COSTURERO
COSER Y CANTAR
Costurero. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla
Al fijar la mirada y la atención especial sobre este objeto-huella del Museo Pedagógico de la Universidad de Sevilla, acontece el particular encuentro desgranado en las fases que ya apuntaron Beckett, Borges, Manguel o Escolano: silencio, emotividad (por la estética y la nostalgia que provoca) y comunicación (emergen interrogantes y fluye la imaginación). El costurero se convierte, según Krysztof Pomian, en semióforo, transformándome en su particular contertulio. En nuestra conversación lo ausente comienza a cobrar más importancia que lo presente. Y me remite a dos protagonistas, a dos modelos de mujer de la época nacional-católica más reciente en España. Dos mujeres que, en virtud de la teleología formativa del régimen dictatorial, usaron –entre otros recursos- aguja, hilo, dedal, tijera, alfileres, cinta métrica, … y su contenedor, el costurero. Una mujer mayoritaria nacional-católica y una mujer minoritaria también nacional-católica. Es más común la evocación del modelo femenino mayoritario, ante cualquier objeto del pasado usado por la mujer, aquel modelo que respondía a un perfil de servicio a la Patria y a Dios a través de los roles de esposa, madre y ama de casa, con unas cualidades deseables de obediencia, abnegación y estilo, y con una sexualidad reprimida. Pero también convivió en la época el modelo minoritario de mujer, que debía servir igualmente a la Patria y a Dios, aunque en este caso a través de la militancia a la organización femenina del régimen (La Sección Femenina), prestando servicios formativos y asistenciales sobre el modelo mayoritario de mujer y en algunos casos sobre la sociedad en su conjunto, teniendo por cualidades el valor, la audacia y el liderazgo, y con una sexualidad, a veces, sublimada.
A la referida Sección Femenina se le encargó la misión de formar a la mujer. Además de su intervención en el sistema educativo reglado con la participación del profesorado de Política y de Hogar, donde enseñar a coser formaba parte del programa formativo escolar, la Sección Femenina se sirvió de específicas Instituciones, Centros y Programas para llevar a cabo su encomienda. Dichos medios formativos podían ser de tres tipos: Obligatorios, Abiertos y Endogámicos. Los dos primeros tenían por destinataria a la mujer del modelo mayoritario y el tercero a la mujer del modelo minoritario (afiliadas que se formaban en Instituciones de la propia organización). Tanto en los Medios Obligatorios (parte formativa del Servicio Social y el Curso de Instructoras de Hogar y Juventudes para maestras) como en algunos Medios Abiertos (Albergues, Campamentos, Escuelas-Hogar, Cátedras Ambulantes, Cátedras Fijas, …) se desarrollaban sesiones de costura. Y en determinados Medios Endogámicos, concretamente las Escuelas Superiores de Enseñanzas y Actividades Domésticas de Madrid y Valencia, se podían adquirir la especialidad de Jefe de Escuela de Hogar, Corte y Labores y Trabajos Manuales, donde la costura era una de las competencias a adquirir para después, profesionalmente, transmitirla al modelo mayoritario de mujer en las escuelas, en los institutos y en los referidos Programas Obligatorios y Abiertos.
La adquisición de destrezas con la aguja e hilo tenía una celebrada acogida en la mujer de la época, pues satisfacía la necesidad de arreglar, ajustar, reciclar y confeccionar prendas de vestir y de ajuar doméstico en tiempos de escasez, en tiempos de una cultura del apaño. Un recurso evocador, el costurero, y dos modelos diferentes de mujer que compartieron su uso dentro de un mismo corsé arquetípico femenino. Coser y cantar, a solas o en grupo, en un mundo en blanco y negro de alegoría platónica.