los libros se suele obviar el nombre de ella, centrando el mérito en él), me he olvidado de estas mazas, de lo que nos dicen.

Si observo estas mazas, veo que no son unas mazas sin más, hay zonas donde su original color blanco se ha desgastado, dejando entrever el color de la madera. Ese desgaste tiene grabado el paso del tiempo, de generaciones de jóvenes mujeres que se iniciaron en la gimnasia, un mundo originalmente pensado para los hombres y al cual se les dejó acceder bajo condiciones concretas. Pero, me pregunto, ¿acaso los arañazos negros y las pequeñas abolladuras de estas mazas no llevan estampados el esfuerzo y el sacrificio de cientos de mujeres? ¿Acaso no tuvieron que levantarse miles de veces para seguir esforzándose una y otra vez por mejorar? ¿Alguien puede dudar del pundonor de estas mujeres, que incluso dejaron estampadas sus huellas en estas mazas de tanto usarlas? ¿Eran personas faltas de fuerza, afectadas por una debilidad física que les limitaba para el mundo gimnástico? Por supuesto que no, eran mujeres fuertes y valientes, que a través de estas mazas se afirmaban, calladamente, en un mundo, el gimnástico, amenazante para ellas.

Cuando estas mazas, silenciosas, vuelvan a peregrinar dentro de un baúl o de un archivo PDF, llevarán consigo todo lo dicho y mucho más, ojalá otras personas puedan aventurarse a comprender sus callados mensajes, más allá de lo que lo he hecho yo. Para estos aventureros y aventureras, un consejo: paciencia, pues como ya apuntó Lyotard (2012: 47) “en un universo donde el éxito consiste en ganar tiempo, pensar no tiene más que un solo defecto, pero incorregible: hacer perder el tiempo”.

Referencias bibliográficas

Lyotard, Jean F. (2012). La posmodernidad (explicada a los niños). Barcelona: Gedisa.