MANTILLA

     ENTRE LA CULTURA Y SOCIALIZACIÓN DE MUJERES

                        Y NIÑAS DESDE EL SIGLO XIX

Carlos Sanz Simón

Universidad Complutense de Madrid

csa02@ucm.es

Mantilla. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla

La mantilla es una de las prendas femeninas más representativas del folclore en España. Su presencia se extendió a los países de cultura hispana, si bien su uso se generalizó en el siglo XVIII. En esta época, el país estaba sumido en la monarquía isabelina y en los trazados de Francisco de Goya, quien se preocupó por reflejar la tendencia castiza de aquellas mujeres españolas que lucían la basquiña —una falda negra—, y la prenda que nos atañe. Ambos, atuendos ubicados dentro de la corriente estilística denominada majismo (Leira, 2007), una tendencia propia del estilo neomanierista —comprendido entre 1828 y 1836—, en el cual se aprecia de forma generalizada el cabello femenino cubierto con ella.

El reinado de Isabel II fue, por tanto, el periodo de mayor éxito para este complemento. Como refleja Pablo Pena, “hacia 1830 no había mujer en España que se privara de mantilla” (Pena, 2007, p. 103), si bien tan solo dos décadas después su uso ya se encontraba restringido para eventos y festividades muy concretos: principalmente las celebraciones taurinas y la Semana Santa. No obstante, este boom dio pie, incluso, a su exportación al resto de Europa en las décadas posteriores hasta su paulatina desaparición, también en el país de origen, hacia mediados de la centuria decimonónica (Pena, 2007). La mantilla, por tanto, engalanó los tocados de las mujeres españolas durante más de veinte años y su utilización se redujo progresivamente hasta menguar su presencia en la esfera pública.

Sin embargo, su uso testimonial hizo que, como se ha señalado, quedara estrechamente vinculada a ceremonias intrínsecamente relacionadas con la vida cultural más sustantiva del país. La liturgia y la tauromaquia asimilaron esta prenda como un elemento de culto, también en el siglo XX. De hecho, en este periodo encontramos otra época de auge en su uso. Los años cuarenta representaron el racionamiento, el oscurantismo y la represión de la dictadura de Franco. Este ambiente ostracista —unido a una situación económica delicada— hizo que las mujeres tuvieran que reciclar prendas anteriores, con una producción de telas más ásperas y sobrias (Vaquero, 2007). Así las cosas, la vuelta a las costumbres y el integrismo propio del catolicismo trajeron de vuelta esta prenda con una peculiaridad: el color negro. De este modo, la mantilla se integró plenamente en los códigos de vestimenta de las mujeres españolas de la época, en una tradición que se trasladó generación tras generación y que se convirtió en un requisito para asistir a la iglesia (Escudero, 2007; Manrique, 2008). Las niñas españolas veían a sus madres y abuelas lucir este atuendo en dichas ceremonias, el cual progresivamente fueron incorporando a sus vidas.

Este canon de estilismo y belleza también se reprodujo desde las escuelas. En la vida diaria del nacionalcatolicismo, las niñas vestirían esta prenda principalmente en los actos litúrgicos. Su uso, no obstante, no quedaría mediado únicamente por la mera imitación de costumbres. Desde los textos escolares también se dio cabida a esta prenda. Es el caso del libro Hispania Máter. El alma de la raza, redactado por el inspector de primera enseñanza Alfredo Gil Muñiz —de la provincia de Córdoba—, quien dedicó entre sus páginas un poema específico a la prenda, titulado La mantilla española. En él, se decía exaltaba la belleza de la mujer que la lucía y su capacidad para cortejar a los hombres:

La mantilla es el tocado
que más gracias ha donado
a la mujer española […]
Bello adorno que reintegra
el encanto feminil […]
Que, adornando una cabeza,
a los hombres extasía
por su atrayente guapeza. (Gil, 1927: 62-63)

Finalmente, cabe destacar que los materiales más empleados para la confección de la mantilla fueron la seda, el tul o el Chantilly, con distintas variantes en función de la zona geográfica —andaluza, aragonesa, castellana o leonesa— e, incluso, adoptando distintas variantes en función del acto realizado, como se ha indicado anteriormente. En la actualidad, el uso de la mantilla continúa restringido a este tipo de actos, si bien su presencia en la liturgia diaria es anecdótica.

 

Referencias bibliográficas

Escudero Andújar, Fuensanta (2007): Dictadura y oposición al franquismo en Murcia. De las cárceles de posguerra a las primeras elecciones. Murcia: Universidad DL.

Gil Muñiz, Alfonso (1927): Hispania Máter. El alma de la raza. Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez.

Leira Sánchez, Amelia (2007): La moda en España durante el siglo XVIII. Indumenta: Revista del Museo del Traje, nº. 0, 87-94.

Manrique Arribas, Juan Carlos (2008): La mujer y la educación física durante el franquismo. Valladolid: Universidad de Valladolid.

Pena González, Pablo (2007): Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868). Indumenta: Revista del Museo del Traje, nº. 0, 95-106.

Rabazas Romero, Teresa y Sanz Simón, Carlos (2019): Entre la tradición y la modernidad. Modelos y discursos educativos de la mujer española en los textos escolares durante la Segunda República (1931-1936). En González, Teresa (Coord.): La educación de las mujeres en Iberoamérica. Análisis histórico. Valencia: Tirant Humanidades, pp. 447-489.

Vaquero Argüelles, Isabel (2007): El reinado de la Alta Costura: la moda de la primera mitad del siglo XX. Indumenta: Revista del Museo del Traje, nº. 0, 123-134.